Tenso reencuentro

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Faltaba muy poco para llegar a la Isla Dawn, ya era capaz de verse en el horizonte, mientras más se acercaban, más lograban distinguir el hogar de Luffy, no podían evitar sentirse nostálgicos al saber que en el momento que partieran de ese lugar, todo habría acabado, tendrían que comenzar a seguir su camino sin su amigo, aceptar que jamás volverían a verlo enojarse, reír o llorar, no formarían nuevos recuerdos con él y, que poco a poco irían olvidando su sonrisa y voz, llegar allí...implicaba perderlo por completo.
Anclaron el Sunny Go muy cerca de la Villa Foosha, percatándose del buque de la Marina que estaba a pocos metros de ellos, reconocieron casi de inmediato que era el barco de Garp, ya estaba aquí.
Apenas pisar tierra y acercarse a la aldea, con los dos hermanos siguiéndolos, guardando cierta distancia de ellos, escucharon una muchedumbre, fueron a ver qué sucedía y se sorprendieron al ver al Vicealmirante siendo golpeado por la mujer pelirroja que conocieron tiempo atrás.
–¡¿POR QUE PERMITISTE QUE SE LO LLEVARAN?!, ¡ERA SOLO UN NIÑO!–gritaba con ferocidad, en tanto gruesas lágrimas salían de sus ojos, el contrario solo guardaba silencio.

Las personas solo miraban apenados la escena, sin hacer nada para impedirla, así que ellos interfirieron. Dadan al divisarlos, se detuvo enseguida, pero no por miedo, la tristeza en sus ojos solo aumentó.
–¿Donde está Lu..?–pregunto con apenas un hilo de voz.

La bandida nunca planeó tener hijos, jamás fue alguien buena o amable con los niños, le gustaba estar sola en su hogar junto con sus subordinados, que la gente le temiera y no se atrevería a causarle problemas, pero luego llegó Ace, mientras fue creciendo, ambos se iban odiando más, él traía la comida y ella le daba un techo sobre su cabeza, sin embargo todo cambio cuando el Monkey menor llegó, en cambio de él Portgas, él no era muy fuerte o hábil, era un niño risueño, le encantaba causar desastres, pero nunca con una mala intención, luego se integró Sabo y los tres al poco tiempo se convirtieron en hermanos. El de sombrero de paja era el más débil, pero casi nunca llegaba tan lastimando como los otros dos, por mucho que se molestaran entre ellos, se protegían con todo lo que tenían y la bandida, se volvió parte de esa pequeña familia, incluso cuando se fueron a vivir a su pequeña casa del árbol, ella siempre les dejó un lugar en su hogar. Aún así, nada valió la pena, su familia se destrozó casi por completo en el momento que les arrebataron al monito, Ace volvió a ser tan violento y distante como lo era antes, en cambio Sabo, quien solo se encerró en sí mismo, se alejó de todo y de todos, pero paso el tiempo y aunque ninguno de los tres lo dijera, se alegraban cada que el menor salía en los periódicos como Marine, no estaban a su lado, pero les reconciliaba el saber que se estaba adaptando y luego...lo renunció a todo por sus hermanos.
La pelirroja se levantó y al percatarse de la presencia de sus otros dos hijos, corrió hacia ellos y les dio un fuerte abrazo, estos se sorprendieron, pero aún así a los pocos segundos correspondieron, no veían a su madre hace ya 3 años y no negarían que les hacía falta ese abrazo. Garp, por su parte, solo se incorporó, sin atreverse a unirse a ellos, no se creía merecedor de aquel consuelo, sentía que él fue el responsable de la muerte de su pequeño solecito, nunca le agradó la idea de que se convirtiera en un criminal y tener que pertenecer a bandos distintos, pero adoraba ver la determinación y felicidad que había en sus ojos cada que afirmaba sobre su sueño, pero la Marina y al Gobierno no les importó torturar a un niño con tal de ganar un arma para utilizar y luego desechar, para el mundo, Garp había perdido un soldado, pero al momento de cerrar la puerta de su oficina o desertar del Cuartel General a su isla natal, él había perdido una de las tres luces que iluminaban su vida, a la más brillante y cercana que tenía.
–Nosotros no queríamos hacerlo...–murmuro Sabo, aún entre los brazos de la bandida.
–Era s-solo un j-juego–explicó el pecoso con la voz rota.

Ambos ante la situación, trataron de mantenerse fuertes y firmes, a pesar de lo mucho que lloraron, en ningún momento llegaron a quebrarse, pero en ese instante con la pelirroja, no pudieron evitar derrumbarse.
Los tres estuvieron abrazados por un largo rato, hasta que Dadan decidió querer ir a ver al Monkey menor, sabiendo que estaba en el barco en donde habían llegado.

Los tres estuvieron abrazados por un largo rato, hasta que Dadan decidió querer ir a ver al Monkey menor, sabiendo que estaba en el barco en donde habían llegado

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Ace y Sabo esperaban afuera de la habitación de donde se oía el llanto de la mujer al estar en frente del cuerpo de su hijo.
Garp seguía manteniendo distancia a pesar de no haberse visto en mucho tiempo, aunque los dos tampoco hacían mucho esfuerzo para acercarse, hasta que luego de unos minutos, el Vicealmirante se dirigió a ellos.
–¿Que?–inquirió el Portgas de forma hostil, no estaba del mejor humor para charlar con el hombre que fue parte del infierno de su sol.
–Yo...lo siento, lamento tanto haber arrastrado a Luffy a ese lugar y hubiera echo lo que sea para que volviera con ustedes–se disculpo, bajando la mirada, avergonzado de sus acciones.

Ambos miraron al mayor, desde hace muchos años su relación se había vuelto tensa e incómoda, ellos lo culpaban por separarlos del Monkey, pero por muy enojados que estaban, sabían que eso no era cierto, su abuelo no podía devolverles a su hermano, solo podía ser su consuelo, cargando con la culpa.
–No tienes que pedir perdón por nada, solo querías...protegerlo–murmuro el pecoso, le costaba aceptar todo esto, después de 10 años de un intenso odio, no era fácil admitir que lo que les quito a su sol, no era una persona en específica con quien desquitarse, solo era el podrido mundo en el que vivían.
–Abuelo, nosotros lo sentimos tanto, no has echo nada aparte de protegernos–se disculpo el rubio entre lágrimas.
–Escuchen, nada de lo qué pasó fue a causa suya, su hermano estaba...exhausto, no podía seguir y aunque no le hayan echo nada, él igual le hubiera puesto fin a su vid–habló, consciente de la situación por los Nakamas de su nieto menor, pero fue interrumpido.
–¡NOSOTROS MATAMOS A LUFFY!–exclamó con fuerza Ace, en tanto bajaba su cabeza, frustrado.
–No es cierto–decreto el Marine, tomando un poco de aire para continuar hablando–Él murió el día que yo se los arrebate.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora