Monkey D. Luffy siempre fue un espíritu totalmente libre, indomable y feroz, como una ola chocando contra la costa, pero había algo que lo limitaba, amor, él lo sacrificaría todo por amor.
Universo alterno. (Luffy Marine)
Contiene escenas violentas...
Luffy miró a su padre, quien recién terminó de contar la razón de su abandono, frunció el ceño, trataba de analizar toda la nueva información de su pasado. –Lamentó haber roto esa promesa por un capricho, no quería que esto terminara así. –Padre...–murmuro, causando que este lo mirara con atención–¿Por que fui yo el castigado por pecados que tú hiciste?–pregunto, con una voz rota y apenas audible.
No sentía ningún tipo de odio o repudio dirigido a Dragon, pero seguía con aquella sensación tan amarga, si su familia hubiera sido normal, no habría tenido que matar a su amiga, aprender a sobrevivir en el campo de batalla o tener una navaja escondida en su cama por si algún cadete se le ocurría hacerle algo por las noches, la edad que aprendió la diferencia entre la vida y la muerte, fue demasiado temprana, lo que tiene que llegar a hacer un ser humano por sobrevivir, el temor de no despertar por no tener a nadie quien te proteja. El Monkey mayor miró a hijo y lo abrazó, este correspondió y se apoyó un poco más en el cuerpo de su progenitor, se sentía agotado. –Lo siento tanto, Lu, daría lo que fuera por haber tomado tu lugar, debiste sufrir mucho–el contrario solo guardó silencio, estaba cansado de oír la lastima de todos aquellos que no lo pudieron ayudar en su momento.
Estuvieron así por un largo rato, hasta que llegó la hora de la cena y ambos comieron juntos en la oficina del mayor. Fueron pasando los días en los que los dos Monkey se hacían cada ves más cercanos, a diferencia de con Shanks y Dadan, se quedó en la fortaleza por poco más de un mes, no se preocupaba por la Marina, siendo que Usopp y Robin eran quienes se encargaban de hacer los reportes falsos para que él no tuviera alguna responsabilidad, una que otra ves había salido con él por un par de días para visitar islas cercanas y lugares hermosos, se conocieron mucho más y pasaron momentos juntos que antes solo podían soñar. –Oye, papá, ¿te puedo pedir un favor?–pregunto el pirata en tanto terminó su desayuno. –Por supuesto, ¿de que se trata?–el azabache menor hurgó en el bolsillo de su pantalón y le entregó algo en las manos del Revolucionario–¿Que es esto? –Un telescopio, quiero que se lo des a Sabo. –¿Es un regalo? –Algo así. –Por cierto, hablando de él, ¿ya se reconciliaron? –No, no lo he visto desde MarineFord. –Si te interesa, esta en una isla cercana al Red Line junto con Barbablanca, incluyendo a Puño De Fuego. –¿A-Ah?, ¿sabes dónde están?
El contrario asintió, dándole la ubicación exacta y el menor, sin poder evitarlo, se levantó y disculpándose, salió corriendo a los cuartos donde sus Nakamas se hospedaban, abrió la puerta y, los vio a todos tomando un par de copas y comiendo algo ligero. –¡Nami!, ¡necesito que traces una ruta!–exclamó con una sonrisa, la emoción estaba claramente marcada en su voz. –¿Que?, ¿ya nos iremos?–pregunto el de nariz larga, algo desconcertado. –Si, preparen todo, mañana por la tarde partiremos–respondió, aún entusiasmado. –Vaya, pensé que te quedarías con tu padre–comentó Sanji, mientras le daba una calada a su cigarro. –¿Ah?, ¿de que hablas? –Ya sabes, Lu, has estado tan feliz este último tiempo, Dragon te cuida y te llevas bien con todos en este lugar, creímos qué tal ves hubieras decidido hospedarte permanentemente–explicó el médico. –Bueno...–el Monkey reflexionó un poco, su sonrisa se desvaneció, no se había planteado convertir de esta fortaleza en su hogar. –Quieres establecerte aquí, ¿no?, al igual que cuando quisiste permanecer con Akagami, la gente de la Villa Foosha o los bandidos–indicó Robin, causándole un suspiro resignado al menor, para luego tomar un semblante notoriamente más serio que el anterior. –Yo ya tome una decisión, luego de reunirme con mis hermanos, me largare de toda esta mierda, para siempre–recordó, para después retirarse. Hubo un leve silencio en la habitación, hasta que el esqueleto habló. –Ustedes...¿en serio creen que lo haga? –Luffy es una persona determinada, no se retractará aún si su ambiente no coopera, no importa cuán en contra estemos de las acciones que tomará, él se mantendrá firme–reafirmó el gyojin.
El resto guardó silencio después de que Jinbe terminara de hablar, exceptuando a Usopp, Chopper, Franky y Brook, quienes no pudieron evitar estallar en lágrimas, llevaban años navegando con el azabache y no se imaginaban lo silencioso que estaría el Sunny sin su presencia. –Dejen de llorar, no tenemos que lamentarnos por el camino que tomará nuestro capitán–afirmó el de cabellera verde con una voz firme. –¡P-Pero lo e-extrañaremos mucho!–le respondió el de afro. –¡Nuestra t-tripulación no es n-nada sin Lu!–continuo afligiéndose el francotirador.
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El de sombrero, no volvió al despacho de su padre después de eso, solo se sentó en el suelo de uno de los tantos pasillos de la gran instalación. Después de media hora, vio a su padre yendo hacia él, para luego acomodarse a su lado. –Ya me empezaba a preguntar por qué tardabas tanto en volver–comentó con una voz tranquila. –Perdón por salir corriendo de esa manera, solo me emocione. –No te preocupes, entiendo que quieras ver a tus hermanos lo antes posible y supongo que te fuiste para planear tu partida–el contrario asintió. –Lamentó no poder quedarme por más tiempo, no quiero esperar a que la Marina comience a hacer problemas en mi nombre. –¿Cuando te irás? –Mañana por la tarde, ya le dije a mi tripulación que empiece a preparar todo. –Luffy, tu...¿volverás?
El ex-marine guardó silencio por breves instantes, mentiría si dijera que la pregunta no lo tomó desprevenido. Apoyó su cabeza en el hombro de su padre antes de responder, con una voz que parecía un suspiro. –No.
El Monkey mayor trago en seco y se mantuvo tenso por largos minutos, hasta que decidió pasar su brazo por los hombros de su pequeño, se sentía triste, odiaba tener que volver a separarse de él, pero no podía culpar a su hijo. –Papá–llamó, aún con una frágil voz. –¿Sí?–respondió, tratando de no derrumbarse en ese mismo momento. –A pesar de todo lo que sucedió con la Marina, te quería decir que...yo jamás deje de amarte y agradecerte por intentar formar parte de mi vida, ni un solo día pude sentir odio hacia ti o tu oficio.
Ambos se quedaron en aquel pasillo vacío por un largo rato, abrazados el uno al otro, mientras pequeños rayos de luz traspasaban las gruesas cortinas que cubrían las ventanas, lamentando al destino, el silencio hablaba más fuerte que cualquier palabra, los dos eran hombres orgullosos y no se quebrarían ante cualquier cosa, pero por más que trataban de ocultarlo, el dolor no dejaba de punzar en sus corazones.