–Sabes que digo la verdad, Ace, Monkey D. Luffy mato a miles de piratas a lo largo de toda su vida–explicó el fénix.
–Él no quería hacerlo, ¡el Gobierno lo obligó!–grito el Portgas, defendiendo al azabache menor.
–¿Y qué te hace pensar que no sigue bajo sus órdenes?
–No te atrevas a desconfiar de nuestro hermano, Marco–amenazo el Revolucionario.
–Ninguno de ustedes dos puede afirmar que es un santo, si de verdad se redimiera, habría un maldito cartel por su cabeza, pero curiosamente la Marina lo dejó ir con su grupito, sin repercusiones.
–¡Habría cartel por su cabeza por nuestra culpa!, ¡sin él, muchos de nosotros estaríamos muertos!, ¡incluyéndome a mi y a nuestro padre!–reprochó el pecoso.
–Hijos, se desvían del tema principal, ese chico, bueno o malo, trama algo–interfirió el de bigote, atrayendo la atención de los presentes.
–Nosotros hablaremos con Lu, estoy seguro que tiene una explicación o motivo para esto–sugirió Sabo.
–Bien, pero si pasa algo, deben de llamarnos inmediatamente–decreto el de pañuelo.Ace, Sabo y Luffy, estaban en la habitación del Comandante de Segunda División, el menor seguía encadenado y con la cabeza baja, en tanto los dos mayores lo miraban.
–Lu, ¿por que atacaste a mi padre?–pregunto el pecoso, pero solo recibió silencio.
–¿Alguien te lo ordeno?–indagó esta ves el rubio, pero al igual que antes, no hubo respuesta.
–No llegaremos a nada, si no hablas.Decreto el pirara, pero el ex-marine siguió sin decir absolutamente nada, causándoles un suspiro.
Ambos miraron mejor el aspecto del contrario, sus manos desgastadas, su cuerpo mayormente cicatrizado, su ropa suelta y lo que más destacaba, su mirada pérdida. En que momento su pequeño e inocente hermano, se convirtió en aquel bulto de sueños rotos que estaba delante de ellos. ¿Que fue lo que desencadenó a aquel chico que sentían tan desconocido?, tal ves habrá sido la separación de su hogar, la tortura de ver en peligro a las personas que amaba, o simplemente la gran presión de convertirse en algo que él no era, un soldado, un victimario, tal ves fue demasiado para un niño, porque después de todo, aquel asesino de piratas, era solo un pequeño mocoso que hace años juraron proteger y fallaron.
–No les responderé si me tratan como un maldito rehén, quítenme estas cadenas–les dijo por fin, en un tono monótono y fuera de su euforia habitual.
–No podemos hacer eso, lo siento–le explicó el Revolucionario.
–Si pueden, pero no lo hacen porque ustedes también creen que haré algo para lastimaros, ¿no es así?Hubo unos momentos en los que ninguno de los dos mayores dijo nada, hasta que el Portgas se acercó y liberó al Monkey de aquellas pesadas cadenas.
–Bien, es tu turno, habla–afirmó el pecoso, con un tono severo.
–¿Que quieren que les responda?
–¿Por que atacaste a Barbablanca?–inquirió el rubio de manera seria.
–Porque no soy un verdadero pirata.Aquella confesión dejó incrédulos a los dos contrarios, quienes lo miraron sorprendidos, esperando que le dé una explicación a tal declaración.
–¿De verdad creyeron que el Gobierno me dejaría con vida, luego de salvar a cientos de crimínales buscados?–pregunto con ironía y al ver sus rostros perplejos, no hizo más que soltar una risa sin gracia y luego continuar hablando, manteniendo una leve sonrisa que solo eran las comisuras de sus labios levantadas, más pareciendo a una mueca–Me hubiera gustado morir en MarineFord, pero los imbeciles del Gorōsei creyeron que podrían sacarle más provecho a su juguete favorito, así que me dejaron con vida a cambio de que les recompensara por mi acto de traición en la guerra.Un silencio tenso se apoderó del cuarto, en el cual Ace y Sabo estaban sumergidos, trataban de analizar todo de lo que acababan de enterarse, al mismo tiempo que sus mentes buscaban formular las dudas que comenzaban a abrumarse en sus cabezas.
–¿Tu...p-por que aceptaste?–cuestionó el rubio, con una voz que se asemejaba más a un suspiro.
–Bueno, supongo que solo quería...verlos una última vez.
–¿A que te refieres con "ultima ves"?Indagó esta ves el pecoso, más que temeroso por la respuesta, pero el azabache menor, se tomó su tiempo para responder, en tanto bajaba su mirada y su rostro volvía a ser tan serio como lo había sido en estos últimos años.
–Oigan no tengo ánimos para esto, ¿creen que lo podamos resolver mañana?–inquirió, con un claro desinterés.
–¡Maldita sea!, ¡¿que mierda planeas?–ordeno que contestara el Portgas con un fuerte grito.
–Entregar a Barbablanca–al responder, no hubo cambio en su expresión o voz, pero de alguna manera, sabían que mentía.
–¡¿Podrías dejar esa maldita máscara de soldado sin sentimientos y explicarnos que carajos te pasa?!Los dos mayores, se dedicaron a gritarle y el Monkey no pudo evitar sentirse abrumado por los constantes reclamos en su contra, entendía el sentimiento de desesperación de sus hermanos, pero no le agradaba en lo absoluto.
–¡Cállense!, ¡si tan solo se tranquilizaran, podría explicarles que el puto Gobierno me aniquilara apenas se den cuenta que no los estoy cazando!–exclamó el de sombrero de paja, con rabia y arrepentimiento marcados en su voz.
–¿Estas aquí para matarnos?–cuestionó el rubio con apenas un hilo de voz, ambos hermanos sentían que todo a su alrededor se derrumbaba, la ilusión de poder volver a ser la pequeña familia que eran, se desmoronó por completo y eso no hacía más que lastimarlos.
–Solo pensé que si traía la cabeza de Edward en ves de las de ustedes, podría seguir con mi horrible vida en paz con la Marina y el Gobierno.
–Que...¿que p-pasa si regresas con las manos vacías?–inquirió el azabache mayor luego de unos momentos.
–Me aniquilarán, tal ves me ejecuten o no crean que valga la pena y solo me corten el cuello–explicó con una tranquilidad espeluznante, como si ya hubiera aceptado un echo tan desgarrador.
–No puede ser, Lu...–murmuro el pecoso, para después dirigirse a la puerta de la habitación.
–¿A donde vas?–hablo el rubio, tratando de que la muerte de su pequeño hermano deje de resonar tan fuerte en su cabeza.
–Le iré a decir a mi padre que Luffy se va con nosotros, no dejare que la Marina le ponga un dedo encima de nuevo–explicó, azotando la puerta al salir del cuarto.El ex-noble volteó a mirar de nuevo al Monkey, quien al igual que antes, no poseía preocupación alguna por su vida, aquello lo asustaba, volviendo a sentir ese peso sobre sus hombros, al no poder proteger a su pequeño sol, tan ansioso por vivir antes de que aquella hermosa sonrisa quedara en un recuerdo que poco a poco se desvanecía.
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Vida bajo cargo
FanfictionMonkey D. Luffy siempre fue un espíritu totalmente libre, indomable y feroz, como una ola chocando contra la costa, pero había algo que lo limitaba, amor, él lo sacrificaría todo por amor. Universo alterno. (Luffy Marine) Contiene escenas violentas...