45. Nocciole

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-Renzo... ¿Quieres ir por algo de comer después de las clases? Mmm... Podríamos ir por algo dulce... aunque a Carlo le gustan más las cosas saladas, o mejor algo que a ti te guste...

-Iré a la clínica -murmuró guardando sus cosas en el interior de su mochila-. Tal vez otro día.

Maurizio dejó escapar un silencioso suspiro en su interior, mirando con más detenimiento las expresiones decaídas que Lorenzo adoptó hace exactamente dos semanas.

-Vas todos los días, ¿Por qué no te tomas un respiro?

-Quiero ver a Ángelo.

Maurizio asintió suavemente mordiéndose el labio, tenía tantas ganas de contradecir a su amigo, ponerse caprichoso y hacerle rabietas hasta que acceda a sus pedidos, pero había algo que no le dejaba.

El simple hecho de ver a Lorenzo tan deprimido le daba pesar y los días se volvían silenciosos, azules.

Asintió-. Está bien.

Ángelo llevaba dos semanas en coma.

Lorenzo llevaba dos semanas agonizando.

Cada tarde lo visita, cada tarde con la esperanza de llegar al pasillo y ser notificado de que Ángelo por fin despertó, pero los latidos de su corazón se hacían cada vez más pesados cuando al abrir la puerta blanca de la fría habitación, él seguía ahí, inmóvil.

Extraña todo de él, cada parte de su ser y cada momento a su lado, después de tanto caos en su vida, el recuerdo de Ángelo siendo "feliz" se volvía cada vez más lejano y doloroso, pero al mismo estaban presentes aquellos tiempos que extrañaba con toda su alma; el tenerlo sobre su pecho para consolarlo o simplemente para darle todo lo que se merecía, darle amor. ¿Cómo no pudo darse cuenta de lo mal que estaba su novio? Se culpaba día, tarde y noche por eso.

Si tan solo se hubiese dado el tiempo de escucharlo, tal vez Ángelo no estaría sometido a un coma sin intenciones de detenerse.

Apretó sus labios y cerró la puerta detrás de él, sonriendo con dureza al sentir su nariz picar una vez más, quería sollozar y quebrarse en ese mismo lugar, pero hace días no se permitió llorar hasta el momento, se estaba guardando aquellas penas para después, ahora solo quería transmitirle sentimientos positivos a Ángelo.

-Hoy hace frío, ¿no crees? Por eso te traje una manta de peluche rosa, como te gusta -abrió la bolsa que cargaba en su mano aparte de su mochila y con mucho cuidado abrigó el cuerpo de Ángelo-. Ya no es necesario que haga la tarea, mamá dice que en dos meses nos iremos a Canadá así que me retiraré de la academia, y estoy tranquilo con eso porque sé que estarás bien para cuando nos tengamos que ir -se sentó a un costado de la camilla y tomó la fría mano de Ángelo con delicadeza para brindarle de su calidez-. Estuve practicando un poco de inglés, pero yo creo que aprendería más rápido si tú me enseñaras.

Hablarle a su novio sin recibir respuesta se volvió algo que de cierto modo, dejó de doler después de tantos días, en su mente se imaginaba cada respuesta que probablemente Ángelo le daría, como un:


"Pues yo creo que nos vamos a distraer si te enseño, no podría dejar de besarte" -eso hizo a Lorenzo sonreír.


Eso, solo eso le bastaba para mantenerse un poco estable ante la presencia irónicamente ausente de su novio, porque claro, él estaba ahí, pero no se movía ni abría sus ojos, y aún así Lorenzo lo tenía presente sin falta en sus pensamientos.

-Si, me distraeré mucho si tú eres mi maestro y siempre te robaría besos, pero ¿No te parece una buena técnica de estudio? Porque a mí sí.

Recostó su cabeza en el hombro del mayor, aprovechando que se encontraba en esa zona para dejar un pequeño beso ahí.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora