Rastros de ti

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Dragon y Luffy pasaron la noche juntos, a pesar de que le habían dado su propia habitación al menor, decidió quedarse hablando con su padre, charlaron por horas y luego miraron el cielo estrellado desde el balcón.
–¿Crees que me extrañes luego de que me vaya?–pregunto el ex-marine, interrumpiendo el cómodo silencio en el que se encontraban.
–Te extrañe desde el momento en que te entregue a Garp y te seguiré extrañando cada momento del resto de mi vida.

El pirata lo miró y una sonrisa dulce apareció en sus labios, sentía una gran melancolía, pero no podía evitar alegrarse por el amor de su padre, y este al notarlo, le devolvió el gesto, revolviendo su cabello con cariño.
–Oye, arruinas mi peinado–se quejó, sin importarle en realidad.
–¿Peinado?, desde que llegaste no te he visto con un peine ni una sola ves, le hace falta a esa bola enmarañada que tienes en la cabeza–aquel comentario, le sacó una gran risa a ambos.

Al rededor de las 4 a.m, Luffy se quedó totalmente dormido en el sillón del despacho de su padre, este se encargó de arroparlo y traerle un par de almohadas más para que esté más cómodo. Después se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra el mueble, planeaba solo descansar, pero al igual que su hijo, sucumbió ante el sueño.

 Después se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra el mueble, planeaba solo descansar, pero al igual que su hijo, sucumbió ante el sueño

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Al día siguiente, ambos Monkey se levantaron bastante tarde, desayunaron algo ligero y luego se prepararon para el largo día que tendrían.
–Me encargue de que mis soldados les dieran los suministros suficientes para que no se tengan que demorar deteniéndose en otros lugares–comentó el Revolucionario, mientras caminaba con su hijo, dirigiéndose a las afueras de la isla.
–Gracias–en su voz se notaba el claro nerviosismo que sentía.
–Oye, tranquilo, todo saldrá bien.
–Pero, ¿y si no?, Ace y Sabo siempre han sido tan orgullosos, no podrían perdonarme aunque les implorará.
–Son tu familia, estoy seguro que entenderán lo qué pasó.
–Eran mi familia, los abandoné.
–Luffy, ya te has esforzado demasiado para reparar grietas que no son tu culpa y ellos tienen que aceptar eso, si te perdonan o no, tienes que estar consciente de que hiciste todo lo que estuvo a tu alcance.

El contrario se contuvo de decir algo y en el resto del trayecto hacia el Sunny, tomó la mano del Revolucionario, en un intento de buscar algo de conforte.
Cuando se percató de que ya estaban a pocos metros del barco, paró su andar y se volteó hacia su progenitor, este lo miró algo confundió por su acción tan repentina, pero al mayor no le dio el tiempo de preguntar que pasaba, cuando su hijo le dio un fuerte abrazo, que obviamente correspondió.
–Te extrañare mucho, papá–Dragon sonrió con dulzura.
–Yo igual, Lu, te has convertido en alguien maravilloso.

Se abrazaron por largos minutos, en los cuales a los dos se le escaparon unas cuantas lágrimas, esperaron por años para volverse a encontrar y ahora tenían que separarse para siempre, ambos sabían que nunca más podrían pasar algún momento juntos, este sería su último abrazo, su segundo adiós. Dragon observó a su hijo separarse y marchar hacia su barco, en el momento que se alejaban, lo vio en la cubierta, estuvo de pie allí hasta que el Sunny se perdió en el horizonte.
El Líder Revolucionario volvió a su oficina y se sentó en su escritorio, estuvo inmóvil por un buen rato, hasta que suspiro y buscó entre uno de sus cajones, para luego sacar una foto, la cual miró con atención, eran él y uno de sus más grandes amigos años atrás.
–Te hubieras llevado muy bien con él, Kuma, se convirtió en un gran chico–dijo, pensando en voz alta.

Los piratas de Barbablanca y una de las tantas tropas Revolucionarias, descansaban en una isla inhabitada, era un gran y enorme campo de pasto verde, había una brisa refrescante por cada parte de la isla y el clima era perfecto

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Los piratas de Barbablanca y una de las tantas tropas Revolucionarias, descansaban en una isla inhabitada, era un gran y enorme campo de pasto verde, había una brisa refrescante por cada parte de la isla y el clima era perfecto.
Había pasado ya un mes y dos semanas desde la guerra, atendieron a los heridos y ahora solo esperaban que todos se recuperaran para continuar con su vida en el mar. A pesar del ambiente feliz después una situación tan horrible, Ace y Sabo no habían podido descansar en ningún momento, la dos a lo único que se habían dedicado a hacer, era revisar los periódicos una y otra ves, en busca de información de su pequeño hermano, pero lo único que encontraban de él, era de su "traición" a la Marina, el mundo entero criticaba el método siniestro que usaron para el intento de genocidio pirata.
–Oigan, ambos deberían de estar descansando, sufrieron varias heridas graves en la guerra y no los he visto dormir ni una sola ves–comentaba Marco, mientras entraba a la habitación del Portgas.
–Luffy podría estar muerto, quiero asegurarme de que esos hijos de puta no lo asesinaron–explicó el azabache con enojo.
–Akagami llegó para detenerlos, ¿eso no es suficiente para ti?–indagó el fénix.
–Nada nos asegura que hayan atendido sus heridas, ¿que no lo viste?, tenía un maldito agujero en su pecho–respondió esta ves el rubio.
–No los entiendo, siempre lo odiaron y ¿ahora se preocupan por él?, pensé que esto era lo que querían, no ver su rostro nunca mas–ninguno habló de nuevo, así que Marcó suspiro–Solo no se salten de nuevo la cena–fue lo último que dijo antes de irse, cerrando la puerta.

Ambos se quedaron en silencio por un buen rato, reflexionando sobre el comentario del pirata, era cierto, desde hace años que deseaban que su antiguo hermano sea castigado por abandonarlos, pero solo hablaban a través de la rabia, jamás quisieron que le pasara algo, se arrepentían tanto de la ocasión en Arabasta, lastimarlo de tal manera en ves de celebrar su encuentro.
–Ace–llamó el Revolucionario.
–¿Mh?–se notaba la poca atención que le estaba prestando.
–¿Que fue lo que en realidad le pasó a Luffy?–el pecoso se volteó a verlo rápidamente, saliendo de sus pensamientos por completo.
–¿De que hablas?

El Portgas tragó en seco, a pesar del tiempo que había pasado desde la ultima ves que vieron al Monkey, se había rehusado a sí mismo revelarle lo que él le confesó momentos antes de la guerra, no se sentía con él valor suficiente como para contarle.
–Te conozco, sé que ocultas algo y en una situación cómo está, tiene que ser de Lu.
–No molestes, Sabo, estas paranoico–el pecoso se rindió a los pocos momentos de percatarse de la mirada severa de su hermano–¿Recuerdas las cartas de los cuervos?

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora