Monkey D. Luffy siempre fue un espíritu totalmente libre, indomable y feroz, como una ola chocando contra la costa, pero había algo que lo limitaba, amor, él lo sacrificaría todo por amor.
Universo alterno. (Luffy Marine)
Contiene escenas violentas...
Luffy se mantuvo lejos de lo que respecta a la guerra, solo se quedó con Jinbe en un punto de buena visión, no lograba divisar a sus otros dos Nakamas, aliviado de saber que habían cumplido con su orden, se habían ido, pero algo lo inquietaba, los poderosos ataques de Barbablanca resquebrajaban casi en su totalidad a toda la fortaleza y temía que alguno de su equipo haya resultado herido por aquella monstruosidad de poder. Miró a Akainu volver a unirse a la guerra, por leves instantes, tuvo pavor de que se dirigiría al SubComandante de la Revolución, pero se alivió al ver que solo fue a por el Hombre Más Fuerte Del Mundo, no le interesó y solo se cruzó de brazos, no haría nada hasta que sus hermanos se vieran en peligro, todo aparte de su seguridad, era irrelevante, tanto piratas como para Marines, por lo tanto, rompió el intercomunicador de su Den Den Mushi personal, ignorando por completo las órdenes directas que se le daban. Su cuerpo se tensó por completo en el momento que la batalla avanzó a tal punto que Sabo, con ayuda de sus aliados, tales como Inazuma, Ivankov y otros que a su parecer, no valía la pena mencionar, si logró llegar a donde el Portgas, gracias a la llave que le proporcionó, abrió las cadenas sin mucho problema antes que cualquiera de los Marines pudiera alcanzarlo, pronto en una gran y enorme ráfaga de fuego, los dos ya estaban corriendo de camino a los barcos ya descongelados, para huir, siendo seguidos por cada pirata y revolucionario que logró sobrevivir. Supo que desde el momento en que ambos estuvieron en la arena de pelea, no habría que preocuparse de nada más, ellos eran fuertes y sus aliados esperaba que también, solo quedaba irse, la batalla entre Sakazuki y Barbablanca había terminado, el Marine no fue derrotado, pero si lo lograron distraer lo suficiente como para largarse, o al menos, eso pensaban.
El cuarto Almirante estaba tan feliz de ver a todos apunto de llegar a bahía, pero toda aquella ilusión se desvaneció cuando el Perro Rojo volvió a levantarse. –¡Oye!, ¡Puño De Fuego!, ¡jamás pensé que fueras tan cobarde!, ¡que cambiarás tu vida por la de tu "pequeño hermanito"!–grito con burla, causando que el paso del pecoso cesara por completo, provocando que el del revolucionario también. –¡¿QUE FUE LO QUE DIJISTE?!–exclamó, cerrando los puños y frunciendo el ceño. –Ace, ¿que se supone qué haces?, ¡hay que irnos!–reprochó el rubio, en tanto colocaba una mano sobre el hombro del azabache, que fue apartada de un manotazo. –¡Me alegra que ese estupido haya cambiado de bando!, ¡no veo la hora de degollarlo con mis propias manos!
Aquel comentario fue suficiente como para que el pirata ardiera en llamas y se abalanzara contra aquel horrible hombre, negándose completamente a huir de una pelea, siendo estúpidamente seguido por el de azul, quien maldecía aquel carácter de su hermano. Luffy lo veía todo desde lejos, supo de inmediato quien sería el triunfante en aquella batalla, los dos criminales estaban agotados y no aguantarían mucho más contra la magma, era más poderosa que el fuego de Ace y derretía el arma de Sabo, fue así, cuando el más pequeño de los tres lo observó, el Portgas tropezó y el Almirante no perdería tal oportunidad, se dirigió hasta él con una mano al rojo vivo, planeaba acabarlo por completo, pero el Monkey no se lo permitió. Se había comenzado a acercar desde que aquel encuentro comenzó y logró llegar en el momento justo para detenerlo, cubrió sus brazos con Haki De Armadura y estampó su puño contra el rostro del otro Marine, lo suficiente como para desconcertarlo y poder dirigirse a sus hermanos. –Ace, Sabo, salgan de aquí de una maldita ves, Aokiji y Kizaru no tardaran nada en desocuparse, y por muy fuertes que sean, no vencerán a tres malditos Almirantes en su estado actual. –Idiota, ¡a ti también te masacraran!, ¡mejor vuelve a tu maldito puesto!–reprochó el rubio. –¡Terminarás muerto!–siguió el Portgas, tomando un tono mas preocupado que orgulloso.
