Pequeños pedazos de él

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Se estaba alistando en tanto su tripulación lo esperaba en los puertos de la base, estos anteriormente habían sido capturados, pero en el momento que el Monkey fue liberado, ellos también.
Al entrar en su habitación, se fijó en que esta había sido registrada, estaba totalmente revuelta, pero le alivió ver su pequeño rincón intacto, se arrodilló y sacó la madera suelta para inspeccionar que todo estuviera en perfectas condiciones, al comprobarlo, tomó el conjunto de ropa que hace tiempo atrás había arreglado y, se dirigió al baño para asearse y cambiarse.

Al entrar en su habitación, se fijó en que esta había sido registrada, estaba totalmente revuelta, pero le alivió ver su pequeño rincón intacto, se arrodilló y sacó la madera suelta para inspeccionar que todo estuviera en perfectas condiciones, al...

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Como ya habituaba, frotó su piel con fuerza, causándose las mismas heridas de siempre, más aún las de la guerra, miró su cuerpo, estaba más lastimado que nunca, pero lo que más destacaba, era la enorme quemadura en forma de "X" en su pecho, causada por Akainu.
Luego de bañarse, se secó con cuidado, cambió sus vendajes y procedió a la parte que más le emocionaba, tomó la camiseta roja de botones dorados y sus pantalones azules, se vistió con cuidado, como si tuviera miedo de romper la tela, después de ya estar listo, se dirigió a la habitación para verse ya que los espejos del baño estaban destrozados desde hace años por él mismo.
Quito la sabana y la tiro al suelo, retrocedió unos pasos para verse por completo, tuvo que cerrar sus ojos y tapar su rostro, por primera ves en una década completa, se sentía de vuelta, ya no veía a una marioneta reflejada, se sentía como cuando era pequeño y veía su reflejo en el agua o en las ventanas de la casa de Dadan, incluso recordó los pequeños instantes en que las gotas de lluvia lo reflejaban antes de desvanecerse, jamás hubiera pensado que algo tan simple como verse a uno mismo, sería tan importante.
Quito las manos de su rostro y esbozó una sonrisa, tenue, diminuta comparada a las que hacía antes, pero aquella era suficiente para él, demostraba que no se había perdido por completo.
Aunque le hubiera gustado bastante poseer su sombrero en ese momento, cuando estuvo inconsciente en MarineFord, Shanks se arrodilló y lo cargó hasta su abuelo, pero se llevó su tesoro con él, admitía que lo lastimaba, pero comprendía, había roto su promesa y tenía el derecho de arrebatarle la encarnación de esta.

Aunque le hubiera gustado bastante poseer su sombrero en ese momento, cuando estuvo inconsciente en MarineFord, Shanks se arrodilló y lo cargó hasta su abuelo, pero se llevó su tesoro con él, admitía que lo lastimaba, pero comprendía, había roto s...

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Fue a la oficina de su abuelo y se alegró bastante de ver a sus dos Almirantes favoritos allí, estos se sorprendieron al verlo vestido con algo que no sea el uniforme o la ropa totalmente blanca que utilizaba para dormir.
–Mírate, chico, te ves increíble–alago Kizaru.
–¿En donde tenías escondida esa ropa?–indagó Garp, con una gran sonrisa.

El Faisán Azul se le acercó y le desordenó el cabello con una mano, desconcertándolo un poco.
–Te veías demasiado ordenado para quedar con el estilo, ahora te ves perfecto–aquellos halagos causaron un sonrojo en el rostro del menor, un color que no se le veía hace mucho tiempo en sus mejillas.
–Oigan, ¿creen que puedan salir un momento?, tengo que hablar con mi abuelo antes de irme–los dos Almirantes asintieron y se retiraron, cerrando la puerta.

El pequeño se acercó a al escritorio donde Garp estaba sentado y se acomodó en la silla que siempre ocupaba para desayunar junto con él, bajo la mirada y comenzó a jugar con sus dedos, nervioso de decir lo que vendría a continuación.
–¿De que quieres hablar, Lu?
–Yo...yo no volveré de esta misión–hubo un silencio en la habitación, el rostro de su abuelo estaba atónito, así que decidió continuar–Estoy tan cansado de esto, he sido tan malditamente infeliz y...quiero acabar esta etapa, los idiotas del Gobierno y la Marina, me destruyeron por completo para poder moldearme a su antojo, me convertí en un asesino, un arma que necesita que la ocupen, deje de reconocerme como un humano, no quiero sentirme así de nuevo, pero...de todas formas, gracias, me has protegido tanto como has podido y sin ti, no hubiera llegado tan lejos, siempre serás el hombre que me consoló para poder seguir lidiando con este cargo.

Garp se levantó y se acercó a él, mentira si dijera que no esperaba algún tipo de reprimenda o contención, pero su abuelo solo le dio un gran abrazo, levantándolo y apretándolo bastante, pero de igual forma correspondió con gusto.
–Estoy tan orgulloso de que por fin tengas la valentía de irte, pero el Gobierno entero te cazará si decides renunciar, destruirán tantas cosas hasta dar contigo.
–Yo me encargaré de eso, no tienes por qué preocuparte, por fin seré libre de todo lo que he echo mal.

Salió de su oficina y les dedicó una sonrisa a los dos Almirantes que esperaban afuera, para luego seguir con su camino al puerto, pero fue detenido

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Salió de su oficina y les dedicó una sonrisa a los dos Almirantes que esperaban afuera, para luego seguir con su camino al puerto, pero fue detenido.
–¿Acaso no te despedirás?

El menor río leve y estiró sus brazos para darles un gran abrazo a los dos, que fue espontáneamente correspondido, pues ninguno se lo esperaba.
–Gracias por hacer que el infierno en el cielo sea más soportable–mencionó el Monkey, sacándoles una sonrisa a ambos.
–Luffy, escúchame, nunca vuelvas a dejar que nadie decida quién eres, ¿okey?–ordeno Aokiji y el menor asintió.
–Lo prometo.
–Nos vemos del otro lado, Lu–se despidió Kizaru, mientras el joven se iba a una primera aventura, ya no le temía al peso del Gobierno.

Al llegar al puerto, se alegró de ver a todos sus amigos en el SN.2, aunque se desconcertó de ver a algunos en el muelle conversando tranquilamente con Sengoku, en el momento que estuvo lo suficientemente cerca para que se percataran de su presencia, todos lo saludaron animados, lo hubieran abrazado, pero estaban conscientes del cómo no le agradaba el afecto.
Se acercó al Inspector General y le dio un apretón de manos.
–Te ves bien sin uniforme.
–Gracias, creo que nunca me lo había sacado antes de esto–aquel comentario le sacó una risa al mayor.
–Ya es hora de partir, ¿no?, debes de tener prisa.
–Supongo que tienes razón.
–Espero no verte pronto, chico, disfruta de tu aventura en el mar.

El Monkey le dedicó una sonrisa y se subió al Sunny, junto con sus demás compañeros, veía emocionado los cambios que les había solicitado a todos, ya no parecía un maldito barco militar, ahora era como...un hogar.
Cuando estuvieron lo suficientemente lejos del Cuartel General, el ex-Almirante ordenó izar las velas, su rostro se deslumbró al observar que en ves de la insignia de la Marina, hubiera una bandera pirata, había pedido permiso para eso, para supuestamente pasar desapercibido, pero aunque fuera falsa, le hacía inmensamente feliz verla.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora