Dolor

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Dolor.

Un insoportable dolor.

Estaba muriendo y sin poder haber hecho algo más.

-Sasaki - balbuceaba ante la mirada de la diosa  y la Valkiria.

Había logrado mantenerlo con vida. Solo quedaba esperar que su propia fuerza se fusionara con los poderes recibidos.

Gran parte de sus heridas habían sido curadas y estaban cicatrizando.
Pero, aún seguía sin despertar.

-¿Aún no hay señales del humano, Brunildha? - preguntó la diosa mirando al dios - si despierta sin saber nada de él...

-No tenemos ninguna noticia - respondía la líder de las guerreras - el padre de la humanidad y otros Einherjar están buscando en las ruinas del templo de Poseidón.

-¿Crees que puedan encontrarlo? - dijo con preocupación la inmortal.

-Con Hades pudimos llegar a tiempo. Espero que con Sasaki Kojiro suceda lo mismo.

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Podía sentir en cada parte del cuerpo su corazón agitado.

Podía ver  la distancia infinita que se abría frente a él desde que logró salir del aquel templo.

No quería detenerse.

Apenas podía repetir el movimiento de sus piernas cansadas.

Tanto dolor.

Tanta necesidad de ver a Hades.

-"¿Podré verlo una vez más?"- pensó con temor.

Había logrado llegar al jardín y ya podía ver parte de la arena donde había enfrentado a Poseidón.

-Él puede encontrarme. No debo parar - se repetía una y otra vez en voz baja apenas audible.

Desde el templo, Poseidón lograba sostenerse con poca dificultad. Distinguió al humano corriendo sobre el jardín. No había rastros de otro dios cerca.

No tenía tiempo.

Debía detenerlo antes que alguien lo reconociera.

Desde aquella ventana el inmortal saltó.

Al mismo tiempo, Sasaki empezaba a perder el control de si mismo, le costaba respirar al grado de sentirse asfixiado.

De todas sus batallas, de todos sus enfrentamientos era la primera vez que su cuerpo no podía responderle.

¿En este preciso instante, debía sentir todas las debilidades del cuerpo humano?

¿Por qué no soy más fuerte?

¿Cómo puedo regresar a él?

-Él vendrá. Poseidón está cerca - le decía su precognición pero cada intento por moverse le provocaban un dolor insoportable. Similar a mil lanzas atravesando sus piernas.

De pronto, el cuerpo casi se desploma sobre el suelo. De alguna manera, pudo extender sus brazos y resguardarse sobre un gran sauce. Apoyándose en su tronco con sus manos, vacilaba.

-Hades, por favor... Esperame. Regresaré - repetía como una súplica.

-....Sasaki... - escuchó a su espalda los jadeos del inmortal.

Antes de poder verlo por completo, Poseidón lo empujó aún más contra aquel árbol. Inmovilizó sus manos entre las suyas. No había espacio para poder escapar.

Sus rostros estaban cerca y sin anticiparlo, Poseidón tomó el semblante del humano y lo besó con toda la desesperación contenido por tanto tiempo.
Antes había probado sus labios, antes lo había engañado. Ahora por fin, era él quien besaba al mortal.

Bruscamente, se aferran al cuerpo ajeno. El einherjar no podía respirar, aún sentía sus propios latidos en sus oídos.

El dios no se detenía y liberó una de sus manos para quitarle aquella vestimenta al mortal.

Sin su haori, su cabello suelto caía como una cascada sobre sus hombros desnudos.

El humano temblaba de impotencia.

-Sasaki - repetía el dios mientras besaba con fuerza, dejando cada vez más marcas - te haré mío... - expresó con gravedad como si estuviera reclamando su tesoro ante el mundo.

En esa noche, en ese pequeño mundo, Sasaki pudo verlo.

El resultado de esa noche

-No.... Hades... - expresaba ante las caricias furtivas del dios, empujando, golpeando cuando podía.

El inmortal se enfurecía con aquellas palabras. Pero, ya no lucharía más.
Tomaría a Sasaki Kojiro de una vez por todas. Lo haría para que jamás pudiera olvidarlo. Para que el recuerdo de Hades, no fuera lo único que Sasaki Kojiro, el primer vencedor del Ragnarok, conservará en su memoria.

-No importa si me odias ... - decía entre jadeos y gemidos. El einherjar miraba con impotencia su propia debilidad - Sasaki... Acabaré con este sufrimiento por ambos - dijo el tirano de los mares.

El humano cayó al suelo.

En un intento desesperado cubrió su cuerpo tratando de defenderse.

Por su parte, Poseidón no dejaba de contemplarlo. Sus deseos solo se intensificaban con cada acción del mortal.

Era perfecto para él.

Su piel le invitaba a reclamarlo. Recorría con su mirada azulada cada detalle en el cuerpo: cicatrices de batalla, rasguños por su propio esfuerzo tratando de escapar, gotas de sangre seca que se mezclaban con el sudor y aquellos ojos ámbar  tan desafiantes pese a estar en desventaja.

-Te amo - dijo antes de acercarse nuevamente como si un poder invisible lo atrajera al humano.

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