Capítulo 51

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No me podía imaginar lo que Askel debía estar pasando, toda la presión que llevaba sobre sus hombros con todo este tema de la corona. Me sorprendía que le estuvieran poniendo ese tipo de cláusulas para el trono pero ya había escuchado antes que el reino estaba lleno de ellos para todos los miembros de la realeza.

Revisé el resto de los papeles para saber si había otros similares pero parecían más bien documentos de leyes que el príncipe debía de estar analizando.

Al final, terminé yéndome a mi habitación, insegura de si dormir en la habitación de Askel o no y veinte minutos después, llamó a mi puerta y la abrió antes de que yo respondiera.

—¿No vendrás a mi habitación? —Preguntó con cierta preocupación en su rostro. Había cansancio en él—. Siento haberte hablado de la forma en que lo hice, Alana.

Soltó de la nada y esbocé una diminuta sonrisa, al menos, era consciente de que se había equivocado y eso era un gesto amable que se viniera a disculpar.

—Entiendo, dame un momento y voy para allá.

Askel asintió pero no se fue de inmediato, se quedó junto a la puerta unos segundos debatiéndose a sí mismo si entrar o no, cuando se decidió por entrar, fue directo hacia mi y me dio un suave y corto beso en los labios.

—No demores mucho.

Después de eso, salió de la habitación dejándome sola de nuevo. Me recosté en la cama extendiendo los brazos sobre ella y mi mirada estaba fija en el techo.

Era como si Askel supiera perfectamente cómo arruinar un momento y componerlo de nuevo con un gesto tierno.

Me quedé así un rato, pensando, reflexionando lo que había leído y tiempo después fui con él donde me recosté entre sus brazos.

Ya habíamos apagado las luces de la habitación, ambos intentábamos dormir pero ninguno de los dos lograba conciliar el sueño.

—¿Te sientes bien?

Hablé de una vez por todas, Askel suspiró.

—Me cuesta dormir.

—A mi también.

—¿Es por la corte? —Me atreví a preguntarle, sentí que Askel se movió a mi lado, seguro mi pregunta lo había sorprendido un poco—. Vi los papeles que estaban en la barra, sobre la corte real y las leyes que exigen para que te conviertas en rey.

—Sí —fue lo único que dijo por un tiempo y respeté su silencio, no quería presionarlo a hablar—. Piden demasiadas cosas que no estoy seguro de poder darles.

Expresó y me quedé callada por un momento reflexionando sus palabras.

—Debe ser demasiado agobiante.

—Lo es como no tienes una idea.

—¿Tienes miedo?

Mi pregunta lo tomó desprevenido, Askel la meditó por un momento.

—Un poco, si —decidió ser sincero—. No es fácil adaptarse a la idea de ser el siguiente rey, en especial con todo lo que la corona exige, a veces siento que no estoy preparado para ello pero otras veces me gustaría arriesgarme.

—¿En qué sientes que no estás preparado?

Conocía la respuesta, no hacía falta que lo dijera y él era consciente de ello, Askel suspiró.

—Casarme y tener hijos. —Soltó por fin, me quedé en silencio por unos minutos y cuando sentí que estaba lista para tomar la conversación lo hice.

—Yo tampoco sé si estoy lista para eso —me vi admitiendo para ambos—. Tal vez la parte de casarse no me resulta tan aterradora pero la de tener hijos si.

Dulce CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora