43. Ángelo

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Su padre siempre fue un tonto, su voz y opinión era escuchada muy pocas veces cuando se trataba de poner orden en el hogar.

Almiro no iba a negar que heredó aquella deficiente actitud de no levantarse y enfrentar al mundo, pero la grandiosa diferencia era de que él estaba haciendo algo por cambiarlo, mientras que su padre permaneció de la misma manera por casi toda su vida.

Ahí estaba, con las orejas agachadas y caminando como un cachorro arrepentido por los extensos pasillos del hospital en búsqueda de la habitación de su hijo en cuidados intensivos, probablemente cargando con la culpa de muchos años sobre su espalda y cuestionando su propio ser; ¿Por qué tuvo que llegar a ese punto para apenas darse cuenta que fue un mal padre?

Rafael por otro lado decidió romper el tenso silencio entre ellos-. ¿Está en cuidados intensivos?

Almiro asintió con pesadez-. Si, aún tienen que hacerle más exámenes y estar en observación por lo que consumió.

El moreno mordió su labio y asintió suavemente, se acercó para acariciar la cintura de Almiro con el fallido intento de al menos calmar un poco su aura tensa, pero comprendía cómo se sentía, así que solo le daría su completo apoyo a pesar de que sus párpados pesaban y no habían dormido absolutamente nada.

Una vez llegaron al pasillo donde se encontraba la habitación de Ángelo no tardaron en visualizar la presencia de Lorenzo al frente de la puerta, esperando en silencio alguna señal que le permitiera entrar, fue ahí cuando cayó en cuenta de que ya eran más de las siete de la mañana y probablemente su hermano estaba "estabilizado".

-Lorenzo, ya estamos aquí.

El mencionado giró su cabeza para verlo un poco menos afligido, se acercó rápidamente a ellos como niño pequeño que esperó por mucho rato la llegada de su tutora

-Ya trasladaron a Ángelo, aún estamos en el horario de visita así que podemos verlo, pero ahora mismo están alimentándolo...

Almiro asintió con suavidad, suspirando-. Bien... yo traje ropa y útiles de aseo para él -murmuró-. ¿Ya lo viste?

-Si, me quedé un rato con él y Martino tuvo que irse pero Maurizio se quedará un poco más -señaló al chico de rizos que prácticamente dormía sobre la banca del pasillo, soltó un suspiro cansado-. Está muy delicado, Almiro... Tiene muchos cables en el cuerpo, en los brazos, en la boca y hay agujas clavadas en sus manos -de nuevo, los ojos de Lorenzo se cristalizaron ante el mayor-. Tengo miedo de que...

-Shhh -el castaño negó varias veces, llevando una de sus manos al cabello de Lorenzo-. Él va a mejorar y muy pronto estará de nuevo con nosotros.

-Pero me duele verlo así.

-Lo sé, lo sé, a todos nos duele, pero hay que ser fuertes para que cuando despierte, podamos invertir muchas más energías en él, ¿Bien? -apretó suavemente sus labios-. Lorenzo... ¿Por qué no vas a descansar un poco?

Y el mencionado negó con rapidez apenas terminó de escuchar la sugerencia-. No quiero descansar, quiero estar con Ángelo.

-Si vas a descansar, podrás pasar más tiempo con él cuando regreses.

-Puedo descansar acá, con Ángelo.

Almiro soltó un suspiro pesado, no tenía ganas de lidiar con la terquedad de Lorenzo, le hacía recordar un poco a su hermano, comprendía la preocupación que sentía en esos momentos, pero realmente necesitaba verlo descansar y volver con más energías, ya no quería más desgracias.

Por esa razón se acercó a Maurizio y lo movió con suavidad, logrando sacarlo de aquel incómodo sueño en cuestión de segundos-. ¿Puedes acompañar a Lorenzo a su casa? Por favor, llévalo para que descanse.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora