Traidor

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Se adentró en el grueso bosque, no tardó en perderlo de vista, pero sin detenerse, hasta que dio un paso en falso, la hierba era muy alta como para ver el acantilado y ya era muy tarde cuando se dio cuenta, cerró los ojos con fuerza, preparado para caer al vacío, donde al fondo lo esperaba un turbulento río.
Pero aquel cruel destino se negó a suceder, cuando una mano lo sujetó, dejándolo colgando a una muerte segura, volteó hacia arriba, esperando encontrar el rostro de su abuelo, pero en cambio, vio el del ladrón, quien lo subió para que pisara tierra y no siguiera suspendido, el Monkey aprovechó esto y se alejó unos pasos, para apuntarle con su rifle, sus manos temblaban, en tanto aprovechaba de ver mejor sus facciones, notando que estaba ¿maquillado?, no tardó en tacharlo de loco.
–Guau, Guau, tranquilo chico–habló, mientras levantaba las manos al verse amenazando.
–T-Tu vendrás c-conmigo–los nervios estaban impregnados en su voz, causando que su habla vacilara y tartamudeara.
–¿Que?, oye, ni siquiera soy ladrón, solo me metí en esa estupida revuelta por error.
–¿No e-eres un ladrón?
–Pues claro que no–dijo, causando que el menor, aliviado, bajara el arma–Soy pirata.

Aquella corrección, hizo que el azabache soltara el rifle, sorprendido, ya había estado 3 años en la Marina, pero este era el primer encuentro con un pirata, el resto sólo eran idiotas que cometían crímenes leves.
Aquel pequeño trance en el que se sumió, fue roto al escuchar la voz de su abuelo llamarlo desde lejos, sin pensarlo mucho, dejo su arma allí y tomó la mano del hombre para huir de donde provenía el Vicealmirante, ambos corrieron sin rumbo hasta llegar a un extremo alejado de la isla.
–¿Por que huimos?–indagó el mayor, que siguió al pequeño por mera curiosidad.
–Ese era mi abuelo, si te llega a encontrar, ten por seguro que estas muerto, es Vicealmirante.
–Vaya...entonces gracias.
–Ni lo menciones, solo te devolví el favor por haberme salvado en el acantilado, lo mejor es que te largues de una ves de esta isla antes que te encuentren.
–¿Que ahí de ti?, tendrás problemas si descubren que me ayudaste, deberías de irte tú también, eres muy pequeño aún para ser Marine y te podrías lastim–el azabache lo interrumpo.
–¡Yo no puedo hacer eso!–grito con fuerza y rabia.
–Calma, ¿tienes miedo de decepcionar a tu abuelo?
–No es eso–negó, en tanto se sentaba y apoyaba su espalda contra un árbol, la carrera le había cansado.
–¿Y entonces que es?

Se sentó a su lado y lo miró con pena al notar su mirada tan perdida y apagada, no común en su edad, aquel pirata comenzaba a sentir cierta empatía por el niño a su lado.
–No puedo desertar, tengo sangre maldita en mis venas.

El mayor no se sorprendió, había conocido muchos casos en los que el gobierno había asesinado a familias enteras por estar relacionadas con algún criminal importante.
–¿Como te llamas, chico?–indagó, buscando distraerlo.
–Luffy, ¿y tu?
–Bon Clay.
–Oye, ¿por que te vistes así?
–¿Así como?
–De manera tan...¿extravagante?
–Es mi estilo, ¿tu no tienes uno?
–No, prácticamente vivo en uniforme.
–¿Y antes de unirte a la Marina?–aquella pregunta le causó una sonrisita al azabache, siempre le gustaba recordar cómo era todo anterior al accidente.
–Bueno, me gustaba vestir con pantalones cortos y camisetas sin mangas, exceptuando en invierno, no compraba mi ropa, si no que una amiga la hacía para mi.
–¿Tenias alguna prenda favorita?
–Claro que si, era una camisa roja, tenía mangas largas y botones dorados, me gustaba mucho usarla, en especial en el frío.
–Suena bonita.
–Lo era–afirmo con nostalgia.
–¿Y te gusta servir como un militar?
–No, en especial siendo tan débil, mis compañeros consiguen hacerme lo que quieran sin algún tipo de consecuencia.
–¿Que te hacen?
–Me gritan, me golpean, me echan la culpa de cada error que ellos cometen, incluso me encierran en las prisiones subterráneas que tiene cada base de la Marina.
–Eso es horrible.
–Si, siempre está tan oscuro y húmedo, lo detesto.
–¿Y no hay algo o alguien que te reconforte?
–Bueno...–habló, mientras hurgaba en su bolsillo y sacaba un telescopio, Bon Clay lo miró con curiosidad–Tengo esto, es lo único que me queda de mi hogar.
–Es muy bonito, ¿como lo conseguiste?
–Dos personas muy especiales para mí me lo dieron.
–¿Ellas siguen contigo?–el Monkey negó.
–Pero estoy seguro de que nos volveremos a encontrar y ellos me ayudarán a ser libre.

Tuvieron que cesar la conversación al oír las voces de los soldados aproximándose, trataron de correr, pero a los segundos ya estaban rodeados.
–Vaya, vaya, sabía que alguien tan estupido como tú, jamás podría ser alguien bueno–mencionó un capitán, quien estaba al mando con la ausencia de Garp.
–¡Y-Yo no lo ayude!–grito, temeroso de las consecuencias de la idea.
–Pues eso no es lo que parece, ¿no es así?

Bon Clay entró en pánico por la situación del pequeño, era cierto que habló muy poco con él, pero había empatizado completamente con su situación, no sentía que fuera justo el trato que aquel hombre le daba.
El capitán desvaino su espada y la levantó, dispuesto a atacar al pequeño, pero el pirata lo detuvo, causándose un gran corte en la palma de su mano.
–Luffy, escóndete–ordenó el travesti, mientras le daba una gran patada en la cabeza al Marine en frente de él.

Se hizo una gran pelea, Bon Clay era fuerte y lograba vencer a todos con su extraño estilo de combate, en tanto el azabache se había arrastrado, escondiéndose entre los arbustos, sosteniendo fuertemente el rifle de uno de los soldados caídos. El pirata fue sostenido por tres Marines, inmovilizado, no pudo hacer nada cuando el capitán volvió a levantar su filo, le cortaría el cuello.
El más pequeño observaba todo y se dio cuenta de que tendría que toma una decisión, sus manos temblaban mientras apuntaba, cerró uno de sus ojos para calcular mejor y apretó el gatillo, disparando directamente a la cabeza del Marine que trataba de dañar a su más reciente amigo.
El ruido fue estremecedor, un fuerte y constante pitido se instaló en sus oídos, sus pupilas se dilataron al ver lo que había echo, los sesos estaban esparcidos y uno de sus ojos se reventó, dejando el cuenco de su rostro vacío, casi vomito, pero gracias a eso, el pirata logró recuperar el control, aunque no se dio cuenta del soldado que tomo del cuello a Luffy, levantándolo.
–¡Traidor!

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora