Perdonarte

1.2K 163 16
                                    

–Nami, ¿cual sería el destino más probable de los piratas de Barbablanca?–pregunto el Monkey a su navegante, para saber a donde exactamente se dirigían.

Toda la tripulación estaba cenando y la mayoría paró su conversación casual, para tomar más atención a la respuesta de Nami, todos se veían extrañamente emocionados.
–Hablando de eso, Luffy, Sengoku nos encargó una pequeña parada antes de ir con Edward.
–No creo que desviarnos en algo como esto sea muy inteligente, ¿que se supone que quiere que hagamos?
–Akagami No Shanks desea reunirse contigo–respondió el cocinero, con una sonrisa.
–¿Que..?
–Hablo con Garp en la batalla de MarineFord, Sengoku nos fue a decir en donde estará estas semanas–le explicó la de cabello anaranjado.
–Tu...quieres ir, ¿cierto?–indagó Usopp, temeroso de que hayan tomado una decisión sin consultarle a su superior.

El azabache se levantó de forma bruza, cosa que atemorizó a un poco al resto, pero se tranquilizaron cuando vieron que su semblante serio, cambió a uno de emoción.
–¡No puedo creerlo!, ¡¿por que no me lo dijeron antes?!–hablo, alzando su voz a causa de su felicidad, tuvo que tomarse algunos momentos para calmarse, cuando se percató de cómo todos lo miraban sorprendidos, jamás lo habían visto feliz, aparte de pequeñas sonrisas de aprobación–¿En cuánto tiempo llegaremos?
–Bueno, aproximadamente en unas tres semanas, o tal ves incluso menos–contestó la navegante, con una sonrisa de ver el lado que ninguno nunca habían visto de él. El Monkey observó a su tripulación y frunció levemente el ceño.
–Después de cenar, todos vayan a cambiarse, no quiero ver a ninguno con uniforme, vístanse como quieran, el código de vestimenta ya no aplica en el Thousand Sunny–ordeno con una sonrisa, para después comenzar a caminar hacia afuera.
–Luffy, ¿no vas a terminar de comer?, aún ni siquiera vas por la mitad del plato–recalcó el rubio.
–Sanji, ¿podrías guardármelo para después?, por favor–su cocinero asintió y se retiró a su cuarto.

Estando allí, se encerró y fue a su escritorio, donde colocó todas las pequeñas cosas que guardaba de su pasados, tomó en sus manos a una en específico, una foto enmarcada de él y Shanks, Benn se las sacó sin que ninguno se percatara, estaba subido en los hombros del pelirrojo un día que los piratas hicieron una gran fiesta en el barco, el capitán lo había tomado para que ninguno de sus hombres lo llegara a lastimar por accidente.
Pasó una hora y media en el que el azabache recordaba momentos con el ahora Yonkō, hasta que alguien tocó a su puerta, fue a abrir, encontrándose con Sanji, que entre sus manos había un pequeño postre, sin contar que ahora ocupaba un traje con una camisa amarilla, tan elegante como se esperaba de él.
–Hola, lamentó si estás ocupado, el idiota de Usopp se comió tu cena y decidí prepararte algo–explicó el de ceja peculiar, sacándole una sonrisa al de cicatriz, quien tomó el plato y lo fue a dejar a su escritorio.
–Gracias, no tenías el por qué hacerlo.
–No me cuesta nada, además, quiero conservar tu nuevo ánimo.

El Monkey no lo pensó mucho, para darle un abrazo a cocinero, cosa que lo desconcertó bastante, pero de igual forma correspondió.
Sanji nunca lo admitiría, pero Luffy era uno de los únicos hombres al que respetaba por completo, era cierto que usualmente era serio y estricto, pero jamás fue malo con ninguno de ellos, era obvio que poseía sus arrebatos y diferencias, pero nunca los abandonó, se encargó de protegerlos y comportarse como un verdadero líder. El menor se ganó su corazón y cariño hace ya mucho tiempo.

Pasaron dos semanas desde eso, se habían detenido en islas y en múltiplos lugares, exploraron páramos abandonados e incluso encontraron uno que otro tesoro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasaron dos semanas desde eso, se habían detenido en islas y en múltiplos lugares, exploraron páramos abandonados e incluso encontraron uno que otro tesoro.
Tenían que seguir reportando cómo iba la búsqueda, pero mayormente mentían, saltaban los grandes festines que hacían por las noches y las fogatas que dejaban ver un fuego cálido.
Pero como el menor ansiaba, ya se encontraban en la isla donde se reuniría con el pelirrojo, cuando iban llegando, vio su barco fondeado a la otra orilla. Les ordeno a su tripulación que se quedaran en el Sunny y fue él solo al encuentro con el pirata, le temblaban las manos y, estaba dispuesto a oír todos los reproches y gritos que le aguardaban, después de 20 minutos, los vio, estaban descansando en la arena, cuando se percataron él, se levantaron, pero el único que se acercó, fue el capitán, este poseía el sombrero de paja entre sus manos.
–Tardaste menos de lo que esperaba–comentó en un tono tranquilo.
–Shanks, yo...lo siento, lo s-siento, perdóname, r-rompí con nuestra p-promesa–imploro el menor, en tanto bajaba la cabeza, decepcionado de sí mismo.

Pero no escucho ni un solo grito, no sintió un golpe o no lo presenció enojado, lo único que hizo el Figarland, fue darle un abrazo.
–Estoy tan feliz de verte bien, en la guerra estabas demasiado herido, temí que tuvieras alguna clase de secuela o qué simplemente no sobrevivieras.

El azabache estaba más que sorprendido y estuvo inmóvil por varios momentos, pero correspondió de apoco, alegre de volver a verse con su viejo amigo.
Shanks lo hizo pasar al barco y a la habitación del capitán, lo que el ex-marine vio allí, lo dejó sin palabras, en una de las paredes estaban colgados recortes de periódicos de él, desde su reclutamiento hasta su ascenso a Almirante, sin contar dibujos que había echo hace ya 10 años.
–Pensé que me o-odiabas–comentó con pesar el Monkey, pero el pelirrojo solo lo miró confundido.
–¿Odiarte?, ¿por que?
–Te traicione, estabas tan emocionado para que me convirtiera en pirata y yo te defraude.
–Tu jamás me defraudaste, Anchor, admito que me hubiera encantado que siguieras mis pasos, pero yo sé que no pudiste hacerlo–el capitán se sentó en su cama y el menor imitó su acción, sentándose a su lado–¿Quieres explicarme por qué lo hiciste?

El Monkey suspiro, estaba consciente de que no valía la pena mentir, así que solo, le contó, narró cada pequeño detalle de la situación que vivió, esperaba que lo miraba con pena o lastima, que lo viera como una presa después de ser masacrada, pero no, solo lo abrazó con fuerza.
El de cicatriz no pudo más y comenzó a llorar en los brazos del pirata, no se sentía merecedor del perdón del pelirrojo, pero este parecía no tenerlo que perdonar por nada, después de todo, el capitán estaba orgulloso de él, sea Marine o Pirata, era su pequeño y nada cambiaría aquello, se había vuelto fuerte y de renombre por los mares, no podía estar más que feliz de que haya sobrevivió a ese infierno y siguiera erguido ante cualquier enemigo.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora