XLI

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¡Con permiso!

Le digo al cadenero antes de salir como loca del club, bajo las escaleras de la entrada y salgo a la fría calle, dándome de golpe. El vaho sale de entre mis labios, miro de un lado a otro y no hay nadie que se le parezca si quiera. Mi respiración está agitada y mis ojos comienzan a nublarse por no encontrarlo. No, no, no.
Me siento sobre la banqueta y escondo mi rostro sobre mis brazos para poder sollozar tranquila.
Nuevamente me has abandonado, no paro de repetir aquello en mi cabeza y comienza a taladrarme el dolor. Seguro no era una alucinación, tampoco era alguien parecido, era él, con el cabello más corto, pero él era.

—Relájate, tranquila —me consuelo a mí misma. — quizás se parecía, solo eso...

Yo sé que no. Pude sentir esa vibra, JungKook tiene ese aspecto sobrenatural que te marca, que es difícil confundirlo con otra persona, desapareció tan de repente y no puedo comprender que hice yo para no merecer ni una sola explicación de lo que realmente sucedió y sigue sucediendo con todo esto. Me pongo de pie no muy convencida de volver ahí adentro, pero no quiero preocupar a Jong In, así que me limpio el rostro y me doy la media vuelta para ingresar nuevamente al club.

—Lo siento —Me disculpo haciendo una leve reverencia al cadenero quien solo me mira desorientado —¿Has visto a dónde fue el chico que acaba de salir antes de mí?
—¿cuál chico?, no he visto a nadie salir más que a ti

Me limito solo a sonreírle en agradecimiento, eso no me sirve de mucho tratándose de vampiros y demonios. El calor del club me acoge cuando vuelvo adentro, las luces del lugar se prenden y apagan al ritmo de la música y decido darme prisa a subir antes de que terminen a Jong In y vea que rompí mi palabra.
Cuando mi amigo sale de la habitación yo me encuentro sentada en el suelo junto a la puerta, tengo las rodillas dobladas y la mirada perdida.

—Hey, ¿todo bien?

Lo miro y le sonrío. —Si, solo que estaba comenzando a aburrirme. ¿Ya nos vamos?

Extiende su mano. —Vamos a la cabaña

El camino de regreso está pareciéndome eterno, veo la carretera infinita y la ciudad comienza a quedarse atrás cuando tomamos la ruta, los grandes pinos comienzan a los lados de la carretera guiándonos a nuestra tranquilidad. La luna es resplandeciente, pero no hay estrellas y mi amigo creo que ha sentido algo extraño en mí porque no me ha dirigido la palabra lo cual agradezco, no me siento con ánimos de iniciar una conversación después de lo sucedido, después de que mi pasado volviera a lastimarme de esta manera. Cuando estoy dentro de la habitación que por ahora me pertenece miro los dedos de mis manos con detenimiento, me encuentro sentada en una silla frente a un pequeño escritorio porque solo sé que necesitaba tomar aliento en donde fuese que pudiese sentarme primero. Un nudo se forma en mi garganta y mi labio inferior comienza a temblar.

—Si te hablo...¿puedes escucharme?

Silencio, claro está.

—JungKook yo...quisiera haber pasado más tiempo contigo, eso es todo lo que quiero decir —limpio mis mejillas y me atrevo a hablarlo sabiendo que probablemente nadie va a escucharme, pero de alguna forma necesito decirlo —Quisiera tener un amigo al que realmente pueda contarle lo que siento y bueno, no puedo desahogarme, siento que me ahogo entre todos estos secretos, en tu recuerdo y por más que quiero estar tranquila no puedo —levanto la mirada hacia la nada —¿qué me asegura que tú y todo lo que viví a tu lado fue real?

Y ahí tenía, nada en respuesta más que mi propio pensamiento de dolor. Decido levantarme sin muchos ánimos y tirarme en mi cama; las lagrimas se hacen más prominentes sintiendo como mojo la almohada con ellas, pero me quedo dormida y es ahí cuando veo obscuridad, al fondo puedo ver a una persona de espaldas y cuando decido correr para alcanzarla caigo al vacío, voy cayendo y no hay nadie quien pueda echarme una mano.

Ghoul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora