Sonrisa eterna

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En alguna otra parte del mar, Shanks estaba encerrado en su habitación, tomando su cuarta cerveza mientras miraba todos los objetos que poseía de su hijo, cuando de repente, el cristal de una de las fotos se rompió, una grieta que iba desde una esquina hasta el pecho de su hijo, atravesando casi todo el marco, dejando inútil al vidrio que lo cubría. Se levantó de su lugar y descolgó la foto para observarla mejor, sin entender el por qué se había quebrado, fue entonces que un recuerdo fugaz atravesó su mente.

 Se levantó de su lugar y descolgó la foto para observarla mejor, sin entender el por qué se había quebrado, fue entonces que un recuerdo fugaz atravesó su mente

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–Pero tú ya escapaste, puedes dirigirte a donde quieras.
–Lo se, eso he estado haciendo estas últimas semanas después de todo y han sido los mejores momentos de mi vida, pero siento que el sueño que alguna ves tuve, suena demasiado agotador, ya no tengo la determinación necesaria para sobrevivir, aunque es extraño, no quiero volver al mar, pero aún así...siento que pude haber llegado más lejos, pero la única razón por la que lo hacía antes, era porque era mi única manera de vivir, en cambio ahora, por primera ves en mucho tiempo, tengo elección de que hacer y yo solo quiero...fallecer de una ves por todas, librarme de todo el mal que cause alguna ves–luego de decir eso, el pelirrojo lo miro impactado, como si no creyera lo que estaba escuchando.
–¿Como se te ocurre tan siquiera pensar en eso?, recién esta comenzando tu aventura, no puedes rendirte tan fácilmente, con tu fuerza y estatus podrías encontrar el One Piece en cuestión de mese–hablaba con desesperación, pero el menor lo callo.
–Yo ya no quiero ser el Rey De Los Piratas, se que fue mi sueño por mucho tiempo, pero ya no soporto cargar con la culpa que tengo, he asesinado islas enteras, matado a personas inocentes, no quiero vivir huyendo del Gobierno y la Marina por traicionarlos, además, la única razón por la cual soportaba ese estupido cargo, era por mis hermanos, para protegerlos, pero ya no me necesitan, pueden hacerle frente a un Almirante con sus propias manos y tienen tanta gente al rededor suyo, son felices y eso es suficiente como para que todo haya valido la pena, yo ya no tengo razón para seguir, pero estoy contento de haber llegado tan lejos, ¿no crees?

El Figarland sintió el mundo detenerse a su alrededor, no podía creer lo que su pequeño estaba diciendo, su garganta se cerró y no pudo quejarse a tal cruel decisión, sin pensarlo, abrazo al contrario con fuerza.
Si fuera cualquier otra persona, Shanks lo entendería por completo, solo le daría un par de ánimos y luego seguiría con su vida normal, pero se trataba de Luffy, el chico que crió cuando apenas podía leer bien, el niño dulce que escuchaba emocionado sus aventuras y que trataba de imitar sus hazañas más peligrosas.
–Anchor, por favor, no lo hagas–murmuro el pirata, devastado.
–Ya tome una decisión, Shanks–respondió con una voz neutral, para él, su muerte no era algo que le aterraba en lo absoluto, pero no podía evitar sentir cierta compasión por quienes estaban a su al rededor.
–No, no, no...apenas puedo recuperarte, no quiero perderte de nuevo, eres solo un niño, ¿por que mierda harías algo como eso?

El pelirrojo se alejó un poco y colocó su mano en la mejilla del Monkey, fijó sus ojos en aquella mirada que en algún momento se encontraba llena de alegría y esperanza, pero ahora lo que veía era...un rostro cansado, agotado de cargar con el peso de pecados ajenos.
–Perdóname, lamentó no ser lo suficientemente fuerte como para seguir con todo esto.
–No, tú no tienes la culpa de nada, no debes sentirte mal por nada de esto.

Shanks amaba a su Ancla y quería verlo crecer hasta que se convierta en todo lo que juro ser de pequeño, pero a parte de todo eso, quería que fuera feliz y en el fondo comprendía lo que el azabache sentía, pero no quería aceptarlo, no podía asimilar que su niño estuviera destrozado. El ex-Marine abrazó al mayor y este correspondió.
–Tu...¿como planeas hacerlo?–indagó el pelirrojo, con apenas un hilo de voz, sabiendo que no podría detenerlo.
–Me encargare de que mis hermanos lo hagan–respondió, sorprendiendo al contrario y esté al notarlo, continuo hablando, explicando el por qué de su juicio–No es por venganza, solo pienso que yo les entregue mi vida y son los únicos en todo este jodido mundo que tienen el derecho de quitármela.

–Me encargare de que mis hermanos lo hagan–respondió, sorprendiendo al contrario y esté al notarlo, continuo hablando, explicando el por qué de su juicio–No es por venganza, solo pienso que yo les entregue mi vida y son los únicos en todo este jod...

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Todas las personas que estaban al rededor de la pelea, entraron en pánico, exceptuando a los Mugiwaras, quienes solo miraban la escena con tristeza.
–¡MARCO!, ¡LLAMA AL EQUIPO MÉDICO!–ordeno el Portgas, sosteniendo el cuerpo inconsciente de su hermanito, sintiendo como poco a poco sus latidos se volvían mas lentos y leves, a la ves que su respiración iba perdiendo fuerza.

El fénix asintió y junto con otros hombres, trataron de correr de vuelta al Moby Dick para pedir ayuda, pero fueron detenidos por Zoro, Sanji y Jinbe, quienes les impidieron el paso.
–¡Muévanse, idiotas!, ¡tratamos de salvar a su estupido capitán!–grito el Comandante de Segunda División, pero fue ignorado por los tres contrarios. Sabo fijó su vista en el reno que estaba entre el resto de los Mugiwaras.
–Oye, tú eres doctor, ¿cierto?, ¡¿por que carajos no estas haciendo nada?!–el Revolucionario poseía una voz quebrada, pero desesperada por salvar la vida de su pequeño sol. Chopper al observar la escena, no pudo aguantar más sus lágrimas y estalló en llanto, trato de correr hacia el azabache, pero Nami y Usopp lo sujetaron para que no vaya, aunque estos también se veían muy afectados.
–¡¿QUE MIERDA LES PASA?!, ¡SE SUPONE QUE ES SU AMIGO!

Grito con rabia el de azul a la tripulación de su hermanito, pero ellos solo bajaron un poco la mirada. Marco y el resto se libraron de los tres piratas que les impedían el paso y corrieron hacia el barco de Barbablanca, cuando Sabo se volteó a ver a sus hermanos para señalar que pronto vendría alguien para ayudarlos, se percató de que la mirada del Portgas estaba puesta en él, sus pupilas estaban encogidas y varias lagrimas corrían en su rostro, no comprendía en su totalidad la expresión del contrario, hasta que vio mejor el cuerpo de su hermano menor. La gran herida en su pecho lo hizo mancharse casi en su totalidad de sangre, pero a pesar de lo dolorosa que se veía aquella lesión, su rostro se apreciaba tan pacífico, con la misma sonrisa que había tenido momentos antes de que el combate acabara, no necesita seguir observando aquel panorama tan devastador para comprender lo que había pasado, Luffy había muerto.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora