Paradójicamente Perfecto

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En las profundidades de aquel templo submarino.

En la soledad de aquella habitación junto al mar.

Sus mayores miedos se estaban volviendo realidad.

-Si hubiera reconocido al dios antes de todo, quizás tendría la oportunidad de .....cambiar algo.... - se dijo a si mismo.

Había dado tantas vueltas por la habitación buscando no sentirse sofocado. Finalmente encontró algo de calma recostado en el umbral del ventanal. Ver aquellas aguas aliviaba un poco sus temores y su corazón ansioso.

-En alguna parte del interior del templo, Hades-san estaría a salvo- se repetía para aliviar su propia inseguridad.

Había tomado una decisión por ambos. Uno debía hacerlo aunque doliera.

-Hades - san.... - susurró el samurái sintiendo una presión en su pecho.

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-Si quieres salvarlo.... Debes venir conmigo - dijo el tirano de los océanos mirando el semblante del humano.

Kojiro miró hacia Poseidón. Sus ojos lo aprisionaban sin necesidad de utilizar su cuerpo. Rápidamente apartó la mirada hacia Hades. El inmortal temblaba ligeramente y su respiración entrecortada le dejaron sin aliento. Era como aquella vez en las afueras de la fiesta. Ese día, el dios lo salvó de su hermano menor. Su condición había empeorado, ¿Cómo era posible? - pensó el espadachin.

-Sasaki... - interrumpió el rey del Hellhiem correspondiendo la mirada del espadachin - no debes responderle... No debes hacer nada por mí

-Hades sabes que solo tiene una oportunidad. Después de todo, fui yo quien utilizó esa semilla. Solo puedes salvarte si así lo quiero - dijo con gravedad - pero se que mi Sasaki es inteligente solo necesita una prueba de lo que está pasando

En ese instante, con un movimiento de sus manos, Hades se desplomó.

Kojiro quiso acercarse a él pero fue detenido por el tridente del dios de los mares

-Hades está bajo mí control. Debes decidir, mí Sasaki- dijo manteniendo el arma frente al humano.

Poseidón sintió como su propio cuerpo se estremecía ante la idea. Conocía la pureza del luchador Sasaki Kojiro, a pesar de todo, lucharía por los demás.

Aunque estaba forzándolo, no quería destruirlo. Amaba a Kojiro con todas sus virtudes y defectos. No podría destruir su propia esencia jamás.

Rápidamente el humano miró hacia él.

-Lo haré, Poseidón - dijo el mortal como pudo. Salvar a su amado dios era la prioridad.

El tirano bajó su arma y tomó entre sus brazos al humano. Sasaki no opuso resistencia.

-Sasaki.... Sasaki... - dijo mientras se acercaba seductoramente a sus labios - será mejor irnos ahora.

Otra vez, un portal apareció cerca de ellos.

-¡Poseidón!- gritó el dios griego que yacía en el suelo. Con todas sus fuerzas, levantó su cuerpo y colocó una de sus manos en su pecho. Los efectos de la semilla había empezado a ahogarlo - Tendrás que matarme.... No dejaré que lastimes a Sasaki

Poseidón sonrió ante ese comentario. Su hermano estaba volviéndose tan patético como los dioses inferiores que osaban desafiarlo.

-Esto no tiene que ver contigo, Hades -san - dijo el humano.

-Sasaki, no lo hagas - gritó intentando ponerse en pie

El humano no respondió.

Y en pocos segundos, el portal despareció. Dios y humano habían abandonado la habitación.

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Respiró profundamente.

Cerró sus ojos otra vez. Cuántas veces ya lo había hecho. Sus propias heridas ya no le importaban. Solo debía esperar el regreso de Poseidón en esa habitación.

-Si obedezco a Poseidón, le daré tiempo a los demás para que encuentren a Hades-san. Y quizás puedan llegar a mí ... Pero no puedo- dijo rápido contradiciéndose - Eso solo empeoraría todo.

Unos golpes en la puerta le llamaron la atención.

-Sasaki ... - habló el dios de los mares mientras entraba a la habitación.

El humano no respondió.

Su calidez se estaba transformando en una frialdad que al dios le molestaba de sobremanera. Había sido paciente todo este tiempo pero tenía un límite.

Poseidón trató de acercase pero instantáneamente el mortal quiso apartarse del umbral y desviaba la mirada.

El dios griego levantó su mano para sostener el rostro del samurái con fuerza. Mientras que con la otra apretaba parte de su cuello.

-¿Acaso ya no soy digno de ti, Sasaki? - vociferó - ¿Ya no puedes mirarme? - dijo molesto. Antes era así. antes de Kojiro nadie merecía si quiera estar en su presencia, solamente sus hermanos.

Sasaki tomó la mano que sostenía su cuello. Aunque su fuerza no podía compararse al griego, no se doblegaría ante él.

-Poseidón, ambos sabemos que no puedo corresponderte. Te lo he dicho y quería al menos que todo terminara bien entre nosotros - El inmortal quitó lentamente su mano del rostro del samurái.

-No debes estar aquí. Por favor, vete - agregó el humano.

-Te lo dije aquella noche... - respondió el dios - yo te amo, Sasaki. Solo yo puedo hacerte feliz, tan feliz como cualquier dios.

- No deseo convertirme en dios - dijo Kojiro alejándose para sentarse sobre aquella cama. Aún seguía sin mirarlo - Cómo puedo hacer que lo entiendas... Poseidón.

-Sasaki, mírame... - expresó con cuidado y con ternura el inmortal.

-¿Debo ser más sincero contigo, Poseidon? - Tú solo has tratado de lastimarme. Participaste en la trampa de la fiesta, muchos de mis hermanos salieron lastimados por los dioses. Incluso Okita no pudo defenderse y solo porque querías .... Querías .... Tomarme. Fuiste en contra de mí voluntad - gritó finalmente.

Poseidón fijo su mirada en el samurái. Tenía toda la razón pero el fin justificaba sus medios. Solo así podía demostrarle lo importante que era el mortal para él. Tan importante que era capaz de destruir a todos por él. Decidió acercarse hacia la cama donde estaba el humano.

Su semblante había cambiado. Sasaki podía reconocer la tensión y el aura amenazante. Era como aquella vez en la arena durante la tercera ronda. Estaba en medio del más profundo océano sin forma de defenderse.
Solo, sin Hades, sin armas .... Sin ayuda.

-Kojiro... no te dejaré ir. Solo puedo hacer una cosa para cambiarlo: haré que me ames.... me lleve el tiempo que sea, haré que te enamores de mi.

Sasaki sintió como su corazón se estremecía. Antes de poder replicar, el dios salió de la habitación azotando la puerta.

Unos pasos más adelante, el dios de los mares dejó caer su cuerpo en la pared. Golpeó con fuerza la misma. Se sentía peor ante el rechazo constante de su humano pero no podía herirlo... Quería sus caricias, ansiaba besarlo otra vez y que le correspondiera.

Deseaba poder tocar su piel con sus manos, provocarle temblores de placer y escuchar sus gemidos. Gemidos solo y por él.
Quería ser uno y sentirse completo con el mayor perdedor de la humanidad.

Sasaki era paradójicamente perfecto...- pensaba mientras se dirigía hacia la salida.

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