El príncipe le subió a la radio para evitar que nos envolviéramos en un silencio mucho más incómodo del que ya nos encontrábamos.
Era una locura, ¿de verdad me había cargado hasta subirme a su auto? Y encime de eso, ¿me había colocado el cinturón de seguridad de una manera tierna?
Bien, estaba exagerando un poco al decir tierno, pero es que lo que el príncipe había hecho era algo digno de un libro de romance con una chispa de enemies to lovers.
Mis libros favoritos, pienso.
─¿Y bien? ¿Piensas darme una dirección a donde llevarte?
Por fin habló, me permití mirarle de reojo antes de considerar si responder o hacerle perder su tiempo conduciendo un rato más sin rumbo específico.
─¿Tal vez podrías llevarme al supermercado?
Sentí su mirada en mi por unos segundos.
─¿Qué has dicho?
─Oye, me quedé sin auto por tu culpa y ahora necesito ir al supermercado. No tuve tiempo de hacer las compras temprano.
─¿Mi culpa? ─se señaló a sí mismo y asentí─. Creí que lo de la llanta de tu auto fue un accidente, no tenía idea de que era mi culpa.
─Si no hubiera tenido que ir a entregarte esa carpeta que Wren me había dado, créeme, ambos nos habríamos ahorrado muchos líos.
─Así que te obligaron a ir a buscarme, ¿eh?
Ladeé la cabeza.
─Algo así.
─¿Algo así?
─Le debía el favor.
Terminé admitiendo y él asintió levemente.
─Bien, hablando en serio, debes darme una dirección o me veré en la tarea de llevarte al palacio conmigo.
Aquello me puso los vellos de punta.
Dadas las circunstancias en las que nos vimos hace unos minutos atrás, no dudé de sus palabras y no quería arriesgarme a tanto.
─Ya te he dicho a donde puedes llevarme.
Bufó.
─No voy a llevarte a hacer las compras ─negó muy seguro de ello─. Necesitad darme una dirección, como tu casa tal vez.
─¿Qué si no quiero que me lleves a mi casa?
─¿Hay algo de malo en ello?
─Podrías secuestrarme.
Rio.
─Te aseguro que no soy un secuestrador, guapa.
─No me llames guapa.
Dije y vi que apretó los labios, quizás le funcionaba bien con otras chicas hacerle cumplidos todo el tiempo, pero en lo personal, terminaban incomodándome.
Sinceramente, no podía ser como esa clase de personas que van por allí dándole apodos tiernos a los demás, a veces lo encontraba falso.
─Perdón ─se aclaró la garganta después de casi un minuto de silencio─. Entonces, ¿qué otro lugar que no sea el supermercado?
Tampoco tenía otro lugar en específico así que, en rendición, le di mi domicilio.
Le tomó veinte minutos llegar a mi departamento ya que estábamos alejados. Cuando su auto se detuvo en el estacionamiento, me permití mirarle, ¿qué debía hacer? ¿Despedirme de él con una reverencia? Al final de cuentas, era el príncipe de mi país.
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Dulce Corona
RomanceCuando Alana conoce por primera vez al príncipe, ambos se encuentran en la peor circunstancia posible y ninguno parece agradarse, sin embargo, Askel necesita una prometida para que pueda cobrar la herencia que le ha dejado su abuelo y así deslindars...