Capítulo 32

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No sabía que decirle y aún estaba procesando lo que acababa de pasar, Askel se inclinó hacia al frente para robarme otro beso, sin embargo, el ambiente a nuestro alrededor fue interrumpido cuando el timbre del departamento se escuchó.

Ambos compartimos una mirada llena de confusión.

¿Quién podía ser a esta hora? Dudaba que Askel esperaba visitas.

De nuevo, los toques en la puerta se escucharon y Askel gruñó por lo bajo.

─Debo ir a abrir.

─¿Quién crees que pueda ser?

Le pregunté y él se rascó la nuca, pensativo.

─Solo se me puede ocurrir una persona y ese es mi hermano.

Enarqué las cejas.

Quizás eso sucedía de vez en cuando, Konrad debía venir a buscar a Askel para que él pensara que se trataba de él.

─¿Estás seguro?

Pregunté y asintió.

─Ve a tu habitación, hablaremos más tarde.

Ordenó.

Oprimí una mueca y di un leve asentimiento. El príncipe esperó a que me haya ido a la habitación para ir a abrir la puerta. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero los minutos si que se sintieron eternos mientras hasta que escuché los gritos de ambos, parecían estar discutiendo y aunque sabía que era una mala idea abrir la puerta, solo la abrí un poquito para poder escuchar mejor la discusión.

Solo esperaba que ninguno notara mi presencia.

─¿Acaso eres idiota? ¿sabes lo que estás diciendo? ─escuché la voz de Askel, enfadada. Estuve tentada en salir de la habitación para escuchar mejor, pero contuve las ganas de hacerlo.

─¿Qué te pasa? ¿Así es como me pagas? ─escuché la voz de Konrad protestar. No entendía el motivo por el que discutían, pero sonaba como que ambos estaban molestos─. ¿Sabes lo que me costó venir hasta aquí sin que me vieran? Seguro que no, ¿no es así? Solo piensas en ti mismo.

─¿Qué pienso en mi mismo? ─cuestionó Askel─. Te recuerdo que el único maldito egoísta aquí eres tú, ¿crees que me haces un favor? Eres tú el que siempre está metido en líos y no yo. Soy yo quien tiene que ir a sacarte de tus malditos problemas, no vengas a echarme en cara nada.

─No te estoy echando en cara nada, solo te estoy advirtiendo.

─Pues no lo hagas, no me interesa que me ayudes.

─Deberías de agradecerme por informarte.

─Mejor ya vete.

Espetó Askel molesto y hubo un largo silencio, ninguno de los dos hermanos intercambió palabras de nuevo y minutos más tarde escuché la puerta principal cerrarse, imaginé que Konrad ya se había ido y que era seguro salir de la habitación, lo hice con cautela y me dirigí hacia donde Askel, quien tenía una postura tensa, sus manos estaban recargadas en sus caderas y lucía preocupado.

─¿Está todo bien?

Le pregunté en cuanto me acerqué, verme lo tomó por sorpresa y dibujó una mueca. Por un instante pensé que no iba a decirme lo que había pasado, pero terminó negando y soltando un bufido pesado.

─Se trata del palacio ─dijo y negó de nuevo, lucía irritado─. Los reyes para ser más específico.

Aclaró con cierto enfado.

─¿Qué sucede con ellos?

─Papá quiere verme ─respondió con irritación─. Necesitamos aclarar unos asuntos.

Dulce CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora