Montañas de basura

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Había una gran tormenta que soplaba en contra de su hogar, el pequeño había sido mandado a sostener la bandera que se cernía por arriba de su casa en el árbol.
Los dos mayores estaban más que felices, les encantaba el mal clima y todo lo que tenga que ver con supervivencia, contrario a su pequeño hermano, quien prefería los días tranquilos y soleados, aunque le agradaba bastante el viento fuerte.
–¡Luffy!, ¡ni se te ocurra soltarla!–ordenó el pecoso.
–¡Pero me voy a caer!–les grito el pequeño.
–¡No seas llorón!–expuso el rubio, divertido por los chillidos del Monkey.

Tanto para Ace y Sabo, eso era absolutamente gracioso, hasta que escucharon el pie del azabache resbalarse y un fuerte grito de miedo salir de su garganta, su sonrisas se borraron y corrieron hasta la ventana, preparados para saltar a buscarlo si era necesario, pero el alivio los inundó al notar que solo había quedado colgando, estirando sus brazos para evitar ser arrastrando por las bravas ráfagas de viento, una sonora risa asomó en ambos para luego ayudar al pequeño, amarraron la bandera y se refugiaron contra la tormenta.
–En serio pensé que moriría–comentó el Monkey.
–No seas exagerado–le reprochó el Portgas, era obvio que él jamás dejaría que le pasara algo.

Sabo y Ace miraron al menor, observaron que se notaba preocupado, estaba atento a la ventana, como si fuera a pasar algo, pero no parecía ser por el clima.
–¿Que pasa, Lu?–le pregunto el ex-noble.
–Hoy es jueves.
–¿Y?–indagó el pecoso, sin verle la importancia.
–Mi amigo siempre envía un cuervo los jueves, pero no parece que vaya a llegar.

Los de 10 fruncieron el ceño, su pequeño sol había estado recibiendo cartas de un extraño, al menos para ellos, el de cicatriz se había negado rotundamente a decirles quién era, guardaba cada mensaje dentro de una caja de madera, ya llevaba casi 5 meses en las que esa persona le escribía, todo comenzó una ves que fueron a la capital, acababan de robar en un restaurante así que corrían a través de las calles principales siendo perseguidos, como el pequeño era el que corría más lento, los dos mayores se voltearon para gritarle que se apurara, pero en el momento en que iban a hablar, una figura encapuchada salió de la nada, tomando al pequeño y llevándolo a un callejón, tardaron menos de dos segundos en salir a perseguirlo, pero en el momento de seguir sus pasos, el hombre había desaparecido, junto con su hermano.
Pasaron horas buscándolos por todas partes, no hace falta decir que estaban desesperados, se imaginaron lo peor, hasta que en la noche, en tanto gritaban el nombre del Monkey en una plaza, lo vieron aparecer bastante tranquilo, caminaba a paso lento mientras miraba un papel en su mano, insistieron mucho en que les contara que había pasado, pero no hablo.
–¿Algún día nos dirás quien te envía tantas cartas?–indagó el pecoso.
–En mi lecho de muerte–bromeó, recibiendo un codazo por parte de ambos, siendo seguido de algunas carcajadas.

Pasaron la noche escuchando las gotas chocar contra el techo de madera y el viento silbar a través de la ventana, cuando llegó el día, los tres se preparaban para ir a Terminal Gray a buscar madera para reparar los daños consecuentes a la tormenta.
–Oigan, tengo hambre, ¿no podemos ir a cazar primero?–se quejó el menor.
–¿No puedes aguantarte?–discutió Ace.
–¿Acaso ustedes no?, ayer tampoco pudimos comer bien gracias al clima.
–Soporta un par de horas más–indicó el rubio.
–Que les parece si ustedes van a reunir los materiales y yo salgo a por los animales.
–Estas loco, idiota, te despellejaría vivo hasta una ardilla–expuso el Portgas, causando una leve pelea con su hermano menor, que fue detenida por el tercero.
–Oigan, par de imbeciles, mejor que yo y Ace vamos a cazar, en tanto Luffy traiga la madera suficiente como para reparar los daños más considerables.

El pecoso discutió un poco con la idea, no le agradaba en lo más mínimo dejar a su pequeño tonto ir a Terminar Gray, solo, pero al menor le agrado la idea y lo termino convenciendo, separándose, quedando en que los tres se encontrarían en la casa del árbol en exactamente una hora y media.

El pecoso discutió un poco con la idea, no le agradaba en lo más mínimo dejar a su pequeño tonto ir a Terminar Gray, solo, pero al menor le agrado la idea y lo termino convenciendo, separándose, quedando en que los tres se encontrarían en la casa ...

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–¿En serio crees que es una buena idea que ande por ahí sin nosotros?–indagó el azabache.
–Bueno, no siempre podremos protegerlo, él también debe de hacerse más fuerte, además, solo va ir a buscar unas tablas.
–Lo se, pero de todas formas no me agrada.
–Deberías de dejar de ser tan sobre protector.
–¡Yo no soy sobre protector!–vio la mirada de desapruebo en su hermano y suspiro, para luego explicar su punto–Simplemente digo que si ese mocoso muere, tendríamos un gran problema con el viejo ese.
–Admite que eso no es cierto, en el fondo se que lo quieres.
–¡Yo nunca lo querría!–aquella negación le sacó varias carcajadas al rubio.

Después de conversar un rato más, cazaron unas cuantas bestias y se devolvieron a su hogar, apoyándose en el tronco para esperar.
Pasó el tiempo, pero no había señales de su pequeño hermano.
–¿Donde carajos se metió ese estupido?, ya debió de estar aquí desde hace 1 hora–se quejó el Portgas.
–Tal ves solo se retrasó, ¿deberíamos de ir a buscarlo?
–Déjalo así, mejor cocínenos la carne de una ves.

Al hacerse de noche, después de comer, fueron a dormir, aún que el pecoso desde hace unas horas se había resignado a solo mirar el techo, hasta que se levantó, se puso sus zapatos y fue a despertar al ex-noble.
–¿Ace?, ¿qué pasa?
–Él maldito viento no me deja dormir, iré a Terminal Gray a buscar madera y repararlo.
–¿Que?, son como las 3 de la mañana.
–Me importa una mierda.

El rubio solo tardó pocos segundos más en comprender que no era exactamente por el ruido el por qué de que su hermano se fuera.
–Voy contigo.

Era oscuro y apenas lograban ver entre la basura, pero de todas formas en poco más de una hora, ya tenían la madera suficiente como para hacer las reparaciones apropiadas para que todo quede estable nuevamente

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Era oscuro y apenas lograban ver entre la basura, pero de todas formas en poco más de una hora, ya tenían la madera suficiente como para hacer las reparaciones apropiadas para que todo quede estable nuevamente.
Se quedaron un tiempo más y entre ese lapso, el rubio observó un leve destello proveniente de los escombros, hurgó un poco y una sonrisa apareció en sus labios al notar que era, un telescopio, lo inspeccionó y lo guardó en su bolsillo al notar que estaba en perfecto estado. Camino un poco, gritando el nombre de Ace para volver de nuevo a su hogar, pero se desconcertó al divisarlo arrodillado en frente de una montaña de basura, estaba de espaldas así que tuvo que acercarse para entender que pasaba, aunque al estar consciente, se horrorizó.

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