Capítulo 7: DETENCIÓN

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Era Navidad y Harry nunca pensó que alguna vez podría despertar sintiéndose peor que cuando solía pasarlo con los Dursley. Recordaba a Dudley abriendo más regalos que los que recibían todos sus compañeros de clase juntos, y Harry no recibía nada en absoluto, o, en el mejor de los casos, un lápiz. Pero no era solo eso, Tío Vernon y tía Petunia siempre lo hacían mirar. Lo dejaban ir a su cama sólo después de que Dudley abriera todos sus regalos y Harry terminara de servir la cena, yendo a dormir hambriento y emocionalmente agotado.

Y no estaba seguro de si, esta vez, el ardor en su garganta era peor o simplemente igual.

No debería ser así, solo era Malfoy, fue simplemente un enamoramiento estúpido. Pero eso le trajo a Harry algunos de sus peores recuerdos, y sintió un sentimiento que no había tenido en mucho tiempo: desear tanto algo y que alguien te lo quite porque no eres lo suficientemente bueno para ello.

Justo como en Navidad con los Dursley, cuando Harry buscaba los nombres en las etiquetas, todos decían Dudley, y esperaba que tal vez, sólo tal vez, hubiera un regalo con su nombre, pero nunca lo hubo. Y Harry lo sabía, todos los años, pero aun así tenía esperanzas.

Harry quería amor, y Malfoy fue bastante convincente al ser algo que Harry quería. Y Harry se enamoró de ello.

-Amigo, ¿estás bien? –Preguntó Ron– Tu nariz se ve terrible. Tal vez deberías ir a la enfermería.

-Lo haré antes de la detención mañana. Justo como quería pasar el Boxing Day.

-Eso apesta.

-Sí, lo hace.

Afortunadamente, recibió regalos de Ron, Hermione, Hagrid, la Sra. Weasley y Sirius; y pudo pasar la mayor parte del día con Ron y Hermione en la Sala Común. Sin embargo, Harry se negó a ir al Gran Comedor para no encontrarse con Malfoy y revisó su Mapa del Merodeador antes de ir a la enfermería. Malfoy permaneció en su Sala Común, probablemente contándoles a todos en Slytherin sobre su victoria.

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Pero Draco no lo hizo y no estaba ni cerca de hacerlo. Ya era bastante difícil confesarle la situación a Blaise. 

Se sentaron al fondo de la Sala Común y Draco tenía la cabeza entre las manos.
-Bueno, lo intentaste –dijo Blaise.

-¿Qué clase de frase de Hufflepuff es esa? Fallé. Él me atrapó. Perdí contra él, otra vez.

Blaise se recostó.
-Tal vez deberías dejar de intentar derrotarlo. ¿Potter es realmente una parte tan importante de tu vida?

-Cállate, Blaise.

Draco permaneció en su habitación todo el día, ansioso porque llegue mañana y termine la detención lo más rápido posible para poder dejar de pensar en Potter. Simplemente lo ignoraría y volvería a vivir su vida, incluso si eso le pareciera imposible. Pasado mañana, volvería a ser libre. Podía intimidar a cualquiera y a todos los que quisiera según su propia voluntad.

Y nunca más tendría que reírse...

Draco no pudo controlar las emociones que sintió cuando ese pensamiento cruzó por su cabeza. Debería haberse alegrado de no verse obligado a reír, pero en lugar de eso se le formó un nudo en su estómago y se le cerró la garganta. No admitiría que sintió una quemazón en el cuerpo.

Nunca volvería a sonreír si la vida volviera a ser como era antes de Potter.

Y luego se amargó.

Deseó que Potter nunca lo hubiera hecho reír para no haber conocido la sensación y, por lo tanto, nunca lo extrañaría.

Todo fue solo un juego - (español) || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora