Capítulo 47 Malos juegos

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En la mañana los vientos soplaban con fuerza, el frío y las gruesas nubes habían aumentado. Todos los animales de la región estaban desapareciendo y de los pocos que aún quedaban -mayor número de aves- solo se atenuaban en quedarse en sus madrigueras.

El aire se sentía pesado, penetrante, como si los árboles y pinos llevarán consigo malas noticias.

En la misma cabaña del equipo Púrpura todas las participantes decidieron mudarse a esta, salvo Grett que prefería tener un espacio de silencio para revisar viejos casos. En la cabaña tenían ahora a un nuevo residente. Jake que estaba con el corazón destrozado y el llanto lo había cansado toda la noche sin parar hasta uno antes de amanecer, se la paso con lágrimas en los ojos y su mismo cuerpo buscaba el consuelo de sus compañeras.

Ellie, Amy y Ginny lo atendían con buenas intenciones para que por lo menos bebiera un poco de agua. Más solo se negaba a todo alimento o bebida.

-Vamos Jake, tienes que tomar al menos un poco de agua. -suplicaba la joven de cabello rojo mientras le acercaba un vaso de agua.

El joven ni quería moverse de la cama; solo estaba ahí, quieto, sollozando aún por su dolor y solo se limitaba a esconder su rostro en las sábanas.

-No tengo sed... prefiero quedarme aquí.

-Dejalo -dijo la joven castaña con un tono suave y tranquilo-. Será mejor que le demos su espacio.

-No me gusta verlo así.

-A mi tampoco, escuchar que estaba llorando en toda la noche me hizo sentir terrible.

-No te gustaría una barrita de chocolate -dijo Amy-, tengo todavía unas cuantas, están ricas; tienen cacahuate, almendras, un relleno cremoso...

-No gracias... no me gustaría ensuciar la cama de Ellie. -dijo con la voz quebrada y ojos llorosos.

Ellie se recostó por un lado del joven y lo abrazo gentilmente para darle compañía.

-Si quieren ustedes vallan a desayunar, yo me quedaré con Jakesito para que no esté solo.

Las dos jovencitas se fueron al comedor donde esperaban que Miriam preparara algo del agrado del joven, y más saber si ella podría ayudarlo.

-Deberias de ir con ellas.

-Prefiero acompañarte un rato, además está haciendo mucho frío y soy un poco friolenta.

En el comedor las propias ventanas estaban congeladas, las puertas a penas y podían abrirse, los pisos estaban helados y la misma cocina se sentía que estaba a punto de nevar.

-Es increíble que esté haciendo mucho frío en esta estación del año -reclamaba Miriam a los cielos-. Espero que el pan pueda esponjar con este frío.

El horno y la estufa tenían trocitos de hielo y a penas se podían mover las perillas de gas y abrir la puerta para que entrará el pan.

-¡Demonios enano! Que no te cansas de tener la cara pegada a esos libros. -escupió Royer, notando como el castaño ya estaba leyendo a tempranas horas.

-Es una buena lectura y un exelente entretenimiento. Curiosamente los climas de este bosque son muy impredecibles, algo que está en el diario y en el mismo libro relatan que muy pronto caerá una nieve gris y los árboles serán carbón.

-El escritor de ese libro seguro se fumo algo extraño de este bosque y por eso es que escribió muchas cosas raras.

Colin le mostró a Royer una página donde estaba una especie de calendario -escrito en latin-, dónde se veía con presicion todas las lluvias, fríos, estaciones y comportamientos del bosque en ese mismo año; como si supiera el autor que el clima no se limitará.

Campamento Desventura el libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora