Capítulo 24 De regreso y nuevos integrantes

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No iban a mentir; sus ganas de regresar a la rutina del concurso les hacía aflojar el paso, alguno que otro arrastraban los pies con flojera mientras que los que parecían estar atrasados reclamaban con pequeños berrinches, que no tuvieron de otra más que empujarlos. El camino hasta se hizo corto, comparado cuando iban de subida por las veredas.

-Cuando lleguemos usaré el baño hasta sacar todo lo que no quería salir allá arriba. -comento Amy, a punto de rodar por la inclinación del campo.

-¡Bromeas! Yo no quiero regresar, ya me había acostumbrado a estar con todas ustedes.

-¡Ánimo Hanna! Cuando regresemos podrás bañarte en una gloriosa regadera. ¡Cómo extraño estar bajo esa agua caliente que me relaja!

-Yo también me la pasé muy bien. Conocí lugares increíbles, las vistas del cielo estrellado, ver a los bisontes en su habilidad natural, eso no lo veo en mi rancho.

-Y que Ginny se le declaro nuestro explosivo amigo.

-¿No te da miedo, que un chico de poca estabilidad mental le gustes? -pregunto Amy con curiosidad.

-Tengo buenas expectativas de él, no es como si ya lo conociera desde hace tiempo, pero me agrada su vibrante energía.

-Energia que casi hace explotar el campamento en más de una ocasión.

Cuando las alturas se normalizaron en la densidad del bosque, ya sentían que están devuelta en el viejo y apestoso campamento. El tiempo que estuvieron fuera se reflejaba en los nuevos postes de luz que están cada 100metros, vehículos de todo terreno con espacio para cuatro personas. Las cabañas tal cual las dejaron así se mantenían; con esa típica capa de polvo cubriendo las ventanas y las nuevas telarañas en los techos. Y justo al abrir la primera cabaña, alguien se adelantó desde el interior; el invasor resultó ser Oliver; ese jovencito regordete que vestía una combinación de los boxers expuestos de algún chico, las bragas de Ellie, y un asqueroso acto al estar olfateando la ropa sucia de Gabby.
Asqueados y con la irritante bienvenida que les daban, no dudaron a usar lo que tuvieran al alcance para correrlo.
Solo unas cuantas maletas fueron víctimas de ese caprichoso y lujurioso saqueo, prendas interiores eran las que estaban regadas por doquier.

-Ese chico está empezando a hartarme. -escupió Amy, con asco y furia en su voz.

-Yo propongo que debemos cazarlos y hacer carnitas.

-No vas convertir a ese chico en carnitas. -regaño Lil, mientras acomodaba sus cosas.

-¡Ah! Porqué no, si ese baboso ya sabe que si se mete con nosotros le voy a romper su...

-Royer, ve a tu cabaña.

La gloria de sentir el material en las posaderas y ver de nuevo un espejo, brindaba una fresca sensacion de regresar a la "civilización" para su disfrute, las regaderas con su agua al punto; sus cuerpos que todavía tienen tierra por dormir en el suelo, tendrían una limpieza donde no se les hacía la piel de gallina por el agua fría. Media hora más tarde y sus estómagos exigían una comida abundante, y con la esperanza de probar nuevos platillos de su Santa Claus fanático a la comida.
En el camino al Gran comedor no podían evitar ver a los nuevos pasantes; ¡muy diferentes a comparación con los primeros que veían en sus habituales trabajos! Diferentes edades; entre 28, 35 hasta de 40, que a pesar de ocultar sus cuerpos con la ropa holgada del uniforme; sus físicos se asemejan al de un atleta profesional.

Dentro de su comedor todo estaba igual. Lo único que cambió fue que está vez pusieron centros de mesa, -cortesia de Trevor que le gusta decorar en sus momentos con mayor tensión.

El platillo fuerte: pechugas de pollo en salsas de bajo picor, pero con un sabor entre salado y dulce. Ese aroma y sazón que extrañaban cuando los mapaches robaron sus provisiones.

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