La tumba de un soñador

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Nuevamente en ese páramo tan pacífico, observaba a sus hermanos a poca distancia de él, trató de ir a donde ellos, pero solo los vio alejarse cada ves más, hasta desaparecer por completo, su vista se nublo y todo se desvaneció.
Despertó con un horrible dolor de cabeza, vio a su alrededor, y nada cambio, aquello no había sido nada más que ese sueño, o mejor dicho pesadilla, que se volvió tan recurrente en su mente.

Se levantó y fue a arreglarse, se vistió con su uniforme de la Marina, se colocó su sombrero de paja, pero solo colgando en su cuello, hace años que no se atrevía a ponerlo sobre su cabeza.
Se detuvo unos pocos instantes para observarse en el espejo, no le gustaba lo que veía y eso ya hace mucho tiempo que lo había admitido, pero no tenía opción y tampoco tiempo, así que se dirigió rápidamente al despacho de su abuelo.
–Luffy, buenos días, ¿como dormiste?–lo saludo con una sonrisa, mientras quitaba algunas cosas de su escritorio para que hubiera espacio para el desayuno que les traerían a ambos.
–Igual de mal que siempre, ¿y tu?–hablo sin molestarse en fingir felicidad, sabía que con su abuelo no funcionaría.
–Has tenido esa misma respuesta en estos 10 años, ¿como es posible que no te acostumbres?

El menor iba a responder con una queja y evidente sarcasmo, pero unos infantes tocaron la puerta, venían con el desayuno, tardaron poco más de medio minuto para servirlo y luego dejarlos solos, sin antes pedir permiso para retirarse.
–Por cierto, Lu, tienes una nueva misión, en Arabasta.
–¿De que se trata ahora? Pensé que Smoker iría.
–Los revolucionarios planean un golpe de estado en la plaza central y habrá caos, queremos que lo detengas.
–¿Y necesitan que un Almirante vaya a un simple motín?

Pues era cierto, Luffy había sido ascendido a Almirante hace tan solo unas pocas semanas, después de haber derrotado a ni más ni menos que a el mismísimo Kaido, liberando a las tierras de Wano y siendo altamente felicitado por todos los periódicos a nivel mundial, pero en el fondo nada de eso importaba, sabía que jamás pagaría su condena con el mundo, por mucho que se esforzara en complacerlo, venciendo a cada villano que se le plantee en frente, hasta que sus puños sangren, pero con cuidado de no manchar su pulcro uniforme.
–¿Cual es la verdadera razón por la que debo ir?
–Necesitas un descanso.
–Los piratas no descansan y yo tampoco.
–Has trabajado ya una maldita década, ¿como es posible que no estés agotado?
–Yo...pensé que esto es lo que querías, estoy en un alto puesto en la Marina y soy alguien capaz de acabar con los monstruos más malignos, ¿no estás orgulloso?

Luffy lo miró y Garp sintió su corazón romperse al observar aquellos ojos tan necesitados, dependientes, odiaba ver a su nieto así.
–Estaría orgulloso si estuvieras feliz, pero...–se tomó una pausa para suspirar y tomar un tono más suave–Esto no es lo que quieres, jamás lo quisiste y tú no deberías de estar aquí.
–¡¿Y en donde más estaría?!–grito el joven de 17, mientras se levanta y chocaba sus manos sobre la mesa.
–¡En el mar!, ¡junto con tus hermanos!
–¡Ellos ya no son mis hermanos!

Luego de que el azabache gritara eso, la habitación quedó en silencio y el menor, sin siquiera terminar de desayunar, se retiró del despacho de su abuelo, sin antes decir:
–Reuniré a mi flota para partir inmediatamente a Arabasta.

Luego de que el azabache gritara eso, la habitación quedó en silencio y el menor, sin siquiera terminar de desayunar, se retiró del despacho de su abuelo, sin antes decir:–Reuniré a mi flota para partir inmediatamente a Arabasta

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Viajaba con su tripulación, eran 9 principales, Zoro, Nami, Usopp, Sanji, Chopper, Robin, Franky, Brook y Jinbe. Había conocido a cada uno de ellos a través de los años y claramente que la mayoría fue un verdadero calvario el subirlos a su barco, y que la Marina los aceptara, pero en todo este tiempo se había encargado de portaste bien, así que los altos mandos decidieron consentirlo en estas decisiones, anulando y revocando cualquier cargo a cada uno de ellos.
La mayoría jamás pensó en unirse a la Marina, después de todo, eran; asesinos, ladrones, mentirosos, mujeriegos, monstruos, impuros, renegados, abandonados y desencajados, cada aspecto que la sociedad y el mundo se había encargado de ocultar, pero Luffy los salvo, lo fueron conociendo de a poco, su primer tripulante lo obtuvo a la corta edad de 10 y en todo este tiempo, se había encargado de protegerlos, cosa que admiraban en él, aunque no supieran casi nada de su pasado o de donde venía, y no podían averiguar, a todos les tenía estrictamente prohibido tratar de hablar de él con algún Marine o persona externa a todos ellos, cosa que obedecían, siendo que era de las pocas cosas que les pedía el azabache.
–Luffy.

Llamo Robin al Monkey, mientras que este observaba la cubierta del SN.2, o como usualmente lo llamaban: "Sunny"
–¿Que pasa?
–Crocodile está en Arabasta y no creo que sea buena idea interrumpir los planes de un Shichibukai.
–Solo sigo órdenes, además, nuestro único deber es estar presentes, no habrá confrontaciones–observó la duda en el rostro de su arqueóloga y un recuerdo fugaz pasó por su mente–Espera, él era el jefe de la organización a la que te ibas a unir antes de mi, ¿verdad?
–Si, el mismo.
–Se ha quedado en la Ruta Marítima por tanto tiempo, ha de ser un principiante, no te preocupes por eso.

La de tez morena asintió y se retiró, sin planear discutir, por su parte, conocía a su alto mando desde hace 3 años, y toda la tripulación estaba consciente de cómo el de sombrero siempre hablaba en serio, a simple vista parecía un hombre tan obsoleto, un ciervo que necesitaba que le dijeran que hacer, pero solo ellos habían logrado ver mas haya de eso, un chico atento y amable, pero según su abuelo, bajo sus propias palabras, el Luffy que conocían no era más que la tumba de un soñador.

La de tez morena asintió y se retiró, sin planear  discutir, por su parte, conocía a su alto mando desde hace 3 años, y toda la tripulación estaba consciente de cómo el de sombrero siempre hablaba en serio, a simple vista parecía un hombre tan obs...

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Pasó 1 mes y llegaron a las costas del reino desértico, atracaron y se emprendieron camino hacia la capital, hubiera sido un viaje largo y sumamente difícil, de no ser por el carpintero de cabellera azul quien en el camino había construido vehículos parecidos a las motocicletas coloquiales, pero en cambio, estás obviamente funcionaban con Cola, poseían ciertas modificaciones para funcionar en arena y tierra firme.
Se movían rápidamente a través del sol ardiente, cortando el paso y brindando un refrescante aire a quienes las montaban. Iban en una fila que era liderada por la pelirroja, quien los guiaba, sin antes avisar que sería un periodo de por lo menos 1 semana hasta llegar a su destino.
El almirante no tenía ningún tipo de emoción por llegar, pensaba que todo esto no era más que una pérdida de tiempo, pero lo que no sabía era con quienes se encontraría allá.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora