Mar

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Había trascurrido un tiempo desde que había estado cerca del mar.

Se encontraba solo, sentado junto a la orilla de las aguas. Deslizaba suavemente sus pies sobre la arena, sumergiendo y mezclando tanto arena como mar.

Era una lugar sumamente hermoso y pacifico.

El sonido de las olas, la soledad y la vista infinita del horizonte marino, calmaban su agitado corazón.

En su situación actual, sentía un enorme remordimiento.

-Hades -san... -susurró pensando en lo que el tirano de los dioses le había dicho.

"-Kojiro... no te dejaré ir. Solo puedo hacer una cosa para cambiarlo: haré que me ames.... me lleve el tiempo que sea, haré que te enamores de mi."

-Ser obediente no podrá salvarlo....- dijo mientras se levantaba y fijaba su mirada en las profundidades invisibles que nacían frente a él.

Avanzó lentamente para adentrarse en aquellas aguas.

Cuando estuvo a la altura de su pecho se detuvo. Habia encontrado una superficie donde quedarse sin ir más allá.

La frialdad lentamente comenzaba a tornarse cálida. Su corazón se estaba acostumbrando a la temperatura y su cuerpo ya no se sentía incómodo.

-Esto es como nosotros ... - dijo el mayor perdedor de la humanidad - Éramos rivales durante el Ragnarok, pensé que jamás podría perdonarme por haberlo asesinado. Cuando vino a verme pensé que me mataría pero solo estuve a mí lado en silencio.

Miró hacia la orilla, Proteo había dejado una vajilla con comida para él. El sirviente de Poseidón era sumamente responsable y nunca había intervenido en su acciones. Solamente lo vigilaba a distancia.

- Poseídon quiso conocerme, le dió una oportunidad a los humanos. Ambos fuimos acostumbrándonos al otro- cerró sus ojos de pronto. Una brisa marina había acariciado su cabello azabache. Levantó su mano para despejar su vista. Sin querer, tuvo que retroceder unos pasos.

Sintió el corte. Algo lo había herido. Intentó moverse pero no podía salir. Una especie de planta acuática lo evitaba. Intentó sumergirse pero la misma superficie se había desmoronado antes que pudiera hacerlo.

Iba a caer.

En poco tiempo todo su cuerpo estuvo cubierto por el mar.

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-Es bueno que aún estás vivo, hermano mayor - expresó el dios sin ninguna emoción.

Constantemente realizaba visitas a dios del Hellhiem para asegurarse que su condición fuera estable.

En su interior, no quería matar a Hades. No hasta que cediera y que Sasaki lo haya olvidado.

Aún no entendía cómo ambos estaban juntos. Aunque no le parecía imposible que su humano fuera capaz de despertar el interés en otros dioses.

Sasaki Kojiro tenía una gran reputación y todos los panteones lo reconocían.

Hades no respondió.

Había dirigido parte de su fuerza en contrarrestar los efectos de la semilla.

Poseídon apretó su mandíbula. Odiaba que lo desobedecieran.

-Supongo que quieres saber de él. Solo puedo decirte que está a salvo - comentó el dios del mar

-¿Él se encuentra bien? - expresó el inmortal que yacía encadenado frente a él.

-Hades, mejor piensa en ti. Ambos sabemos que tu fuerza tiene un límite - expresó amenazante

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