Capítulo 40 Esclavizado

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Un zumbido que adormecía los oídos y el dolor de cabeza debido al golpe que recibió en la noche se sentía como una fuerte resaca. Aron empezaba a abrir sus ojos marones; sintiendo molestia por la luz del techo, y notando que había despertado en una habitación diferente a las cabañas -a comparación; las bañas se asemejan a un hotel de cinco estrellas contra aquel cuarto frio, húmedo y lleno de moho que apestaba horrible-. Impresionado y tratando de recordar de como fue que llego a dar en ese extraño lugar, al momento de esforzarse para bajar de esa cama vieja y con resortes sobre saliendo del colchón, sintió un fuerte dolor en la cabeza que por poco y se caía al piso por el mareo. 

De una puerta oxidada entro el pasante llamado Oliver, que traía un bazo de agua, un paquete de prendas grises y unas pastillas para la inflamación del muchacho. Extrañado por la aparición del joven gordinflón que en su rostro se formaban ojeras de mapache, y su expresión estaba mas seria de lo que recordaba de la actitud cachonda y cobarde del joven. 

-¿Oliver?... ¿En donde estamos? 

-Me alegra que despertaras, ese golpe que te dieron me preocupaba que te rompieran la cabeza. -respondió con tono serio mientras acomodaba las prendas y demás por un lado.

-¿Golpe? Pero de que demonios estas hablando, acaso alguien me... 

-Necesito que te cambies de ropa y te tomes el desinflamante lo mas rápido posible. Cuando termines acompáñame, estaré afuera del cuarto para que te vistas. 

Sin mas que decir el joven de lentes se retiro del cuarto, dejando al mas alto con mas preguntas, confusiones y con un extraño presentimiento que sentía; no sería bueno. Al terminar de arreglarse y tomar la pastilla, salió de la habitación para seguir a Oliver que en todo momento no decía palabra y carecía de su típica energía mientras avanzaban por un pasillo estrecho y oscuro -justo como la habitación, al parecer todo estaba igual a donde fueran-, ese silencio tétrico y un aire pesado que traspasaban los orificios de las paredes, empezaban a desesperarlo al no recibir explicación alguna.

-!Demonios Oliver! Dime en donde mierda estamos y como diablos llegue aquí.  -reclamo con furia en sus ojos y arrinconando al enano en una esquina. 

Oliver sentía que le faltaba el aire y tartamudeando respondió: -Por favor no me pegues, te lo diré todo -decía con la voz quebrada y a punto de llorar. 

-Mas te vale porque si no me dices yo mismo te romperé esa cara de pervertido. 

-Anoche fuiste expulsado, seguro notaste que te estaban escoltando a una zona diferente a las que ya conocías. Entonces Harrison te noqueo para que te trajeran aquí. 

-¡De que demonios estas hablando! porqué alguien me golpearía y qué es este puto lugar. 

-¡Te lo explicare todo, pero debemos de llegar con los demás antes que nos castiguen! A ellos no les gusta que lleguen tarde. 

-¿Ellos? 

-Por favor te lo pido -suplicaba con lagrimas en sus ojos y con el cuerpo tembloroso-, debemos de llegar justo ahora. Y por favor hagas lo que hagas, no opines, no grites, no los mires a los ojos y por favor haz lo que ellos te pidan. 

Aron no entendía nada de lo que Oliver estaba hablando, aunque admitía que  jamás había visto a alguien tan asustado que hasta lloraba sin siquiera haberlo golpeado, y menos en un lugar que desconocía por completo. Así que decidió  continuar siguiendo al jovencito hasta por fin habían llegado a una puerta metálica -oxidada pero mas gruesa que las otras-, que al momento de abrirla; la luz del día les lastimo un poco la vista. Al adaptarse de nuevo a la luz, una escena de pesadilla y que jamás se había imaginado estaba enfrente suyo; todos los que conocían como los pasantes burlones, gritones, juguetones y diversos, ahora estaban con prendas iguales a la que él traía puesta. Sucios por el lodo, ojerosos, cabelleras descuidadas y con moretones por donde alcanzaba a ver. Estaban mas delgados desde la ultima vez que los vio -muy diferente a Oliver que este se veía igual salvo las ojeras y el terror que se reflejaba en su rostro-, sedientos, con hambre. Verlos hacer trabajos pesados; cortando madera, levantando troncos y piedras de las que sacaban de la montaña, pues estaban construyendo no solo un gigantesco puente, si no que también construían un túnel en el obligo de la montaña, 

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