Capítulo 38

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Era complicado procesar todo lo que había hablado con Askel, pero una parte de mí agradecía que el príncipe se haya sincerado. La verdad dolía, de eso estaba segura y a una parte de mí le había disgustado escucharlo decir lo último.

¿Qué esperaba? ¿Qué dijera algo mejor? ¿Qué quizás podía estar interesado en mí?

Sabía que lo nuestro era falso y no debía de aferrarme a ello, a tener cierta esperanza, era ridículo de mí parte, pero creo que, en el fondo, existía un interés hacia Askel por mucho que yo quería decirme que no.

Estaba siendo complicado conciliar el sueño, solo terminaba rodando de un lado a otro sin poder dormir, era como si el sueño se me hubiese espantado y solo conseguía sentirme frustrada por no poder dormir. Tuve que salir de la cama para ir a la cocina en busca de un vaso de agua, las luces del resto del departamento se encontraban apagadas, más salía un poco de luz proveniente de la cocina y por unos segundos dudé en sí el príncipe podía estar allí o no. Como sea, no me aferré a ello y entré a la cocina para encontrarme con Askel, aun no se había puesto el pijama, seguía luciendo la misma ropa de hace unas horas atrás, sin embargo, estaba recargado en la barra contemplando a la nada mientras se bebía un vaso de licor.

Mi presencia llamó su atención y siguió con la mirada cada uno de mis movimientos, incluso noté que se lamió los labios al verme llevar el vaso con agua a la boca y cuando mis labios quedaron un poco húmedos por culpa del agua, Askel no desvió la mirada de ellos.

─¿No puedes dormir? ─Se atrevió a preguntarme, yo asentí con la cabeza.

─No tengo sueño.

─Tampoco yo.

Dijo antes de darle otro trago a su bebida, observé como el liquido pasaba por su garganta, Askel volvió a poner su mirada en mí, la cual parecía brillante y oscura a la vez.

─He estado pensando las cosas.

─¿Ah sí?

Elevé las cejas, ¿qué era lo que lo tenía tan pensativo como para beber?

El príncipe colocó con cuidado el vaso en la mesa y se apartó de donde estaba para acercarse a mí, yo aguardé a que llegara a mi lado y cuando lo hizo, me miró directo a los ojos, no me molesté en apartarle la mirada.

─Sí ─se acercó más a mí cuando respondió, tuvo que inclinar la cabeza para mirarme.

─¿Y qué has pensado?

Me vi preguntándole, Askel me observó por aproximadamente un minuto, contempló mi rostro con delicadeza, como si intentara memorizar cada parte de este, la forma en la que lo hacía me hizo contener la respiración, la mirada que poseía era intensa, demasiado como para poner todos mis nervios a flor de piel.

─En nosotros.

Confesó.

─¿Ah sí?

Volví a preguntar como antes, sentía un poco de incredulidad. Askel tragó con fuerza la saliva que se había acumulado en su boca y después de eso, asintió levemente sin apartar la mirada de la mía.

─Sí ─susurró, fue demasiado bajo, pero aun así fui capaz de escucharlo─. He pensado en nosotros, en el compromiso que inventamos, en lo que tenemos, en lo extraña que es nuestra relación...

Confesó.

Tenía que darle el lado por eso porque de cierto modo también encontraba extraña nuestra relación, apenas y nos conocíamos, pero de algún modo, sentía que los dos nos entendíamos aun sin saber todo el uno del otro.

A veces pensaba que la vida sucedía así, conectabas con alguien sin importar sí sabías todo sobre esa persona o no, a veces podíamos encontrarnos con alguien en el supermercado y sentir que conectamos con ellos, aun así, no dejamos de ser extraños.

Dulce CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora