31. Stanchezza

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Decir que todo estaba como siempre, era una mentira muy cruel.

En todo el camino rumbo a la escuela, Lorenzo permaneció en un silencio torturador, no decía nada, sus pasos eran lo único que se escuchaba entre la presencia de ambos y como era de esperarse, Ángelo ya se había creado una larga historia en la cabeza que narraba cada una de las desgracias que comenzaban a interrumpir su camino.

Pero curiosamente, no sentía temor, era esa sensación de perdición, sentirse nublado y con un pesar terrible en el pecho que evitaba la expresión de sus emociones, se limitó a estar callado, y simplemente esperar, esperar a que la vida le dé alguna otra lección que probablemente, tenga el gran costo de su felicidad.

La resignación era el peor sentimiento que podía abarcar su corazón, la idea de querer rendirse y simplemente esperar a que todo lo malo llegue a su vida, las pocas ganas de levantarse, la poca fuerza de luchar contra sus monstruos internos. Se resignó casi por completo a vivir como un ser sin gracia.

La situación fue aliviándose mediante pasaban las horas, llegó la hora del almuerzo y el hecho de que Lorenzo haya vuelto a ser atento y cariñoso con él, lo regresaba al mundo perfecto en el que vivía cada vez que pasaba tiempo a su lado, a veces no podía evitarlo, pero Lorenzo era su mundo, su gran universo.

-¿Qué haremos después de las clases? -preguntó Barone.

-Uhm... ¿Qué te parece si vamos a comer algo? Hace mucho que no salimos -sonrió.

-Me parece genial, así puedo te presumir ante todas las señoras que nos van a criticar.

Rio suavemente, acercándose a besar la mejilla del azabache-. Y hay que besarnos frente a ellas al propósito, ¿Te parece?

-Me encanta la idea -dijo acompañando con pequeñas risas traviesas entre ellos.

Pero el teléfono de Ángelo empezó a vibrar y la vista de ambos viajaron al aparato molesto que interrumpió una dulce reconciliación implícita, así que, no le quedó de otra que contestar de mala gana.

Se comunicó con Almiro toda la semana que estuvo ausente, se preocupó por su bienestar y sobre todo por lo que hacía, por un momento creyó que era buena idea alejar de nuevo a su hermano, como siempre lo hizo, pero tan solo pensar en el hecho de retroceder todo lo que avanzaron en poco tiempo, le hizo sentir tristeza.

Así que decidió dejar su orgullo de lado, pondría de su parte para mejorar su vida poco a poco, al menos de esa manera se sentiría menos miserable de lo que ya.

Contestó-. Hola, ¿Qué pasó? -dijo con una sonrisa traviesa, acercándose a dejar un beso fugaz en los labios de Lorenzo con un chasquido entre ellos que probablemente se escuchó a través de la línea.

-Espero no estar interrumpiendo nada... -soltó una risa-. En realidad quería pedirte que vengas hoy a casa... llevaré a mi... -hizo silencio por un par de segundos-. A Rafael a cenar y me gustaría que toda la familia esté presente.

Frunció el ceño suavemente-. ¿Rafael? ¿Quién es ese?

-¿Rafael Bonaccorsi? -ahora fue Lorenzo el que habló, pero con una expresión completamente cambiada, sus ojos abiertos y las cejas alzadas, tal como un cachorro desorientado en busca de respuestas-. ¿Faly?

A veces se le olvidaba que literalmente, la familia de Ángelo tenía amistad con una gran cantidad de celebridades, estaba tan lejos pero al mismo tiempo tan cerca de conocer a sus ídolos, todo era cuestión de hacerse amigo de su cuñado para tal vez, pedirle un favor relacionado a conocer a muchos artistas, no sonaba mal...

-Si, Faly Bonaccorsi, por cierto mándale saludos a Lorenzo, me hubiera gustado invitarlo pero no quiero que mi madre le haga pasar un momento incómodo, ya sabes, estoy rezando para que todo salga bien hoy.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora