"Parte 5"

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"No importa lo que soportas,
Sino
Cómo lo soportas".
—Séneca.




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Omnisciente

Zack podía jurar en ese momento que su corazón era capas de palpitar tan fuerte que podría romperle los tímpanos, se había aferrado a Cassydi tanto como pudo y lucho aun más por no desmayarse ante los golpes que había recibido con algunas arrecifes al ser arrastrados por las olas de mar, había cubierto a la chica con su cuerpo con cada sacudida recibiendo cada imparto él mismo.

Apenas salir del agua se encontró totalmente desorientado, arrastro como pudo el cuerpo de la chica a su lado y reviso que aun estuviera con vida, estaba inconsciente y su respiración completamente errática, Zack no dudo en ponerse de pie y tratar de ubicarse donde estaban, aun era de noche, y lo mas pronto posible debían de salir de la orilla del mar para que no los encontraran.

Zack estaba en un vaivén de la conciencia y la inconciencia, rogaba que las runas que aquel chico rubio le había activado aquella tarde le duraran lo suficiente como para llegar a su destino.

Con las piernas tambaleantes cargo a la albina en su espalda y agradeció que la noche los cubriera, ya que no llamarían la atención por su aspecto. Los ojos indiscretos no se alterarían al ver a una chica inconsciente siendo llevada por un chico que la casi la doblaba del tamaño cubierto de sangre y completamente empapados.

Sus pies se movieron solos, se movía por las calles como si hubieran pasado años recorriendo aquellas zonas, debía agradecerlo ya que no estaba completamente dentro de sus sentidos.

En su memoria se repetían las imágenes de un camino trazado en su memoria gracias a la bruja, y lo supo, cuando su destino estaba a mitad de camino un portal apareció frente a el dejan ver a aquella imagen del hombre que se repetía en su cabeza, sus piernas dejaron de luchar, como si la magia abría cumplido su propósito.

Cayo de rodillas en un golpe seco y antes de que tocara completamente el suelo fueron sostenidos.

—Te tengo. –escucho la voz del hombre antes de perder el conocimiento.





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El gran brujo de Brooklyn aquella noche deseo poder clonarse, en el momento en el que su noche era relativamente tranquila y revisaba cada 15 a 10 minutos las salvaguardas que había dejado por la ciudad, su ascensor anuncio la llegada de alguien.

Con ligero aburrimiento y fastidio se dispuso a recibir a su invitado no invitada, esperando muy en el fondo que no fuera cierto nuevo protegido que había aceptado y ya comenzaba a arrepentirse.

La sorpresa que se llevo fue que aferrándose a las paredes de aquel elevador se encontraba otro vampiro casi completamente desfigurado por quemaduras de sol.

Con cuidado y dándole palabras de apoyo a su viejo amigo lo llevo hasta un sofá individual y comenzó a curarlo, el vampiro estaba demasiado débil porque cuando acabo con lo exterior lo dejo descansando para preparar una posición para mejorar su estado, este necesitaría sangre pero en aquel apartamento ya no conservaba almacenes de esta.

Apenas había comenzado a reunir lo necesario, la puerta repiqueteo bruscamente con golpes para luego sus alarmas de las salvaguardas resonaron al mismo tiempo. Su pequeña luz estaba en tierra, rápidamente abrió la puerta sin ver quien era el invitado no invitado y corrió a revisar la ubicación de la joven, había comenzado a moverse desde la orilla de mar, deduciendo que se dirigía en su dirección.

Cuando el brujo se preparaba para abrir un portal en las coordenadas de su hija los gritos en el salón principal llamaron su atención, claramente molesto vio como ambos vampiros discutían, mientras que el mayor estaba claramente dispuesto a matarlo pero por su estado tan solo podía acorralarlo.

—¡Suficiente! –grito separándolos bruscamente a lados opuestos de la habitación, se paro en medio, reviso nuevamente las coordenadas de la pequeña y abrió el portal. —Quietos. –ordenó.

Ambos vampiros quedaron estáticos, el tono de voz del brujo no daba elección a desobedecerlo, tan solo se limitaron a acomodarse a cada lado del lugar dirigiéndose protestas, insultos y miradas despectivas.

Magnus apenas cruzar el portal buscando con la mirada a su hija, ansioso  por verla quedo estático cuando reconoció su cabellera blanca, pero esta estaba siendo cargada por un muchacho que poco o nada se le hacia conocido, estaba dispuesto a atacarlo para que la soltara, pero al ver que cuando este apenas lo distinguió cayo de rodillas revelando el mismo estado maltratado corrió justo a tiempo deteniendo su caída.

Los traslado rápidamente por el portal, apenas cruzarlo ambos vampiros lo pararon su discusión y centraron su atención en él, tras él un joven flotando tras de él y la joven albina entre sus brazos.

—Revísenlo y vigílenlo. –ordeno y dejo al chico en el suelo, ni siquiera los vio o dio oportunidad a discutir, su atención estaba tan solo en su hija que llevaba en brazos.

Lo primero que Magnus notó al sostenerla era que los latidos de su corazón eran casi inexistentes, la coloco delicadamente en la cama.
El gran brujo de Brooklyn mordió su labio mientras extendía magia por todo el cuerpo de la chica, la imagen de ella en ese estado se grabarían en sus pupilas, en su memoria para todo su vida.

Estaba pálida y golpeada, las venas de sus brazos estaban ennegrecidas, al ver su rostro encontró que las venas de sus mejillas y las cines se encontraban igual.

Las cosas se movían de un lado al otro, el brujo preparaba todo lo que creía que necesitaría para curarla, se preguntaba cuantas veces mas sentiría esto, esta impotencia de verla casi al borde de la muerte, una tras otra, las botellas caían bruscamente cuando no tenía el resultado que quería.

No sabía que mas hacer, estaba probando todo, su magia la mantenía estable pero algo faltaba, algo le faltaba, no era sangre, no necesitaba restableces sus fuerza se notaba estable, su cuerpo había recupera su color, su venas habías recupera su estado natural, pero ella no reaccionaba, su corazón no parecía querer latir más.

Tomo su mano delicadamente mientras la subía a su regaza para hacerla beber otra posición.

—Vamos mi pequeña, no puedes hacerme esto cada vez. –suplicó. —Estarás castigada por el resto de tu vida, que quede claro. –sonrió amargamente mientras la volvía a acomodar, la observó expectante por unos segundos antes se pasas sus manos por su rostro bruscamente, sintiendo la humedad de sus ojos, camino de un lado al otro por medio de la habitación sin saber que mas hacer.

Un grito de frustración hizo que todo lo que había en la habitación callera o se hiciera añicos, había mandado una ola de magia por el lugar, y ahí, un leve movimiento, fue como si la chica había absorbido la magia del brujo.

Eso no era posible, al menos eso se repetía él, los únicos que necesitaban la magia para vivir eran los brujos, la necesitaban tanto como la sangre que corría por sus venas.

A paso apresurado se acerco a ella y canalizo su magia directamente a ella. Si bien uso magia para curarla o tratar de hacerla reaccionar, era muy distinto a canalizar su magia en ella, para ella, como una transfusión de sangre.

Su corazón latía, mas y mas fuerte, su frecuencia era normal ahora, la vio removerse y sus parpados luchando por abrirse.

–Pa… Papá? – murmuro para luego quedar nuevamente inconsciente.

—Mi Luz… –acaricio su rostro mientras le besaba la frente y la aferraba a él.

Pudo respirar, la tensión en su cuerpo se fue, y no se percato que cuando intento hablar para llamar a los vampiros simplemente salió un sollozo ahogado, simplemente se quedo en silencio unos minutos dejando que aquel dolor escapara de su cuerpo, el dolor de perderla era demasiado, la tensión desde su desaparición le había cobrado factoría.



Dime, si es Real... 《Jace Wayland》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora