EPÍLOGO

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El 1 de Septiembre siempre era un día raro para la familia Potter, pero éste, en particular, fue muy especial.

El corazón de Harry latía con fuerza en su pecho mientras revisaba su reloj de bolsillo. La hora marcaba las 11:02 a.m. Y luego, Harry dejó que sus ojos se detuvieran en el contador: 7452.

Sonrió suavemente ante el número, como siempre hacía, y luego levantó la vista cuando unos pasos se acercaron.
-Potter.

McGonagall se paró frente a él con un atisbo de sonrisa, pero también con una ceja levantada. Harry la saludó estrechándole la mano y le entregó su currículum.

-Guarda eso. Ya tienes el trabajo –dijo ella, llevándolo escaleras arriba hasta su oficina.

Harry parpadeó.
-¿En serio?

Entraron a su oficina y ella tomó asiento en su escritorio. Harry tomó asiento en la silla que estaba enfrente. Recordó las innumerables veces que estuvo en esta oficina, hablando con Dumbledore sobre Horrocruxes y sobre Tom Riddle. Todo era tan oscuro en ese entonces. El mundo de Harry era tan oscuro...

Pero ahora, Harry se sentía tranquilo y bienvenido bajo la mirada firme pero cálida de McGonagall. Las paredes eran más brillantes y el aire era tranquilo, como lo era la vida de Harry ahora.

-Por supuesto que es en serio, Potter. El profesor Adkins ha estado aquí desde que Pumblechook se fue cuando te graduaste, y ha querido retirarse desde hace tres años.

-Gracias, profesora, pero... Los otros candidatos son Aurores. Yo solo he estado en unas pocas misiones y, francamente, las odié. Solo me dedique a dirigir el Orfanato y...

-Potter -ella lo interrumpió y lo miró con una expresión de: "tienes que estar bromeando" .

Pero, aún así, Harry todavía estaba nervioso.
-No he trabajado en las Artes Oscuras como carrera –dijo Harry– No quiero que por mi nombre o simplemente por haber derrotado a Tom Riddle me de este trabajo.

Pero ella se mantuvo firme. Las arrugas en su rostro eran un poco más profundas, pero seguía siendo la misma McGonagall que era cuando se conocieron hace tantos años.
-Estás demasiado calificado para este puesto, e incluso si no lo estuvieras, igualmente conseguirías el trabajo. A menos que no lo quieras.

-Lo quiero –dijo Harry con fuerza– Me encantaría enseñar y quiero estar cerca de mi familia. Pero hay otros candidatos que saben más que yo...

Harry se arrepintió de haberlo dicho de esa manera porque verdaderamente quería el trabajo. 

-Tienes compasión y una habilidad especial para enseñar más que nadie que haya conocido durante los últimos tres años –dijo ella– Sé que manejarás bien a los estudiantes.

Harry asintió.
-Lo haré. Lo sé.

-Bien. Ahora, vayamos a la verdadera razón por la que estás aquí –McGonagall se volteó y llamó– Sr. Potter.

Draco bajó desde el balcón de arriba al otro lado de la habitación donde se encontraba el sombrero seleccionador. 

Era muy extraño ver a Draco en Hogwarts ahora que eran mucho mayores. Harry todavía recordaba cómo era Draco cuando tenían catorce años. ¡Diablos! Incluso recordaba como era cuando tenía once.

Cuando Draco lo miró a los ojos, el corazón de Harry se hinchó. Harry no pudo evitar sonreírle y admirarlo. El cabello de Draco era el mismo, estaba limpio y recién cortado, pero su rostro había cambiado un poco (no te atrevas a decirle que tenía una arruga). Hubo demasiadas veces en las cuales Draco se había mirado al espejo durante horas tratando de decir si había alguna arruga allí, y si las había, pero eran las típicas líneas suaves que aparecen cuando llegas a los treinta y cinco años. Aún así, Harry aprendió que no debía decir nada relacionado con eso, pues un día Harry dijo: "Tener arrugas es algo lindo, significa que has vivido mucho", y Draco lo empujó fuera del baño y cerró la puerta de golpe.

Todo fue solo un juego - (español) || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora