Nori había enviado un mensaje diciéndome que no haría falta que fuera a trabajar hoy, que las tres nos tomaríamos un descanso después de todo lo que habíamos estado haciendo durante todos estos días, así que aproveché que vi el mensaje temprano para dormir un poco más de lo habitual.
Era uno de esos días en los que me agradaba la idea de quedarme echada en la cama viendo películas o alguna serie interesante. Sin embargo, decidí salir de mi habitación a la hora del almuerzo con intención de ir al supermercado.
Askel tenía su refrigerador con alimentos, estaba casi lleno pero una parte de mi se sentía rara en tomar su comida sin pedirle permiso antes, yo sabía lo importante que era preguntar antes de tomar las cosas.
—¿Qué haces? —Preguntó observándome mientras se servía agua en un vaso de cristal. Yo estaba haciendo mi lista del supermercado.
—Organizo las compras —le dejé saber, su entrecejo se frunció un poquito.
—¿No te parece suficiente con lo qué hay aquí?
Dejé de escribir y dirigí mi atención hacia él.
—Preferiría hacer las compras por mi cuenta, ya es demasiado con que yo viva aquí.
—Tonterías —dijo apretando los labios con fuerza—. Eres libre de hacer lo que quieras aquí, y eso incluye la comida, puedes comerla o no hacerlo si no es lo que deseas pero no hay necesidad de que compres algo.
Apreté los labios con fuerza.
—No estoy segura de si esa idea me agrada.
—¿Por qué no?
Le extrañó.
Le regalé una mirada obvia.
—Porque es diferente, ¿si? Ya es demasiado que viva aqui y...
De un momento a otro, Askel había abandonado su lugar para pararse frente a mi, la acción me tomó por sorpresa que me quedé seria por unos instantes. Él lo aprovechó para hablar.
—Dime, ¿vivir aquí es un inconveniente?
¿Lo era? Creo que eso era muy pronto para deducirlo, seguí encontrando esto demasiado raro que no pude responder a su pregunta, terminé apretando los labios.
—Aún es extraño para mí.
—Tal vez para mi también lo es —se vio diciéndome, sus ojos azules hicieron contacto con mis ojos marrones, me parecían que hoy lucían más intensos—. No eres la única aquí que tiene que acostumbrarse.
Askel tenía razón.
—Lo sé.
Fue lo único que se me ocurrió decirle. Askel no apartó la mirada de la mía y yo tampoco lo hice, nos la sostuvimos por mucho tiempo hasta que él fue el primero en apartarla y aclararse un poco la garganta.
—¿Trabajarás hoy?
—Estoy de descanso —dije después que negué.
—Interesante.
—¿Tú tienes que ir al palacio?
La mención del palacio tensó su cuerpo, pude notarlo gracias a la cercanía que ambos teníamos.
─Sí, necesito hablar con Konrad sobre lo que pasó ─explicó y sentí que el tema ya lo ponía de mal humor.
─Hablando de él... ─dije tentando el ambiente a nuestro alrededor, no quería verme como alguien chismoso, pero tenía curiosidad─. ¿Qué fue lo que pasó ayer?
Efectivamente el tema no le agradaba mucho a Askel, lo supe por la forma en que él apretó los labios.
─Vamos, creo que merezco una respuesta después de acompañarte.
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Dulce Corona
RomantizmCuando Alana conoce por primera vez al príncipe, ambos se encuentran en la peor circunstancia posible y ninguno parece agradarse, sin embargo, Askel necesita una prometida para que pueda cobrar la herencia que le ha dejado su abuelo y así deslindars...