No es posible...

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¿Cuando había sido la última vez que había estado en aquella ciudad?

¿El día en que terminó el asedio?

¿Cuando murió el héroe troyano, hijo de Priamo?

¿Quizás cuándo incendiaron la ciudad?

No lo recordaba.

Nunca imaginó que volvería a verla.

Aunque los humanos no olvidaron, muy pocos dioses conservaban intactas sus memorias sobre la Guerra de Troya.

Hades avanzaba siguiendo los pasos de Poseidón. No le llevó mucho reconocer el templo submarino que yacía en las ruinas.
Pensó que todo había sido destruido con el incendio en manos de los guerreros griegos. Esa había sido su propia venganza. Dejar en cenizas a una tierra próspera y de grandes riquezas.

Ningún dios hubiera imaginado que aún existía. Seguramente su hermano y Apolo habían logrado salvarla. Les habría llevado bastante tiempo restaurarla.

Era el escondite perfecto para no ser detectado por los inmortales en el Valahalla.

-"¿Acaso, Poseidon desde hace mucho queria...? "- ese pensamiento lo tenía en vilo hasta que escuchó la propia voz de su hermano.

-Vaya, aún no ha llegado - comentó el dios de los mares sin verlo, dándole la espalda y con cierto hastío.

Su voz delataba impaciencia.

-"¿A quién esperas?" - pensó para sí mismo el mayor.

Debía pensar en la mejor solución para todos. Aunque estuviera en manos de Poseídon, el mayor riesgo recaía en aquella semilla.

Una semilla del Inframundo que lo tenía sometido a la voluntad de su hermano menor.

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-¿Hades - san? - preguntó con una mezcla de preocupación y de sorpresa el samurái.

Hades no debería estar en la mansión, había pensado que el dios se había marchado con Belzeebub. Sabía que debían hablar algo urgente.

El dios dió unos pasos hacia delante para después cerrar la puerta detrás de él.

El humano se estremeció.

El inmortal rápidamente se alejó de la entrada y comenzo a acercarse hacia la cama.

Hades se sentia completamente hipnotizado, no podía dejar de admirar cada detalle de aquellos ojos humanos que lo observaban.

Por su parte, Sasaki sentía más nervios que nunca. No se consideraba un cobarde, incluso había podido declararse a Hades con todos los sentimientos que lo abrumaron, sin embargo, era la primera vez que estaban solos.

La primera vez que temía.

Sasaki no entendía por qué su cuerpo se tensionaba. Su precognición no era tan exacta como antes y los escenarios que podía ver no tenían sentido para él. En todos ellos, ninguno de los dos salían heridos.
No había ningún peligro.

Solo estaban Hades y él.

El inmortal avanzaba deleitándose con la mirada ambarina. No le llevó mucho llegar hasta él.

-¿Sucedió algo malo? - preguntó ante su incertidumbre el humano - ¿Te encuentras bien?

Kojiro sabía que habían pasado demasiadas cosas y si había una amenaza latente, necesitaba saberlo

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