Capítulo 44: ASESINATO

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El problema de la tragedia es que es engañosa.

Es como cuando el agua se esconde en el océano, con calma. 

Y, sin avisarte, viene el tsunami.

Y llega en oleadas cada vez más fuertes. Pero llegan en tiempos diferentes. Se toman su tiempo. Primero llega una ola, luego la siguiente, y luego la siguiente.

Bueno, éste duelo era como un tsunami. Un tsunami lo suficientemente fuerte como para ahogarte, pero no lo suficientemente amable como para matarte.

Y un día, el tiempo que se toman las olas en aparecer se extiende tanto que te permiten olvidar que están ahí. Pero sólo basta con pensar en simples cosas para que aparezca una nueva ola, enviándote a una maraña de caos. Como darse cuenta de que es viernes, o el hecho de no escuchar un "Oye, tú", o el hecho de no ver a alguien comerse una tarta de melaza, o no ver un mechón de pelo rubio a lo lejos.

Y la parte más difícil de cuando te sucede algo trágico, son los momentos de felicidad. Como esos pocos segundos cuando te despiertas y no recuerdas lo que sucedió. O esos pocos segundos maravillosos en los que estás distraído en clase o con tus amigos y no recuerdas que estás triste. Pero luego, siempre lo recuerdas, porque recordar la tragedia es una garantía.

Fueron esos pocos segundos los que más los torturaron a ambos. Porque les hacía creer que duraría para siempre. 

El tsunami de Harry, lo que hacía que todo fuera tan difícil, era la composición de todas y cada una de las cosas malas que le habían sucedido en su vida. Trauma tras trauma. Y eso hacía que tratar con Malfoy fuera tan imposible. Porque todavía no se había curado del todo. Porque lo que él había formado con Malfoy, un lugar donde se sentía seguro y amado, ya no existía.

También lo hacia todo más difícil el miedo al futuro, porque sabía que Draco iba a intentar lastimar a Dumbledore, pero no sabía cuándo, ni cómo, y no estaba listo para arriesgar a sus mejores amigos por descubrirlo. Lo único que le dio algo de esperanza fue el recuerdo que le dio Slughorn después de beber la suerte líquida. Porque gracias a eso, pudo ver a través de la memoria de Tom Riddle.

El tsunami para Draco fue su pérdida de identidad. Sin Harry en su vida, no había nada que le impidiera adentrarse en la oscuridad. Pero, aunque lo intentara, no podría convertirse en un Malfoy. Harry le había quitado por completo su capacidad de convertirse en uno, porque cuando se llamaba a sí mismo Malfoy, se reía, porque sabía lo desagradable que era.

Y no había nada más poco Malfoy que la risa. Incluso si era por locura.

Pero él también estaba de luto por la pérdida de Harry, porque con ello, venía el entendimiento de que Harry nunca más lo salvaría.

No importaba que fueran almas gemelas. O que no lo fueran, porque quizas ya el vínculo estaba roto. De todos modos, no había recuperación de esto.

Y si la hubiera, sería después de décadas y décadas. Cuando la guerra finalice. Porque la guerra no duraría poco. Al contrario, duraría demasiado. Tanto, que quizás Granger ni siquiera recordaría darle el diario a Harry, o quizás ni siquiera recuerde la conversación que tuvieron. 

Y Granger sabía que Draco estaba obligado a hacer esto, pero, ¿podría ella perdonarlo por tener que asesinar a Dumbledore? 

De todos modos, Draco probablemente estaría muerto dentro del próximo mes, porque ni él se creía capaz de matar a alguien. Y si lo era, si era capaz, se pudriría en Azkaban.

No había futuro. Sin esperanza.

Y Draco simplemente se dedicó al armario, el cual finalmente logró reparar a principios de Mayo. Justo a tiempo.

Todo fue solo un juego - (español) || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora