Remplazos

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Luffy se levantó, separándose del abrazo y provocando que los otros dos lo miraran confundidos.
–Sus amigos ya deben de extrañarlos, les daré la orden a mis Nakamas para continuar con el rumbo a la isla, puedes guardar tu pequeño barco en la sala de máquinas–luego de decir eso, el azabache se retiró.

Solo tardaron un pequeño lapso de tiempo en llegar y atacar el Sunny, Ace, bastante emocionado, tomó la mano de su hermanito y lo llevó casi arrastrándolo al Moby Dick, Sabo los siguió y subieron a cubierta.
–¡Padre!–hablo el pecoso, llamando la atención de Barbablanca y de algunos piratas presentes, especialmente el fénix, quienes inmediatamente se fijaron en el ex-marine–Él es Lu, mi hermano pequeño–le presentó, poseyendo una sonrisa muy amplia.
–Vaya, así que tú eres el mocoso que salvo a mi familia del resto de Almirantes.
–Pues alguien tenia que hacerlo, tuviste suerte de que no dejara a Akainu acercarse a ti–aquel comentario, provocó un ceño fruncido en casi todos los presentes.
–¿Dices que no hubiera podido con ese niñato?
–Él es parte de la Nueva Era y tu solo eres...un anciano que ya hace mucho fue el "Hombre más fuerte del mundo".
–Luffy, ¿que te pasa?–reprochó el Portgas, sorprendido por su actitud tan hostil.
–Veo que tienes bastantes agallas, pero te falta respeto–hablo el de bigote.
–No respetaré al pirata que me ocasionó tantos problemas que no valían la pena resolver–hubo un pequeño momento de silencio en que el de pañuelo y el Monkey mantuvieron miradas medianamente amenazantes.
–Jozu, mejor dile a Banshee que prepare algo de comer a nuestro invitado–pidió Edward, decidido a terminar con la conversación.

Llegó la noche y los tres hermanos estaban descansando en la cubierta del Thousand Sunny, acostados en el pasto viendo las estrellas

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Llegó la noche y los tres hermanos estaban descansando en la cubierta del Thousand Sunny, acostados en el pasto viendo las estrellas. Llevaban una conversación casual, cuando los dos mayores comenzaron a escuchar los pequeños ronquidos del tercero, se había quedado dormido.
–Después de tantos años, aún sigue teniendo esa extraña costumbre–bromeó el rubio, sacándole una risita al contrario.
–Oye.
–¿Mh?
–¿Por que crees que se comportó de forma tan rencorosa con mi papá?
–Bueno, Lu fue un Marine y no puedes negar que Barbablanca le causo muchos problemas al Gobierno.
–No fue por eso–una voz ajena a la de ambos habló, asustándolos, voltearon de manera rápida y solo vieron a una de las Nakamas de su hermano–Lamento interrumpir, solo me levante por una taza de café y no pude evitar escucharlos, me llamo Robin, es un placer.
–¿Nico Robin?, escuchamos de ti por los periódicos que salieron en todo el mundo cuando te uniste a la Marina–comentó el Revolucionario.
–Y, yo escuché de ustedes cuando se unieron a Dragon y Barbablanca, después de todo es esa la razón del porqué a mi capitán no le agrada Edward Newgate.
–¿De que hablas?–indagó el Portgas.
–Nosotros hace muy poco nos enteramos que ustedes tres eran hermanos, pero ya notábamos el interés que poseía hacia los Revolucionarios y los Piratas De Barbablanca, no nos llamó mucho la atención, ya que cualquier Marine sueña con atraparlos, hasta que nos hicimos conscientes de su relación.
–¿Y eso que tiene que ver con su actitud?–pregunto el ex-noble.
–Luffy siempre trato de protegerlos, pero gracias a que se unieron a los dos hombres más buscados, todo se le complicó, muchas veces asesino a sus Nakamas, nunca se quejó, pero la mayoría de nosotros veía su culpa, además de que no creo que le agradece que toda su tripulación se trataran como hermanos, supongo que se sintió remplazado.

Ambos quedaron totalmente en silencio y miraron al de sombrero, quien seguía absorto en su sueño.
–Bueno, fue un gusto hablar con ustedes, buenas noches–luego de despedirse, la mujer se retiró a descansar.
–Sacrificó su sueño por nosotros y aún así, lo único que le dimos fueron problemas–habló el de azul, después de un rato de silencio.
–¿Como podemos recompensarle?
–No lo se, no creo que haya algo que alivie el dolor que le causamos–el azabache, sin molestarse en responder, se levantó y cargó al Monkey–¿Que haces?
–Comienza a hacer frío, iré a arroparlo a su habitación.

–¿Como podemos recompensarle?–No lo se, no creo que haya algo que alivie el dolor que le causamos–el azabache, sin molestarse en responder, se levantó y cargó al Monkey–¿Que haces?–Comienza a hacer frío, iré a arroparlo a su habitación

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Al día siguiente, los tres se levantaron más tarde de lo habitual y se reunieron en la cocina del Sunny. Sanji sin ningún problema, les preparo algo de comer, sabía los gustos de su capitán, pero no el de sus hermanos, así que aprovecho el tiempo extra en el que se mantuvieron dormidos y preparo una gran variedad de platillos.
–Vaya, tu cocinero si que se lució–comentó el rubio con una sonrisa.
–Todo se ve delicioso–dijo esta ves el Comandante.
–Gracias, Sanji.
–Bien, los dejó solos, si quedan con hambre, pueden llamarme–el de cejas peculiares se fue, sin antes revolver el cabello del Monkey con cariño, cosa que molesto un poco a los dos mayores.
–Veo que tienes una gran relación con todos tus Nakamas–indicó el pecoso, mientras los tres se sentaban a la mesa.
–Bueno, si, con la mayoría llevó años de relación y desde siempre me han apoyado de manera incondicional, son como mi familia, aunque aveces llegaba a ser demasiado severo con ellos–el azabache menor miró a sus dos hermanos y notó la tristeza en su rostro, inmediatamente se disculpó–Lo siento, no quise decir eso, ustedes saben que siempre serán mi familia.
–No te preocupes, Lu, nos alegramos mucho que tengas un lugar donde regresar–aclaro el Revolucionario, con una sonrisita, contrario al de tatuajes, quien solo guardo silencio, comiendo su desayuno.

Luego de eso, ya reposados de la gran cantidad de alimentos que ingirieron, salieron a caminar por la isla.
–Oigan, ¿puedo preguntarles algo?–hablo el ex-marine, llamando la atención de ambos.
–Claro–respondió el de azul.
–¿Algo realmente cambio cuando yo me fui?–aquella interrogando los tomó desprevenidos en su totalidad, entorpeciendo su paso.
–Bueno...–comenzó a decir el Revolucionario, pero no logró terminar la frase.
–Varias cosas fueron distintas, pasó mucho tiempo en el que no nos recuperamos de tu pérdida, pero cuando por fin la aceptamos, nos volvimos más crueles y aún más conocidos en la isla, ya no solo robábamos, asesinábamos a cualquiera que se metiera con nosotros–aquella confesión del Portgas, dejó atónito al menor.
–Todo esto se lo ocultamos a los bandidos, a la villa y a el abuelo, solo actuábamos como si todo estuviera bien, aunque era algo difícil escondérselo a Dadan, siempre tuvo sus sospechas, al principio planeábamos irnos y construir otra casa del árbol para volver a independizarnos, pero nunca logramos poner tan siquiera un tablón de madera–siguió explicando el de azul.
–No era lo mismo sin ti con tus torpes manos ayudando, como cuando te lastimabas los dedos o perdías los clavos–recordó Ace, con una sonrisa tierna en su rostro.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora