Capítlo 29

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Me pasó por la cabeza pedir que nos disculparan un momento y así poder tener unos minutos a solas con Askel para hablar, sin embargo, él se volvió a adelantar y fue el primero en hablar.

─Bueno, es preciosa, ¿no es así? ─les dijo a todos y la mayoría asintió en acuerdo, yo me sonrojé ante ello, en especial cuando sentí que su mirada hacía mí se volvía intensa─. Pero sin duda tiene una personalidad intrigante, esa clase de personalidad que te atrapa y te hace querer conocerla mejor, sin duda eso es...

Sus palabras se quedaron a medias cuando comenzamos a escuchar gritos de alegría en una de las tantas salas, bueno o malo, todos ignoraron la conversación que estábamos teniendo y decidieron ir a ver qué sucedía, nosotros también y aproveché la oportunidad para acercarme a Askel.

─Esto se está saliendo de control ─dije en voz baja.

─Lo sé ─respondió él─. Tenemos que ser más cuidadosos.

─Créeme que lo intento.

─También yo.

Compartí una mirada con él.

Los dos fuimos adentro junto a todos y aunque intenté acoplarme a la situación, me quedé unos minutos pensando en la respuesta que Askel se había ingeniado para dar a los demás, fue creativa, sin duda y quizás me hubiese gustado que fuera real por algún motivo, al menos, que alguien pensara eso de mi exactamente.

El carraspeo de su voz consiguió llamar mi atención, tenía la mirada fija en mí, Askel extendió una mano en mi dirección.

─¿Te gustaría bailar?

Quizás fue cosa de mi imaginación, pero me pareció verle nervioso ante la idea, aun así, asentí.

─Seguro.

Tomé su mano entre la mía y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Mantuve una sonrisa en los labios al saber que estábamos siendo observados, quizás no era de mi agrado ser el centro de atención, definitivamente no se me daba bien, pero, aun así, me centré en nosotros dos mientras nos abríamos paso entre la pista de baile donde ya se encontraban otras personas intentando hacer lo mismo que nosotros, bailar.

Askel colocó con delicadeza una de sus manos en mi cintura y la otra la estiro, coloqué mi mano sobre su hombro y la otra la entrelacé con la suya, tomé una pequeña bocanada de aire y entonces comenzamos a movernos de un lado al otro al compás de la música.

─Estás tensa ─consiguió decirme luego de unos minutos.

─Tal vez ─no había necesidad de mentirle, estábamos tan cerca que de seguro percibía mi nerviosismo y que estaba conteniendo la respiración con cada paso que dábamos.

─Relájate.

Sugirió y rodé los ojos como respuesta.

─Es muy fácil decirlo.

Una sonrisa ladeada se formó en él y se inclinó un poco como para susurrarme lo siguiente.

─Se me da bien el baile, cariño, tú confía en mí.

Reí.

─No sé si confiar sea correcto.

Decidí molestarlo y un gruñido bajo salió de su parte.

─Sí que eres difícil.

─No lo soy ─le aseguré─. Es que a ti te gustan las cosas fáciles por lo que veo.

Su sonrisa se ensanchó unos milímetros.

─Yo no diría eso, en realidad me gustan los retos y las complicaciones.

Dulce CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora