III

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Suni Soo toma su mochila, acomoda su falda y se apresura a bajar las escaleras corriendo para que su padre no la abandone antes de llevarla al instituto. La preparatoria la ha estado agobiando más de lo que imaginaba y de pronto otros problemas normales ya no eran prioritarios más que una buena calificación.

—¿Porqué tardas tanto?
—Perdón, se me ha hecho tarde

Dice la pelirroja al subir a la furgoneta. Suni Soo es una chica poco peculiar en Asia, su cabello largo y cobrizo, sus ojos grandes y piel pálida, sin duda una chica admirada por todos, no solo por su físico si no por su inteligencia aunque cabe destacar que lo distraída siempre ha sido parte de sí.

—Recuerda tener encendido el celular Soo

Ella toma su celular entre sus manos para enseñárselo a su padre y verificar que lleva toda la carga.

—Esa es mi niña

Soo rueda los ojos, sonríe por lo bajo y niega levemente, pues ella no se sentía tal cual una niña, el vacío a causa de la muerte de su madre fue haciéndola cada vez más y más fuerte ya que ahora tiene que realizar ciertas actividades como si fuese la mujer de la casa, su padre la llevaba a clases pero volvía hasta las diez de la noche y eso la está volviendo cada vez más solitaria y aislada de lo que debería ser, ¡como le gustaría hablar con alguien!, ¡como le gustaría que alguien fuese su amigo de verdad!

Un estruendo en el cielo grisáceo les advierte a todos que la lluvia está por comenzar mientras que Soo se apresura a bajar de la furgoneta y caminar hacia dentro del instituto.


Nowhere.

Las gotas frías de la lluvia comienzan a caer sobre el rostro de la pelirroja antes de que abra su sombrilla y se cubra con el.
Comienza a andar sobre el pavimento mojado y saca su celular para llamar a su padre, pero éste no contesta.
Resignada a que su padre debe estar más ocupado de lo usual decide caminar para tomar el autobús.

La espera en la parada del autobús y el transcurso sobre éste no incomodaron a la joven de diecisiete años de edad, tan solo se ha fundido en su propio mundo a causa de la música que escucha por sus audífonos; pero, a través de otros ojos, la tranquilidad no era más que el mejor distractor de su presa, los ojos de Jeon JungKook se tornan de un color amarillo casi acaramelado y sus pupilas se vuelven una línea tal cual depredador mientras observa a Suni Soo bajar del autobús.

¿Cómo pudo escapar del elíseo?, fácil, los vástagos siempre han sido unos estúpidos que creen que tienen todo bajo control y se les olvida que están tratando con un ghoul. Es verdad que Jeon JungKook nunca les ha desafiado hasta ahora, quizá por eso lo han subestimado tanto y es un chico que ha entrenado mucho las últimas décadas dejando así más de treinta muertos del sabbat en la entrada del elíseo.

Las delgadas piernas de la joven comienzan a moverse y esa falda de colegiala al ritmo de su andar.
Su mochila pesa un poco y el frío clima comienza a hacerla titiritar.
¿Es normal que por este callejón no haya suficientes personas andando?, a penas son las ocho y esto le preocupa de verdad a la pelirroja cuando escucha ruidos sobre las ramas de los árboles.

Mira hacia arriba y por instinto hacia atrás, pero no hay nada que la ponga a temblar.
Con cautela y sin dejar de estar alerta se inclina para tomar una roca y seguir avanzando a paso un poco rápido.

Las comisuras de los labios del pelinegro se levantan y lame su belfo después de imaginar el sabor de esa sangre.

—Te encontré

Susurra para sí mismo escondido entre las hojas de los árboles, entre la obscuridad y las tinieblas de este 4 de octubre.

Ghoul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora