Un buen acto

1.3K 169 16
                                        

–E-Ella no ha e-echo nada–protestó, en tanto su cuerpo temblaba.
–Desde el momento en que le quitaron esa bolsa de la cabeza nos hizo algo, ahora acábala–respondió otro señor del Gorōsei, dejando al pequeño paralizado, observando a la mujer, viéndolo con sumo terror y confusión.
–N-No puedo–su voz aguda y temblorosa resonó entre las catacumbas.
–Kuzan, has el favor de ayudarlo–ordenó Jaygarcia y el Vicealmirante solo asintió.

Tomó de la mano que tenía libre el pequeño y se acercó a la mujer, esta forcejeaba con fuerza contra las cuerdas que la ataban, sin contar los guardias que la sujetaban para que se quedara en su posición.
El "Faisán Azul", tomó la muñeca con la que el Monkey sostenía la navaja y la guió hasta tenerla haciendo poca presión en el vientre de la mujer, pero esta, logró quitarse la venda de la boca y poder hablar.
–¡L-Luffy!, ¡no!, ¡por f-favor!–Makino comenzó a llorar, suplicándole al pequeño, pero este no podía expresarse en lo absoluto, tenía un rostro neutro, exceptuando sus lágrimas y sus pupilas contraídas.
–Yo...l-lo siento.
–¡Lu!, ¡n-no!, ¡voy a s-ser madre!, ¡t-tengo apenas 3 m-meses de embarazo!, ¡n-no me quites a mi n-niño!

No pudo seguir hablando, uno de los Marines que la sujetaba volvió a amordazarla, ocurrió en el mismo momento en el que Aokiji empujó fuertemente contra ella, apuñalándola y haciéndola soltar un grito ahogado de dolor.
El Vicealmirante soltó la mano del menor y se levantó para volver a su posición anterior, sin antes susurrarle:
–Ahora tienes que terminar con el trabajo.

El azabache quito de forma brusca el cuchillo de su vientre, haciendo que grite aún más fuerte, aunque no se escuchara por completo, lloraba bastante y seguía mirando al menor, implorándole piedad.
Luffy recordó una ves, hace mucho tiempo, sus hermanos y él, encontraron a un cordero herido en el bosque, suponían que se había escapado de algún corral y un animal lo había atacado, su cuerpo estaba destrozado y apenas lograba respirar, pero seguía vivo, Ace sacó un cuchillo y le cortó el cuello casi en su totalidad, al principio se había enojado con él, pero ahora entendía que eso era lo más bondadoso que pudo haber echo.
Ahora, veía a su antigua cuidadora como aquel animal moribundo, conocía la crueldad de la Marina, tal ves lo más amable que podía hacer ahora, era evitar la tortura que podría esperarle más adelante si él fallaba.
Sostuvo con más fuerza la navaja y, en un movimiento rápido y repentino, corto el cuello de la cantinera hasta sentir sus vértebras, ahí fue cuando retiró el filo, una gran cantidad de sangre calló sobre él y el grito de dolor puro empapó sus oídos, los hombres que la sostenían la soltaron, causando que cayera de forma inmediata, pero el pequeño la sujetó y se sentó en el suelo para apoyar la cabeza de Makino en sus piernas.
–P-Perdóname...juro q-que del otro l-lado encontrarás la p-paz–murmuraba, en tanto la veía ahogarse en su propia sangre, intentaba decir algo, pero de su boca no salían más que quejidos inhumanos.

La cantinera, levanto sus manos para colocarlas en su mejillas empapadas de lágrimas, la de cabello verde lo último que vio fue a su Lu mirándola afligido, empapado de sangre, pero la imagen se oscureció.
El azabache vio la vida de una de sus mejores amigas, partir de sus ojos, el brillo que había en estos se perdió por completo, sus manos cayeron al frío suelo, pero la sangre que salía de ella, aún no había dejado de fluir.

El azabache vio la vida de una de sus mejores amigas, partir de sus ojos, el brillo que había en estos se perdió por completo, sus manos cayeron al frío suelo, pero la sangre que salía de ella, aún no había dejado de fluir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Caminaba fuertemente agarrado a la mano de Garp, este había solicitado cuidar del menor, al menos por esta noche.
El azabache aún sujetaba la navaja y, seguía goteando sangre de su camisa y mangas, hasta que llegaron a la habitación del Vicealmirante, entraron y el Marine fue inmediatamente a buscarle ropa limpia.
–Iré a bañarme–pronunció en un tono monótono y casi en un susurro, carente de cualquier emoción.
–Luffy, tienes que entender que nada de lo que sucedió allí fue tu culpa.

El niño ignoro totalmente las palabras de su abuelo y fue directo a la puerta que creía que daba al cuarto de baño, al no equivocarse, entró y cerró, azotando la entrada.
Luego de eso, el pequeño, dejo ese rostro de indiferencia y lo remplazo por uno de suma desesperación, comenzó a quitarse la ropa de forma angustiante, casi rompiéndola.
Se acercó a la bañera y empezó a llenarla de agua caliente, hirviendo a su parecer, luego de que esta se esté apunto de rebalsar, cerró la llave y solo se metió, hundiéndose casi en su totalidad, parte del agua calló al piso, su cuerpo comenzó a arder y quemar, colorándose de rojo, pero no le importó, empezó a frotar su piel una y otra ves, cada parte de su sí, tratando de sacar la suciedad que le generó el acabar con la vida de alguien, pero no importaba cuanto lo hiciera, seguía sintiendo la sangre sobre él.
No se detuvo hasta que el agua se enfrió y su propio cuerpo sangraba con heridas propias, pero de todas formas seguía desgarrando su carne en busca de que aquel sentimiento que se alojaba en su cuerpo, se desvaneciera de una ves, pero eso no pasó.
Empezó a llorar, se tomó el cabello con fuerza y tiro de él, para luego soltar un fuerte grito, estaba tan frustrado, la muerte de su amiga lo carcomía por completo.
Escuchó la puerta abrirse y ni siquiera tuvo que voltear para saber quien era, su abuelo fue a donde él y tomó sus muñecas para que dejara de hacerse daño.
–Lu, no tienes que tener el peso de nada de lo qué pasó, ¿está bien?, no tenías opción de absolutamente nada de esto, eres solo un niño.
–T-Tu...¡¿por que no los detuviste?!, ¡cuando llegue acá me vendiste!, ¡ibas a dejarme pudrirme en una celda y destruir n-nuestro hogar!, m-mi hogar...
–Escúchame, yo no soy nadie en frente de ellos, si llegaba a hablar, lo único que conseguiría es que nos mataran a ambos, solo quería que salieras con vida de todo esto.
–Yo n-no quiero vivir así...solo deseo regresar al bosque con m-mis hermanos y cumplir mi s-sueño.

El mayor tomó una toalla y saco a su nieto del agua para envolverlo con esta, lo cargo hasta la habitación, sintiendo las lágrimas de su pequeño caer en su hombro y aferrarse a su pecho, arrugando su uniforme entre sus puños lastimados.
Lo estuvo cargando por un buen rato, hasta que se encontró lo suficientemente tranquilo como para soltarlo y darle ropa para que se vistiera.
En la noche, los dos durmieron juntos, con el azabache acurrucado en su pecho y murmurando cosas incoherentes, desde pequeños llantos hasta suplicas de perdón.

Vida bajo cargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora