Capítulo 34 Bitácora

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En la mañana a primeras horas de luz, de nuevo esa inquietante alarma estaba acribillando los oídos, perturbado la paz y sobretodo enfureciendo al mariscal de campo. Aron como tal, no suele degustar las mañanas como sus camaradas, en vez de aprovechar para estirar un poco, arroja piedras al comunicador y con una de las hachas se dirigía con espíritu de guerra para hacer pedazos finalmente a su inmovilizado contrincante. Minutos antes de que lanzará el primer golpe fue detenido por Drew y Colin que de inmediato dijeron:

-Hermano mío, si quieres hacerlo pedazos mejor espera a que el show termine, podrían expulsarte por ésto.

-¡Ya no lo soporto! Todos los días es lo mismo, porqué mejor no regresamos al otro campamento.

-Aron -contesto Drew-, ese campamento está como a ocho kilómetros de aquí, no creo que seas muy capaz de ir corriendo y subir por el camino empedrado tú solo.

-Podría intentar...

-Mejor quédate con nosotros, Tom dijo que hoy aprenderemos como dar golpes y Lil nos enseñara como hacer un refugio ¡será lo máximo!

-Pero Colin, creo que ya sabemos suficiente de defensa, solo mira mis músculos; ellos podrían aplastar a cualquier tipo y oso que se interponga.

-Sí, como no -repuso Drew, haciendo gestos graciosos- y nosotros ya nos consideramos expertos en los juegos de mesa de Colin.

-¡Eso es porque Colin es un tramposo!

-¡A mí nadie me llama tramposo pedazo de mono sin cerebro!

Y como si fueran un par de marmotas los dos chicos empezaban a forcejear con la intención de aplastar al otro -una clara desventaja para el menor cuando mide apenas un metro sesenta-, mientras cumplían su labor de calentar antes del entrenamiento, Drew escribía con emoción aquellas escenas de acción y dibujando los ridículos insultos de su parte.
Aun lado de ellos, cerca de la cabañas, un grupo de jovencitas estaban aprendiendo pasos simples pero sutiles de baile, pues como habían acordado, Jake sería ahora su nuevo instructor de baile. Entre pasos torpes de Ellie, los malos reflejos de Gabby -cada regaño del joven las hacía querer pelear con él o de plano conseguir mejores calzados-, avanzaban de apoco, pero con forme el joven les daba demostraciones de sus habilidades; sacudiendo ligera y suavemente la cintura, su cabellera con luces resplandecían con sus movimientos y energía vibrante que saca con cada paso. Asombradas e inquietas por moverse como el muchacho, ambas se tomaron de las manos y cinturas; como si estuvieran en un baile elegante, juntas disfrutaban de como conectan sus sonrisas y bromas que les dedica Jake.

-¡Ay niñas, si yo las calificará, seguro y las pondría a hacer una coreografía para niños de primaria!

-¡Hola hola! -saludo Amy, con media rosquilla en la boca- ¿Cómo les amaneció a mis compitas?

-Holis Amy, pues verás que desde que nos levantamos las puse a practicar cordinación. -dijo mientras apuntaba a la pareja de chicas como se pisan los pies entre ellas.

-Ya sabía que estás dos tienen hormigas en los tenis porque así como bailan, me sorprende que pudimos avanzar en el reto de baile.

-No van tan mal, aunque me gustaría enseñar cómo lo hizo Ginny, ella si tiene mucha paciencia.

-No te apures, esa chica anda ahora esculpiendo un "totem de protección" que según ella: es para defendernos de esas monstruosidades de ayer.

-Ni me lo recuerdes. Ese lugar si estubo espantoso... anoche tuve pesadillas.

-Tú también... Yo no sé cómo manejen los sustos aquí en Canadá, pero en mi tierra nos damos de varazos para sacarnos esos demonios. Una vez mi tía nos estaba metiendo en el estanque de los caballos, según ella; es para aliviar el espíritu.

Campamento Desventura el libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora