🔥CAPITULO 10🔥

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SIN EDITAR

🥵<<{Christopher}>>🥵

Llegó junto a mi preciosa, justo cuando Emil se va apurado, ¿Que hace aquí? Volvía mañana.

Christopher: ¿Te estaba molestando?

Alina: Ese hombre nunca me molesta.

Frunzo el ceño sin entender de qué habla, muchas veces Emil le molesta con su insistencia en que le hable, no le voy a insistir para que me explique aquello hoy, tengo ganas de estar en silencio.

Me siento sobre la mesa justo a su lado y la abrazo sobre los hombros para que apoye su cabeza en mi, los nuevos agentes están intentando recuperar su respiración tirados en el suelo, no extraño esos tiempos.

Christopher: ¿Hasta cuándo harás sufrir a Var?

Alina: No quiero que sufra.

Christopher: Se que no, pero tampoco le dices lo que sientes por él.

Alina: Él tampoco me lo dice.

Se ataja, ninguno de los dos se dice el intenso amor que se tienen, ella quedó flechada desde aquel día que lo vimos en el parque, pedía para ir siempre a la guardería de la empresa para verlo y el sentimiento fue creciendo a medida que todos crecíamos, pero él estaba tan vulnerable en esos tiempos que todo lo que Alina quería hacer era cuidarlo, poco a poco todos nos fuimos acercando, lo consideramos un hermano más, es uno de los hombres más buenos que conozco, nunca nos juzgo o a nuestra familia, siempre es alegre, siempre fue lo que mi preciosa necesito.

Christopher: Para ser una de las mejores militares del mundo, una de las agentes más condecoradas del fbi y una de las mejores hackers que existe eres una cagona.

Alina: No soy una cagona fosforito.

Pendeja, sabe que me derrito cuando me llama así.

Christopher: Lo eres.

Alina: No lo soy.

Su ceño está fruncido y sus dedos se aprietan en su muslo, me separo y me pongo de pie frente a ella, acerco mi rostro al de ella hasta que mis labios están rozando los suyos.

Christopher: Eres una cagona, no aceptar que te gusta tu mejor amigo es de cagones, ¿Dónde quedó mi militar? Esa que no tenía miedo de ir sola contra diez hombres solo con una navaja, ¿Dónde está la agente que saltó del edificio que incendió hacia los patines de aterrizaje del helicóptero para poder escapar?

Alina: Para.

Me gruñe, su episodio empezando a formarse tan silenciosamente como siempre, su respiración volviéndose pesada, sus ojos grises volviéndose negros a medida que la ira se expande por su cuerpo, pero no pararé, debe admitirlo.

Christopher: ¿Dónde quedó la mujer fuerte, poderosa y temible de la que me enamoré? ¿Dónde? Quiero saber qué pasó con mi mujer, ella no tiene miedo.

Sus manos aprietan los bordes de la mesa para no saltar sobre mí, sus nudillos están blancos, las venas resaltan en su lechosa piel con intensidad, su respiración parece la de un jodido toro y sus ojos, joder sus ojos están inyectados en sangre mientras me miran.

Creo que me pasé.

Alina: Christopher —Su voz está ronca y seca, pero parece perturbada— Vete.

Christopher: No preciosa, perdóname, no quería hacerte enojar tanto, perdón.

Me acerco y ella cierra los ojos, aprieta su mandíbula cuando la abrazo y acarició su espalda mientras le digo lo mucho que la amo.

Christopher: Perdóname preciosa —beso su cabeza— no tienes miedo, eres la mujer más fuerte que conozco y te amo por eso.

Carajo.

Media hora después de fuertes abrazos y muchas palabras lindas ella deja de sostener la mesa y me rodea con sus brazos.

Alina: También te amo fosforito, eres un pendejo, no vuelvas a hacer eso sabes que no quiero lastimarlos, me moriría si algún día les pongo un solo dedo encima, al menos para pegarles, porque te pondré más de un dedo encima ahora mismo.

A la mierda.

Me toma de la mano y prácticamente me arrastra hacia la sala de interrogación que siempre usamos cuando tiene un ataque, nos mete dentro y hace el mismo procedimiento de siempre de desactivar las cámaras y la cerradura de la otra sala, aún en silencio me hace caminar hasta una silla y me baja los pantalones y el boxer, mi polla salta excitada desde que la vi empezar a enojarse.

Me obliga a sentarme en la silla y se aleja, enojada, con precisión y rapidez se saca la ropa frente a mí, cada jodida vez que intento ayudarla me envía una mirada de muerte que me deja quieto en mi lugar.

Alina: Tocate.

Lo hago, no le llevaré la contraria, no hoy y no jodidamente cuando eso me ayuda a menguar el dolor de mi polla, se monta sobre mi completamente desnuda, mis manos viajan automáticamente a sus nalgas para apretarlas mientras ubica con su mano mi polla en su entrada, gime gustosa mientras baja por mi gorda longitud de 25 centímetros, no hay mucha diferencia entre los gemelos y yo en este aspecto, lo que yo les gano de circunferencia ellos lo ganan en centímetros.

Alina: No tengo miedo —empieza a brincar con fuerza sobre mi polla robándome el aliento— no soy cagona —una jodida electricidad recorre mi cuerpo cuando sus dientes se clavan en mi hombro, mis manos aprietan sus nalgas para ayudarla a brincar y mis gemidos ahogan sus jadeos— no quiero que salga lastimado por mi culpa.

Mi respiración se vuelve superficial con su confesión, pero no puedo decir una palabra porque sus saltos se vuelven mucho más rápidos y el placer no me deja organizar los pensamientos arremolinados.

Christopher: Oh… joder preciosa…

Mierda, no puedo, necesito un poco de control.

Me pongo de pie sosteniéndola contra mi, sin dejar que mi polla escape de su coño y la siento sobre la mesa, hago que su espalda toque la mesa y se estremece por el frío del metal contra su caliente piel, una de mis manos agarra se cadera y la otra viaja por todo su cuerpo hasta que frena en su delicado cuello, envuelvo mi mano en el y aprieto, no con fuerza, pero si lo suficiente para hacerla jadear.

Christopher: Nadie va a lastimar a Var —Muevo mis caderas con fuerza y grita— le enseñamos a defenderse —embestida— nosotros lo cuidaremos —embestida y gruñido— estará bien, deja de ver malos escenarios.

Joder

Su lechosa piel está marcada con la silueta de mis dedos en su cadera, aflojó el agarre de mi cuello consciente de que si no lo hago también se marcarán allí mis dedos y bajo la mano para apretar su pecho, son tan jodidamente perfectos.

La mesa se mueve con cada embestida, los gritos son altos, el agarre de sus piernas en mis caderas es fuerte y sus manos están planas contra la superficie libre de la mesa a sus costados.

Christopher: Eres tan hermosa… ¡Joder!

Alina: ¡Christopher!

Su coño empieza a contraerse alrededor de mi polla, mis embestidas se vuelven más potentes, los ruidos de las patas de la mesa al chocar una y otra vez contra el suelo aumenta, mi cabeza se va hacia atrás inmersa en tanto placer, veo luces blancas detrás de mis párpados y una electricidad me recorre el cuerpo cuando mi polla engorda más en su interior.

Alina: ¡Christopher!

Christopher: ¡Alina!

Ambos nos vemos envueltos en un arrasador orgasmo que hace que sus piernas queden flácidas y caigan de mis caderas, me inclino sobre su cuerpo y apoyo mi frente sobre su pecho mientras mi polla sigue llenando su interior con mi semen.

Alina. 5°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora