Primer Amor

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Llevaba más de medio día tratando de encontrarla.

Era la única que podía hacerlo. Los demás aún seguían los rastros de Poseidón.

Otros, estaban pendientes del estado del dios Hades.

Brunildha le había dicho que las deidades de las naturaleza, sobre todo ninfas, pasaban su tiempo en el vasto mundo humano. Para ellas, era natural su conexión con Midgard. En consecuencia, muchos habían perdido su rastro y no era nada sencillo recuperarlo.

-Ella ya no se encuentra aquí. Has llegado tarde, pequeña semidiosa- expresó una de las ninfas a la décimo tercera Valkiria con una sonrisa mientras peinaba sus cabellos en la orilla del río.

-Eso no es nada bueno. Necesitamos de ella. ¡Es importante! - gritó llamando la atención de los presentes. No quería hacerlo, solo pensaba en voz alta.

-Supongo que los nórdicos no educan bien a sus guerreras - dijo una voz femenina imponente. Le produjo un estremecimiento. Era alguien importante, eso transmitía.

La valkiria dió media vuelta para estar frente a la dueña de aquel reproche. Se quedó helada. Era una diosa olímpica, hermana de Zeus, Poseidón y Hades.

-Disculpe, lo lamento... yo ... yo...pero es importante. Debo encontrarla. Necesitamos que regrese al Valahalla - expresó con rapidez casi sin aliento.

La diosa bufó para después sonreír.

-Ella ya está en camino. De alguna manera lo sabía. Deberías regresar con las demás guerreras y no pierdas el tiempo aquí - dijo la diosa para después alejarse.

Goll observó a la inmortal con incredulidad. Definitivamente, sentía que a veces era una completa inútil.

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Al mismo tiempo, en las afueras del Olimpo el emperador había llegado.
Retenido por dioses inferiores que lo miraban con miedo. Sabían de su fuerza y su temperamento. No obstante, debían obedecer.

La amenaza del dios Zeus contra todos en el panteón había sido demasiado clara.

El emperador miró de reojo el recinto.

Como sospechaba, había un aumento de su vigilancia. Otra razón para pensar que Zeus iba contra ellos.

Le molestaba no poder acercarse con comodidad. Aunque, sonreía, eso nunca fue un verdadero impedimento.


Empujó a los dioses como cartas a su lado. Entró por la puerta principal.
Causando conmoción a su paso.

-Llevenme con Hermes - ordenó bajo la mirada atónita de guardias y sirvientes.

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-Emperador - dijo el dios aludido al verlo entrar en la sala de reuniones.

-Hermes me temo que ya no puedo esperar más por tu información - dijo sin reparo y directo

-Lo sé, es demasiado evidente - dijo señalando a los demás dioses - salgan de aquí y no le digan nada a Zeus - amenazó haciendo que todos salieran sin dudar.

Qin Shin Huang se acercó al dios. Pudo ver marcas de golpes en su rostro. ¿Acaso, Zeus...?

-¿Cómo sigue el dios Hades? ¿Ya han podido encontrarla? - interrumpió el dios griego

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