Ninguno logró seguir quejándose, tanto revolucionarios como piratas los tomaron, arrastrándolos hasta los barcos para sacarlos de allí, los dos se resistieron, gritaban groserías y tiraban patadas, no escucharon ningún argumento más del pequeño y solo lo vieron alejarse, cuando los 3 Almirantes restantes trataban de perseguirlos, pero él los retenía. Lo último que vieron de su pequeño Monkey, fue una gran cantidad de magma impactar contra su pecho. –¡LUFFY!–gritaron ambos criminales, sus cuerdas vocales dolieron después del gran uso que les dieron, pero a pesar del esfuerzo que hicieron, no les permitieron volver a la fortaleza para protegerlo de esos horribles hombres.
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Se abrazaba a sí mismo en un rincón oscuro de un barco pirata, varias lágrimas recorrían su rostro, de tristeza y de rabia, no entendía como era posible que haya sido tan descuidado, no sabía lo que harían con él, pero estaba consciente de que no sería algo bonito. Su cuerpo dolía, había intentado resistirse a ser llevado y con la misma navaja con la que amenazaron contra su vida, le hicieron varios cortes y leves apuñaladas al rededor de todo su cuerpo, pero lo que más le dolió, fue que el sombrero que por tanto tiempo apreció, cayera de su cabeza mientras era arrastrado, con sus manos ensangrentadas lo sostuvo contra su cuerpo, tiñéndolo de rojo en algunas zonas, pero sus brazos cansados no resistieron y terminó soltándolo, por mucho que se esforzó en recuperarlo, no pudo. Llevaba en ese tenebroso lugar dos días, apenas le habían dado comida y agua, solo escuchaba que lo esperaba algo grande, estaba aterrado de saber que era, hasta que en un momento, la puerta se abrió, cerró los ojos por la inesperada luz y solo alcanzó a ver la silueta de dos caballeros, fue todo lo que divisó antes que le colocaran una venda en sus ojos, sintió como le amarraban las manos y lo jalaban, no se atrevió a decir nada, hasta que se encontró solo de nuevo, nuevamente lo habían llevado a un navío, pero este era diferente, se sentía más metálico y grande, sin contar, que al contrario del otro, se estaba moviendo, se dirigía a un lugar incierto y no podía hacer nada, en el momento que comprendió eso, entró en pánico, se levantó aún con sus ojos cubiertos y comenzó a tocar con las manos todo lo que se encontraba a su alrededor, con la esperanza de encontrar alguna salida, pero al momento de sentirla, estaba cerrada, chocó sus hombros y puños contra esta, pero la fuerza de un niño de siete, no era nada contra el metal, sin contar los pernos que poseía, terminaron lastimándolo y agotándolo. Lo único que atino a hacer ahora, fue deslizarse hasta llegar al suelo y bajar la cabeza, mordió su labio inferior hasta sacarse sangre, en un intento de que este parara de temblar, no podía creer que todo esto le pasara por simplemente querer tener una familia, claro, tenía a sus hermanos, ellos eran su mundo entero, pero, por muy egoísta que sea, presentía que también tenía derecho a poseer un padre, aunque solo sea por cartas, alguien que lo amará incondicionalmente aún sin conocerlo de verdad, tal ves eso fue mucho pedir.