Capítulo 25 Una llamada y mil pensamientos

133 28 18
                                    

Una ligera llovizna saludaba los primeros rayos de sol, al detenerse esa extraordinaria alarma ruidosa que los esperaba; sonó en todo su esplendor. Ruido que abría los ojos llenos de lagañas y ojeras.

-Es increíble que regresamos a este infierno. -dijo para si misma Ellie, retirando unas molestas lagañas de sus lagrimales.

Los cabellos alborotados, sus pijamas arrugadas y llenas de polvo; debido a la falta de higiene mientras no estaban. Con el hambre presionando, cada paso, cada prenda que se acomodaban, se hacía fácil, -ya que se acostumbraron a la vida del campo, estar en un viejo campamento sería menos complicada-, sus calzados se llenaban con el ligero lodo espesado en los caminos.
En la cabaña de los varones del equipo Turquesa, como es de costumbre que al levantarse de la cama se debe de arreglar el cabello rebelde. Al regresar de los baños, Jake se llevó la inquietante sorpresa de encontrar a Tom; ¡en su cama, a esas horas de la mañana! Con sumo cuidado se acercó para despertarlo y que los acompañe al desayuno, uno que ya los llamaba con los estómagos gritando. Escuchar su respiración fuerte, suave y ver su pálido rostros a solo unos centímetros, la inquietante idea de bajar un poco ese molesto cubrebocas empezaba a presionar. No obstante, el cariño que empezaba a tomarle le dijo a primeras que no es correcto invadir su espacio. Por algo nunca se quita el traje frente a sus compañeros, por algo prefiere esquivar el tema de su trabajo y sobre todo su inquietante identidad que en un principio creía a ciegas, sin embargo, ahora empezaba a sospechar del porque nunca quiere darle un pequeño indicio de su familia.

-Tom... -lo llamo con una voz baja y con toquecitos  en el hombro para despertarlo-, Tom, despierta ya es hora de salir a desayunar. 

Exhalando con fuerza para que al momento de ver al jovencito casi cara a cara este le sonrió con dulzura y contestar con una voz semi ronca.
-Buenos Jake, ¿cómo amaneciste?

-Aparte que mi cama se siente de piedra, por lo demás dormí muy bien. -dedicando le una grata sonrisa-. Es increíble que por fin te veo a estas horas en tu cama.

-¡Ah! Si, yo... preferí descansar unas horas extra.

-Si te hace falta, tienes muchas ojeras. ¿Tuviste problemas para dormir anoche?

-Es... el cansancio de los días anteriores. Ya necesitaba dormir unas 8 horas seguidas.

-Me hubieras dicho, así yo te abría acompañado en tu noche.

-No quiero molestar, prefiero que duermas tranquilo, no me gustaría interrumpir tus sueños.

-Nunca me molestaría contigo. Ven, vamos al comedor, ya tengo hambre y seguro tú también.

Tomando de la mano al más alto, juntos se encaminaron al Gran comedor.
Dentro del comedor todos disfrutaban de un delicioso desayuno: panqueques de naranja acompañados con un fresco jugo natural, huevos estrellados y un poco de tocino -todos babearián con el delicioso aroma.- cada uno disfrutaba su desayuno. La convivencia dentro del comedor es como llegaron a acostumbrarse en su refugio del bosque. Cuando menos se lo esperaron aparecieron Trevor y Derek, verlos de nuevo no provocaba ninguna sonrisa o gusto por su presencia.

-¡Genial, lo que faltaba! -expreso Amy- y ahora que querrán estos babosos.

-¡Buenos días a todos mi pequeños umpalumpas, nos da mucho gusto ver sus caras por aquí!

-¡Derek, no seas grosero! No saben el gusto que tenemos de tenerlos de regreso. Esperamos que sus vacaciones en el bosque los haya relajado, por qué en el día de hoy...

-Todavia no tenemos las instalaciones terminadas, hasta mañana es cuando les tocará partirse la cara por ganar. Pero hoy les tenemos un regalo que sin duda les gustará.

Campamento Desventura el libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora