Ghoul.

XLVI

—No, pero ¿recuerdas la vez que salí volando de la bicicleta porque tú pusiste el freno de repente?
—Porque le tenía miedo al perro de la vecina

Las calles de Daegu son lindas de noche, las luces de color púrpura, los árboles y la gente caminando mientras pasea a sus mascotas, todo le da un toque de película.

—Y pensar que ahora eres uno, pero uno grande

Lo que pensaba que iba a ser un comentario gracioso para Jong In no lo fue; su expresión ha cambiado, su sonrisa ha disminuido y su mirada se ha vuelto neutra.

—Bueno, no quiero hablar de eso

Soo lame sus labios y posa su mirada en otro lado que no sea su amigo.

—Claro

Silencio incómodo por algunos segundos, pero Jong in vuelve a mirarla.

—Ya no suelo ser parte de la manada, Soo

Los ojos grandes y castaños de la pelirroja lo miran asombrada.

—¿Cómo? —se detiene en seco.
—Dejé la tribu porque ese mundo me hizo mucho daño
—Jong, pero, la tribu es tu familia, ¿porqué decidiste dejarla?

Jong in lleva su mirada a conectar con la de ella.

—Quiero que el día en que decida casarme y formar mi familia eso no los afecte

La pelirroja se queda muda, algo dentro de ella le indica que es ella de quien está hablando, pero su mente trata de negarlo. —Bueno, quizá sea lo mejor si así lo quieres—El castaño baja la mirada.— Yo pienso volver a Seúl muy pronto

—¿Qué?, ¿porqué? —Jong in parece desconcertado con lo que acaba de escuchar.
—Bueno, quiero ir a mi casa, quiero arreglarla para ponerla en renta o quizás en venta, aún no lo sé, pero sé que mi lugar ya no es ahí
—Sabes que podría hacer eso por ti
—Lo sé, es solo que quisiera hacerlo yo. Esa casa la construyeron mis papás y quisiera pensar algunas cosas personales ahí
—Bueno, sabes que cualquier cosa estoy para ayudarte —toma su mano con suavidad. —no quiero que corras peligro otra vez
—Jong In... la última vez te pusiste fatal, no quiero que vuelva a pasar, yo no soy tu responsabilidad
—Yo prometí cuidarte
—Y lo has hecho siempre, pero soy dueña de mis propias decisiones. Tengo asuntos que atender en Seúl

El castaño trata de sonreír. No está para nada de acuerdo, pero al fin de cuentas Suni Soo siempre ha sido un alma rebelde, siempre decidida y aferrada a lo que desea hacer. Por lo tanto, el viernes de octubre Soo llegaba sin compañía de su padre a la ciudad de Seúl, donde su mejor amigo ya la esperaba con ilusión en la estación del tren.

—Si viniste —dice Soo con una sonrisa de oreja a oreja al encontrarlo entre la gente.
—Siempre estaré esperándote —abre sus brazos y la recibe en su calidez, esos brazos siempre le habían demostrado que ese es su lugar seguro, aunque...Soo muy en el fondo pensaba diferente.
—Tú cabello, ¡lo cortaste!

Ahora Soo tenía su cabello rojo hasta los hombros.

—Me sienta bien ¿a que sí?
—Todo lo que te hagas se te ve lindo, vamos a la cabaña, te tenemos una sorpresa
—Jojo...sabes que me ponen muy ansiosa esas cosas, no sé...¿qué es lo que debo hacer?
—Relajarte y disfrutar, ven —la toma de la mano y con la otra toma su maleta para así avanzar por el pasillo.

El camino en la furgoneta de Jong in era incomparable, la lluvia caía sobre el cristal de las ventanas, los pinos al adentrarse a la zona del bosque siempre han sido su parte favorita. El castaño la mira de reojo y sonríe.

—¿Gustas que te caliente un poco?

Soo lo mira y sonríe también.

—Claro —entonces comienza a recorrerse hacia su amigo y recarga su cabeza en su pecho mientras él conduce solo con una mano ya que con su otro brazo rodea a Soo con cariño. —Te extrañé desde la última vez que te vi
—Pero si me viste hace tan solo dos meses —sonríe más.
—Lo sé, es que...me gusta estar contigo

Y así era. Ya que cuando se encontraba sola una figura siempre la atormentaba en su mente...

JungKook.

No puede ser, puede llegar a perder la cordura. La simple presencia de alguien real como su amigo la tranquiliza, todo aquello la hizo reservarse y guardarse las ganas de conocer a otras personas o incluirlas en su círculo social, por eso Jong In es el elegido, hasta podría casarse con él para rehacer su vida y obligarse a olvidar, aunque eso es muy egoísta de su parte y lo reconoce sabe que no ha encontrado otra opción, así se vaya al infierno.
Al llegar a la cabaña todos los de la tribu la esperaban con una pequeña fiesta de bienvenida.

—¡Bienvenida!

Con tarta casera, globos y carteles, todo tan lindo, pero al parecer hay alguien en la sala que no está muy contenta con su llegada. Janette y Soo conectan con la mirada. Una sensación extraña recorre el cuerpo de Soo, como si no fuese del todo bienvenida, pero antes de reaccionar a aquello Janette se limita a darse media vuelta y subir las escaleras para su recámara.
No están mucho tiempo en la cabaña ya que Soo le pide a Jong in que la lleve a su casa aunque este le insista que se quede por esa noche.

—Estaré bien, estaré en casa, siempre me he sentido a salvo ahí
—Pero cualquier cosa que te haga sentir incómoda o asustada, ¿me llamarás?
—Te lo prometo

Ambos se miran un rato como si esperaran algo el uno del otro, Jong in baja su rostro poco a poco mientras Soo se queda inmóvil; Parece que Jong in lo piensa demasiado, teme perder a su mejor amiga más de lo que ya la ha perdido por lo cual se limita a solo darle un suave beso en una de las comisuras de sus labios, la pelirroja cierra los ojos y agradece ya que ella tampoco sabría de qué manera reaccionar por mucho que lo deseara.

—Descansa, pequeña Laka
—Descansa, Jojo...

Aquella noche pasó con tranquilidad, su casa aún permanecía con los muebles cubiertos con sábanas y la esencia de la familia sin duda ya no estaba. Ya hace mucho que había perdido aquello.
Su cama aún era como lo recordaba, se puso su pijama y se metió entre las cobijas acurrucándose en forma fetal abrazando sus almohadas. Ya no se siente más ella misma, lo sabe con claridad, es como si se hubiesen quedado con parte de su alma...

—¿Dónde estás?...

Nuevamente hablando con ella misma, cómo si JungKook fuese a saber lo que piensa en su soledad más obscura. Ojalá así fuera...