VIII

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Jong in y yo nos conocimos desde muy pequeños, solíamos hacer castillos de arena en la playa de Daecheon a los seis años, mientras nuestros padres jugaban volley ball y nuestras madres tomaban el sol con una piña colada en mano.

Jong in me decía de cariño "Laka" ya que en Honolulu, >>de dónde el viene<< significa diosa del hula, pues a ambos nos gustaba jugar con aros alrededor de nuestra pequeña cintura y vaya que yo aprendí rápido, ganándole interminables partidas.

Jong in iba conmigo en el mismo salón de clases en secundaria y con él fui a mi primer baile de 14 de febrero, estuvo incluso acompañándome en el funeral de mamá y también cabe destacar que con él di mi primer beso; fue una locura retorcida porque siempre lo vi como mi hermano "mayor" aunque no lo fuera y bueno, el día que partió a Honolulu para continuar con el negocio de su padre yo lloré como dos noches seguidas.

Pero al fin volvió, volvió un poco extraño aquella noche y ni siquiera me prestó suficiente atención después de saludarme porque tenía asuntos importantes que hablar con papá; después de eso no se despega de mí y sé que debería estar acostumbrada a su presencia y compañía, pero hay algo aquí que no encaja, hay algo que esconden mi padre y él, algo que no me deja estar tranquila siendo mezclado con aquel chico de ojos rojizos que tanto miedo me dió en la parada de autobús.

Sería de más agregar que cada noche desde hace dos semanas Jong in va por mí al instituto; es extraño teniendo a mi padre que puede pasar a recogerme, pero no lo hace.

Y esta noche será diferente.
No me dirijo a la parada del autobús como de costumbre, ni salgo por la puerta principal del instituto donde de seguro ya debe estar esperándome Jong in, sino por el estacionamiento y camino derecho.

La cabeza me ha dado vueltas últimamente y no sé si es muy propio de mi parte capturar mi frustración por saber quién era aquel chico...

No le había visto antes y ya sé que la ciudad es muy grande pero...¿porqué llegó hasta mí a hablarme como si ya me conociera?, ¿y esos ojos color carmín y de pronto color miel...?
No es algo normal de un ser humano.

Mi teléfono comienza a sonar, Jong in está llamándome y la inquietud de la calle solitaria me hace arrepentirme de haber tomado esta tonta decisión.

¿A dónde pretendo llegar con esto?

Acaso...¿quiero verlo otra vez?

Un sonido como el de una rama hace que gire tan rápido como puedo mi cuerpo, no estoy sola como creía que lo estaba.

—¿H..hola?

Me animo a preguntar a la nada.

—¿Hay alguien aquí?

El sonido del viento meciendo las ramas de los pocos árboles me hace casi enloquecer intentando buscar desesperadamente a alguien.

Y entonces creo verlo. Una figura a lo lejos, parece estar al pendiente de mí pero sin acercarse, sin hacer algún movimiento, que miedo.

—¿Hola?...

Mi garganta está comenzando a secarse, pero no recibo respuesta por lo cual veo conveniente irme.
Giro mi cuerpo y tomo con fuerza las agarraderas de mi mochila. Mi corazón late como loco y veo que es una buena idea llamar a Jong in para que venga a buscarme, no estoy tan lejos del instituto de todas formas pero no quiero volver y toparme con quien sea que esté tras de mí.

—¿Bueno?
—¡Jong in!
—¡Soo!, ¿dónde rayos estás?
—Estoy aquí en...

Miro hacia atrás pero no hay nadie en la avenida, todo está silencioso y me pone la piel de gallina, no me siento a salvo.

—¿Soo?

Mi teléfono cae al suelo, mi espalda me duele al ser llevada a la pared de concreto bruscamente haciéndome soltar un quejido de lo más grave, uno que jamás creí soltar en una situación nunca imaginada.
Vuelvo a ver esos ojos color carmín y aunque mi oxígeno se esté agotando al igual que mis fuerzas una parte de mí está satisfecha de haberlo encontrado.

Ghoul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora