XIII

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Si tan solo le hubiera hecho caso a papá y a Jong in...quizás yo no estaría aquí, pero el hubiera ya no existe.
El seguro de la puerta ya no sirve por la fuerza que ejecutó ese hombre sobre de este y no puedo esconderme.
Mi cabeza es un caos por lo cual no he dejado de llorar y culparme por mi desgracia.

Escucho los botines nuevamente sobre el mármol y me estremezco, no se me ocurre otra cosa que echarme bajo la cama y ya sé que es bastante estúpido pero en estos momentos no logras carburar bien.
Mi pulso se acelera, siento que mi corazón puede salirse de mi pecho y mi respiración permanece agitada; intento controlarme de todos modos, necesito hacerlo. Llevo ambas manos a cubrir mis labios en busca de ocultarme mejor del depredador aunque es más que claro que no tengo oportunidad. Quiero llorar, gritar, desaparecer, no quiero estar aquí esperando mi muerte.


Narra escritor.

Puede sentirla a kilómetros, ese aroma, el sonido que hace su corazón al latir y su respiración, sin duda quiere devorarla completa, pero no ahora.
La duda de Jeon incrementa por esa chica pelirroja.

El color de su piel y su perfume de fresas...seguro debe saber exquisita.

Sus pasos se detienen justo frente a la cama y una sonrisa se forma en sus labios por dicha ingenuidad.

—¿Puedes dejar de llorar?, las lágrimas le dan un sabor amargo a la piel —se pone de rodillas y asoma el rostro levantando un poco la orilla del edredón color tinto encontrándose con la menor y sus ojos cristalinos.

Aunque los detalles del rostro de Jeon JungKook son finos y atractivos, esas manchas de sangre en sus manos, labios y cuello asustan más de lo normal a Suni Soo, quien ahora sale disparada de su escondite, arrastrándose en el suelo hasta lograr ponerse de pie para echarse a correr.

—Hey, ¿así agradeces que haya salvado tu miserable vida de mortal? —pregunta con cinismo y con el ceño fruncido el pelinegro, colocándose frente al cuerpo de la ahora pálida Soo.

¿Con qué rapidez logran moverse estas cosas?, se pregunta la pelirroja sin comprender la ciencia tras de esto.

—P...por favor...déjame ir —suplica entre lágrimas. Lleva sus suaves manos al pecho de éste para aferrarse a su camisa y mirarlo a sus ojos color carmín.

La sonrisa del pelinegro comienza a descender, aquellos ojos grandes y largas pestañas bañadas en lágrimas...solo le hicieron recordar una cosa...

"—¡Mi bebé!"

Quizá tenerla tan cerca...de esta forma...tan débil y frágil...

Debería emocionarle, excitarle, ¿no es así?, ¿porqué entonces ha recordado a su madre en llamas pidiendo misericordia por él?

Borra sus recuerdos tras un parpadear, intenta concentrarse en el manjar frente de él pues todo mundo la desea y ella es solo para él, solo debe comerla en el momento indicado.



"Ella no tiene piedad , tiene al diablo en sus ojos."

Ghoul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora