Aunque me había ido al trabajo, no podía sacarme el encuentro que había tenido con Askel y su hermano, Konrad, en especial aquello que Askel había dicho sobre guardarse secretos. No lo sabía con exactitud, pero me sentía intrigada por averiguar sobre ello porque no le puedes decir a una persona que tienes un secreto sin que esta se sienta curiosa por saberlo.
Yo era una de esas personas curiosas a las que les gustaba enterarse de las cosas, por no llamarme chismosa.
─¿Necesitas ayuda con eso? ─Me preguntó Nori cuando apareció en la puerta del aula y me miró observando una caja que estaba sin abrir aún. Esta mañana habían llegado libros nuevos y esperábamos utilizar una de las aulas disponibles para formar una pequeña librería.
─Sí, seguro. Sí ─dije sacándome de mis propios pensamientos, Nori dejó la caja que llevaba consigo en el suelo y se aproximó hacia mí para comenzar a sacar los libros y ayudarme a colocarlos en el librero que recién habían instalado.
─¿Te encuentras bien? ─Me preguntó y yo fruncí el ceño.
─Uh, sí, claro ─dije un poco extrañada por su pregunta─. ¿Por qué lo dices?
Nori se encogió de hombros.
─Luces como si estuvieras quemándote la cabeza ahora mismo, quizás de tanto pensar ─dijo y su comentario me causó gracia, a ella también le hizo─. Frunces el ceño cuando piensas mucho y se te forman esas arruguitas en la frente.
Explicó como si eso fuera obvio, me llevé la mano a la frente, con intención de tocar las arruguitas que ella había mencionado. Sí que las sentí cuando aun tenía el ceño fruncido.
─No lo había notado.
─Lo sé, poco nos damos cuenta de las expresiones que hacemos cuando pensamos hasta que alguien nos ve ─dijo y oprimí una mueca─. ¿Hay algo que te preocupa?
Sentí que Nori era alguien de confiar, que podía hablar con ella, no tenía muchas amigas y mis habilidades para confiar en los demás siempre eran escasas, al final de cuentas, siempre terminaba alejándome de las personas porque de algún modo encontraba una forma de rodearme con las personas incorrectas. Como Reece.
Así que mis habilidades de confianza eran casi nulas, pero hay momentos en los que conoces a alguien y sientes ese impulso de que con esa persona estás a salvo y puedes confiar en ella, Nori tenía esa vibra y me dejé llevar.
─Tal vez si me preocupa algo ─dije tambaleándome sobre mis talones, Nori terminó de poner el libro en el estante y volteó a verme, dándome toda su atención para que yo hablara─. Tiene que ver con Askel.
─No me sorprende ─dijo sin intención de ocultar la diminuta sonrisa que había en su boca.
─¿Qué? ─La miré con sorpresa, ella rio.
─Oh vamos, Alana, el príncipe tiene esa vibra intrigante ─explicó como si fuera algo obvio que yo me rehusaba a decir en voz alta, cosa que era cierto─. ¿Qué sucede con él?
Me preguntó y me mordí el labio inferior antes de responder a su pregunta.
─Bueno, tal vez... ─lo pensé por un momento, Nori no tenía idea de que el príncipe y yo de pronto estábamos viviendo juntos y tampoco me sentía muy cómoda diciéndolo cuando prácticamente todavía era extraño para mí. Intenté pensar las cosas mejor y buscar una manera de explicarle sin tener que revelar mucho. Me terminé encogiendo de hombros─. No lo sé, lo encuentro un poco extraño, ¿sabes? Conocí al príncipe Konrad.
─Oh, ya veo ─dijo con un leve asentimiento y fruncí el ceño.
─¿Lo has conocido en persona? ─Pregunté y ella asintió con la cabeza.
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Dulce Corona
RomanceCuando Alana conoce por primera vez al príncipe, ambos se encuentran en la peor circunstancia posible y ninguno parece agradarse, sin embargo, Askel necesita una prometida para que pueda cobrar la herencia que le ha dejado su abuelo y así deslindars...