Poseidón

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Poseidón era su nombre.
El "tirano de los mares" y el " dios perfecto" sus epítetos.

Conocido por su fortaleza y carácter frío, nadie había sido capaz de enfrentarse a él y sobrevivir.
Su propio hermano, Adamas, fue asesinado por él. Entre los crimenes que había cometido, figuraba también el nombre de su única esposa, Anfrite.

Sin embargo, ya no era el mismo tirano de antes. ¿Cuál era la razón?
¿Por qué he cambiado así?-pensó el dios.

Solo una respuesta era la correcta.

-Sasaki Kojiro- susurró mientras se acercó a su rival con sigilo, le encantaba la sensación de sentirse el depredador cazando a su presa.

Un Sasaki entrenando era una imagen perfecta que lo deleitaba demasiado. Era como si la realidad desapareciera y solo la esencia de ese humano le bastara para sentirse vivo.

Su agilidad, sus labios entrecerrados que controlaban su respiración y agitación.
La mirada de concentración que proyectaba hacia un punto fijo y luego , un desplazamiento demasiado rápido para el ojo humano que daba el golpe mortal.
Su estilo era sumamente elegante y mortífero.
El griego pensaba en la perfección que el propio samurái tenía. Una que lo llamaba desesperadamente a seguirlo para lanzarse al vacío.

La primera vez que vió a Kojiro entrenar había sido luego de finalizar el Ragnarok. Quienes perecieron fueron revividos, entre ellos estaba él.
Inmediatamente buscó al humano con quién se enfrentó en la tercera ronda.
Un japonés anciano, con la única fama de ser "el mayor perdedor en la historia de la humanidad".
Caminó lejos del templo hasta llegar a las afueras de la arena donde habían combatido.

Algunos dioses inferiores que encontró a su paso, luego de verlo, le dijeron entre llantos y súplicas que su "presa" debería estar junto a los demás humanos en el campo de entrenamiento.

Poseidón siguió su camino, no estaba lejos. La adrenalina solo aumentaba en su cuerpo.

Martarlo era poco, debía torturarlo, quizás destrozar su cuerpo como había hecho con el suyo.

Toda la humillación a la que fue sometido era su motivación.

Lo mataría sin importar las consecuencias.

Ningún humano o dios podría frenarlo.

Poco tiempo después, se encontraba en una de las entradas al campo de batalla. A medida que la luz crecía y la oscuridad del pasillo se disipaba, sus ojos se posaron en un punto fijo.
En ese momento, todo cambió. No contaba que al ver la práctica del humano todo se colpasaría.

Se quedó estático en la entrada, las sombras podían cubrir su cuerpo y su arma. La escena que se presentaba ante sus ojos era idílica y radiante.

Dos caudales de agua rodeaban un espacio de tierra y en el centro del mismo, Sasaki Kojiro estaba balanceándose en un ritmo tenue y calmado. Sus manos se movían al compás de una música muda y efímera.
El kimono de oro y la bufanda escarlata pese al desgaste del tiempo, fluían como seda entre las olas de aire y polvo. Todo había sido producido por los movimientos en cada estocada de la katana del samurái.

Por último, el cabello azabache solo completaba la armonía de su rival.
Aquella cabellera plateada había mutado en la noche misma, era el manto nocturno más profundo que las sombras del propio océano.

Poseidón sentía como su pulso se había acelerado. Lo delataba el sonido de sus propios latidos en sus oídos.

Un estremecimiento total, seguido de un suspiro se escaparon involuntariamente de su ser.

"No puedo apartar la mirada. ¿Ese humano tenía esa gracia en nuestra batalla? " Pensó intentando dar un paso hacia delante pero no lo consiguió. Por alguna razón, su cuerpo no le respondía. Solo su vista estaba atrapada en ese baile de práctica de su rival.

-"¿Por qué?, ¿Por qué no puedo acercarme? Quiero que dure para siempre. Simplemente esta sensación es.... - pensó sosteniendo con fuerza su tridente- Acaso ¿deseo ser yo el único que pueda verlo? " - en ese instante, el espadachin se detuvo.

Uno de los humanos luchadores del Ragnarok se había acercado a él. Tenía las mismas vestimentas que Kojiro pero con otros colores.
Por sus gestos, Poseidon interpretó que estaban hablando.
De pronto, el otro humano se dió la vuelta para regresar. Sasaki le sonrío envainando su katana para seguirlo y marcharse de la arena.

El tirano de los mares lo comprendió.
-" Esa sonrisa" - pensó observando como Kojiro se alejaba - No puedo dejarlo ir- sentenció para despues retroceder sobre sus pasos y salir. Finalmente se alejó de la arena olvidando su venganza.

De nuevo al presente, el dios de los mares seguía con la misma emoción dominando su cuerpo y su mente. Si antes odiaba a su rival, ahora sentía admiración y deseo. Ningún humano era tan fuerte, analítico, inteligente, valiente y por sobre todo, amable.

Todos bajaban su mirada y se doblegaron ante su poder. Eran inferiores y vulgares para desperdiciar tiempo en ellos.

Sasaki Kojiro, en cambio, nunca apartó su vista y lo que es más importante, lo obligó a verlo a los ojos para al final matarlo.

-Sasaki Kojiro- dijo en un tono tan suave que nadie creería que había sido su voz.

Kojiro no se inmutó. Seguía dándole la espalda y practicando.
Poseidón sintió una leve molestia. Todos debían obedecerlo, no al revés.

-Sasaki- terminó expresando casi en un gruñido.
Esta vez, el espadachin sí lo escucho y se sorprendió de lo cerca que estaba el dios.

-"¿Poseidon? ¿ En qué momento llegó hasta aquí?"-; pensó mientras detuvo su ataque.

-Ohayō, mocoso- dijo con una leve sonrisa- no me dí cuenta que estabas aquí, ¿necesitabas algo?

-Vamos al lago, quiero mostrarte algo- comentó tranquilo el dios. Seguía mirando a esos ojos ámbar delante de él.

-¿Puede ser otro día?- fijo Sasaki con confianza - La verdad que estoy practicando y me gustaría seguir con mí entrenamiento

En su interior, Kojiro recordaba la amenaza de Hades. No le temía a su ira pero no quería ver a Poseidón por ahora.

El dios de los mares sintió otra punzada en su pecho. "¿Estaba rechazando?. Después de invadir el territorio humano para verlo."

-¿no quieres verme?- dijo con claro enojo que no pasó desparcibido para el samurái.

El Einherjar se acercó al dios.

- estoy ocupado. Solo es eso - dijo mirando directo a los ojos zafiros - Puedo verte en otro momento, deseo seguir practicando, Poseidon

-Sasaki, yo...- pero no pudo terminar ya que Hirst intervino.

-Sasaki! Debemos irnos, los demás nos están esperando en la ciudad de los humanos - dijo Hirst interponiendose entre ambos. Poseidon mataría a esa valkiria en cuanto tuviera oportunidad, nadie podía apartarlo de su rival.

-¿ya es hora?, Brunilda va a matarme si no llego a tiempo otra vez- dijo el samurái rascándose la nuca - supongo que nos veremos otro día. Adiós Poseidón- hizo una pequeña reverencia para despedirse.

Hirst se adelantó pero cuando Kojiro iba a seguirla, el dios de los mares susurró:

-Sasaki Kojiro, está noche nos veremos en el lago

-No, los Einherjar no podemos....- expresó con cierta molestía el espadachin

-ven y no te retrases- dijo el dios para alejarse mientras el samurái lo seguía con la mirada.
Unos segundos más tarde, retomaba su camino mirando de vez en cuando la figura de su antiguo enemigo.

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