Monkey D. Luffy siempre fue un espíritu totalmente libre, indomable y feroz, como una ola chocando contra la costa, pero había algo que lo limitaba, amor, él lo sacrificaría todo por amor.
Universo alterno. (Luffy Marine)
Contiene escenas violentas...
–Pero ese no es el tema, solo responde la primera pregunta–dijo, tratando de evadir por completo el tema. –Bueno, soy Marine porque las cosas se dieron así, me aliste a los 17 años en una central del South Blue y fui discípulo de tu abuelo hasta que conseguí un rango aceptable. –Sigues sin responder a la pregunta–aquella recriminación, lo sorprendió bastante, así que se levantó y se fue a sentar a su lado en el suelo. –Bueno, me uni porque, ¿que más iba a hacer?, antes de ser lo que soy ahora, no era nadie, alguien que pasabas de largo y como siempre fui bueno siguiendo órdenes, no fue difícil adaptarme. –Aokiji, ¿alguna ves has matado a alguien? –A miles de personas, islas enteras–respondió sin remordimiento alguno. –¿Por que? –Porque me lo ordenaron. –Pero arrebatarle la vida a alguien es...cruel. –Tu has asesinado a animales, ¿cual es la diferencia? –Yo lo hago por necesidad, el gobierno por placer. –No es simple placer, Luffy, ponte a pensar en esto, la Marina tiene secretos muy sucios, al igual que todos, por ejemplo, tu, ¿hubieras eliminado al pirata que te expuso si tuvieras la oportunidad?, si no hubiera estado él, seguirás con tus hermanos y podrías cumplir tu sueño–el pequeño no respondió, así que el Marine continuó–El Gobierno hace lo mismo que tú harías, solo que nos manda a nosotros a acabar con con quien los perjudicaría. –Pero...ustedes acaban con gente buena. –Nadie es completamente bueno o malo, las personas viven a base de lo que es mejor para ellos, puede ser desde ayudar a los demás, o destruirlos por completo, lo que más los beneficie, esto aplica tanto como para Marines y piratas, no hay un villano, ni un héroe, solo son humanos que hacen lo que mejor saben hacer, sobrevivir. –Entonces para vivir...¿tengo que matar? –Lo que tienes que hacer es seguir órdenes, nosotros somos herramientas, y cuando un instrumento no hace lo que tiene que hacer, se desecha, eso aplica mucho más contigo, no tienes mas que esta oportunidad de hacerlo bien. –Aokiji, ¿por que me salvaste?, ellos iban a encerrarme y tu los detuviste. –No los detuve, los hice entrar en razón, tu puedes ser muy útil, además, no sobrevivirías ni un día en Impel Down. –Supongo que tienes razón, pero de todas formas, gracias.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Paso un mes desde que fue juzgado por el Gorōsei, le decían que le esperaba una gran prueba para comprobar su lealtad hacia ellos, pero seguía sin saber de que se trataba. Compartía habitación con Aokiji, aunque le dejó la cama, él dormía en su escritorio, el Marine sentía que no sería muy ético dejar dormir a un niño en el suelo y aunque aún era una opción dormir juntos, encontraba que sería inapropiado e incómodo para el pequeño, aunque de todas formas descansaba en cualquier lugar. En ese tiempo conoció a Borsalino, un Vicealmirante bastante simpático, se había acercado bastante a ambos, le hacían sentir uno más y no alguien aparte. –Oye Kizaru–llamó Kuzan a su compañero.
Estaban en los aposentos temporales del "Faisán Azul", aunque el menor estaba tomando un baño y no podía oírlos hablar, o al menos, eso creían. –¿Que pasa, Aokiji? –¿Crees que el chico pueda soportarlo? –¿Que cosa, exactamente? –Tu sabes de que hablo. –Bueno, algo que ama está en juego y se ve que tiene una determinación implacable, podrá superar la prueba del Gorōsei, pero no creo que vuelva a ser el mismo. –Después de eso, el Gobierno lo moldeará a su gusto, es una lástima, para ser un mocoso, es bastante agradable su compañía. –Por eso hay que aprovecharlo ahora, en su forma más pura. –¿Sabes?, me dijo que su sueño era ser el mismísimo Rey De Los Piratas–la declaración le sacó una risa al de amarillo. –Lo conozco desde hace poco, pero estoy seguro de que si podría. –Ahora es inútil pensar en aquello, si verdaderamente quiere que su isla no sea convertida en polvo, tendrá que renunciar a eso. –Vaya, renunciar a un sueño es como renunciarse a sí mismo, peor que la propia muerte. –Pero no peor que la muerte de alguien que amas.
El pequeño oía todo, estaba sentado en el suelo del baño, apoyando su espalda contra la puerta, esperando a que los dos mayores terminaran de hablar. Reflexionó sobre lo que estaban diciendo, jamás le gustó pensar demasiado, pero al parecer tendría que hacerlo mucho si se planeaba quedar, ¿en serio tendría que abandonar su sueño?, antes de conocer a Shanks, él no era nadie, un niño sin familia, era amargado y peleaba con todo, el pelirrojo le dio un propósito, le enseñó una forma más amable de lidiar con el mundo, pero su mundo se había reducido a su isla y sin ella, daba el mismo resultado, dejar de ser el mismo, no importaba que eligiera, sería infeliz de ambas partes, pero en una de ellas, sus hermanos podrían cumplir sus sueños. De repente, alguien tocó con bastante fuerza la puerta. –¡Luffy!, ¡sal!, ¡te llaman!–se escuchó la voz de Aokiji desde el otro lado y él no dudó en ir en el momento.
Los dos Vicealmirantes lo llevaban arrastrando con cadenas de Kairōseki, el Gorōsei les ordenó esto al enterarse de que el menor era usuario de una fruta. Aunque ambos Marines se disculparon por tenerlo así. Llegaron a los mismos calabozos donde había estado antes, pero ahora estaban mucho menos vacíos, allí se encontraban todos los hombres que lo juzgaron y varios Marines que tenían una extraña silueta entre manos. Lo único que lo alivio fue que le quitaran las pesadas cadenas. –Luffy, para comprobar tu lealtad y utilidad, tendrás que realizar una prueba, ¿estas de acuerdo?–hablo uno de los ancianos y el pequeño solo asintió, nervioso de que se podría tratar.
La élite del Gobierno solo le bastó hacer una pequeña seña para que los otros soldados destaparan al misterioso presente, que se encontraba con una bolsa en la cabeza, el azabache casi cae hacia atrás al ver a ni más ni menos que a Makino, estaba amordazada así que no pudo decir nada, pero si trató de ir hacia él con preocupación. –¿Q-Que hace e-ella aqui?–cuestionó, temeroso.
Garp, con una expresión de impotencia, sacó una navaja de su bolsillo y se acercó al menor, arrodillándose y poniendo el mango del filo en sus manos, el niño comenzó a negar con la cabeza. –No...no, n-no, abuelo...por favor, no m-me hagas hacerlo–murmuraba, en tanto sus ojos comenzaban a lagrimear, aún no le habían dicho absolutamente nada, pero ya avecinaba lo que venía y lastimosamente, no se equivocó. –Mátala–ordenó uno de la orden de ancianos, con frialdad.