Escape

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Llegó tan rápido como pudo.

Los demás sirvientes se habían dado cuenta, seguramente, por su andar furtivo y su mirada expectante cuando lo vieron.  Sumido en una sola idea, Proteo no podía pensar en nada más.

Por una vez, durante cientos de años de servicio, no obedecería.

Abrió la puerta casi con fuerza. Sus propios nervios le estaban jugando una mala pasada. Debía medirse, no quería alertar al señor de los mares.

Sasaki Kojiro aún no despertaba. Seguía inconsciente en aquella cama sin dar señales. Aunque él mismo lo revisaba constantemente y corroboraba que tenía buen estado de salud, por alguna extraña razón, el humano se negaba a despertar.

Proteo observó a su alrededor, las vestimentas japonesas estaban ahí un mueble cercano. Tomó todo lo que pudo, a una velocidad inimaginable. De golpe algo cayó al suelo.

-"No pensé que aún la conservaría"- pensó sosteniendo entre sus manos la katana de aquel samurái. Estaba tan cerca de él que quizás hubiera podido defenderse de su señor. Más recordó que sin su Valkiria, prácticamente, los mortales estaban indefensos ante cualquier dios.

Otra idea vino a su mente. A veces la fragilidad humana era un verdadero problema.

-"Debo ir por comida para él, también" - se repitió. No sabía  cuántos tiempo la situación seguiría de esa forma. Rápidamente se acercó a la cama. Tomó entre sus brazos al humano. Era ligero, extrañamente ligero. A pesar del movimiento, el einherjar no se inmutó.

Antes de salir, revisó por última vez la habitación. Ya no quedaba nada. Nada útil.

Así, brevemente, había dado el primer paso para su plan.

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Mientras tanto en el Inframundo, los tres humanos y el dios se acercaban al salón principal.

Similar a un templo, imágenes y esculturas de los eventos mitológicos más trascendentes estaban ahí.

-Es impresionante - dijo con admiración el científico. Nunca había sido su fuerte la literatura universal. Sin embargo, había sido un gran lector. Muchas de aquellas escenas habías sido cantadas por aedos a lo largo de la historia. Incluso su imaginación había intervenido. Por primera vez, la viva imagen de lo que sucedió estaba ahí.

-Él siempre quiso recordar - expresó el dios mensajero Hermes - el dios Hades es uno de los pocos dioses que quiso conservar los eventos pasado sin ningún interés egoísta. Para él, era la huella de sus vidas y los dioses que no lo veían, eran débiles e idiotas.

-Se ve bien - expresó el emperador Qin con algo de humor- cada vez hay menos brecha entre los dioses y nosotros.

-Oh.... Yo también lo creo - contestó otra voz masculina cerca de ellos.

Los cuatro ingresantes la reconocieron al instante.  Era la razón de su búsqueda, en primer lugar.

-Tranquilos, pasen. Esta es su casa mientras estemos aquí- dijo en broma como costumbre para después, dejarse ver ante los demás.

Flotando, miraba con atención a los presentes. Si los humanos estaban ahí, seguramente habían descubierto el plan de Poseidón.

-Te tomas demasiadas libertades, Loki - dijo el dios mensajero acercándose amenazante.

Loki bufó en respuesta. Sin darle importancia al comentario, se dirigió hacia el trono de Hades.  Estaba demasiado cómodo para salirse de allí.

-No deberías ser tan aburrido, Hermes. Ya veo por qué el dios de los mares no tiene interés en ti - agregó con picardía.

Ese comentario mordaz no pudo provocar nada en el griego. Por alguna extraña razón, había desarrollado una especie de armadura contra los comentarios de Loki. Era ignorado completamente. Estaba demasiado acostumbrado que solo le restaba importancia.

-Supongo que ya sabes por qué estamos aquí - comentó el emperador.

-Me temo que sí, sus caras son bastantes fáciles de leer.

-Dí lo que sabes, Loki - ordenó el griego- No sueles estar aquí. Y no creo que simplemente quieras evitar que te encuentren. Ya Caronte nos ha dicho lo que sucedió - Loki vió con interés al dios. Cruzó sus piernas, apoyó uno de sus brazos sobre el trono para después descargar su cabeza sobre él.

-Supongo que no tienen tiempo. Pero, no puedo ayudarlos sin nada a cambio. Ya saben es mí filosofía. Siempre debes dar lo mismo que recibes - sonrió el nórdico.

-Realmente es un dios insoportable - declaró el francotirador mirando a sus hermanos mortales - desearía matarlo de una vez.

-¿Que es lo que quieres, Loki? - preguntó con enojo el emperador - si acaso deseas enfrentarnos, no tenemos ni gun problema en cumplir tus deseos.

-Me temo que lo que quiero es mucho más interesante - dijo el dios de las mentiras para salir de su posición y adoptar una más erguida en aquel trono - si quieren información sobre Poseidón y Hades, entonces deben traerme al enano hasta aquí

-¡Maldito! - gritó el francotirador. Él había encontrado a Okita. Había visto como su cuerpo había sido atacado por el dios frente a él.

-¡Está demente! - gritó al mismo tiempo el científico.

-¿Tienes idea de lo que estás pidiendo?- preguntó amenazante Hermes - No estás en posición de negociar.

-Ustedes tampoco. Si no consiguen la ubicación de Poseidón posiblemente haya más muertes que lamentar - comentó con picardía

-¿Qué garantías tenemos de que no le harás daño? - expresó el Qin Shin Huang. Sabía que estaban arriesgando demasiado. Sin mencionar que aún debías saber cómo seguía emocionalmente  el samurái Okita Soji.

-Digamos que le hice una promesa aquella noche que lo visité. No deberían preocuparse

Qin miró hacia sus hermanos. No tenían ningún interés en llevar a Okita a reencontrarse con el nórdico. Más, las palabras de Loki resonaron en su mente. Realmente Sasaki y Hades podrían estar en peligro.

-Está bien, dios. Podrás ver a Okita, pero no no aquí y mucho menos solo - declaró el emperador.

Loki bufó ante la respuesta. Practicamente había ganado algo de tiempo estado en el Inframundo. Más aún no conocía la forma de curarse. Si salía hacia el Valahalla, posiblemente moriría.

-Está bien, humanos. Iré con ustedes, pero solo hablaré después de verlo- sentenció el dios para luego caminar hacia ellos y dirigirse con cierta emoción a la salida del palacio.

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