Capítulo 18: LA MEJOR AYUDA

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Pasaron unos días incómodos entre ellos mientras se tomaban poco a poco el recomponerse después del partido de Quidditch. La cena fue de gran ayuda ya que los estabilizó. Compartieron más charlas y fue como si hubieran derribado un muro que Harry había levantado entre ellos. 

Draco entendió por qué Harry actuaba como lo hacía. Y Harry sintió que tenía alguien con quien hablar si lo necesitaba.

-Simplemente no quiero que esto me controle –dijo Harry– quiero volver a ser yo mismo.

-Puedo decirte, por experiencia, que lo mejor que puedes hacer es ser tu verdadero yo. Eso es lo que más expulsó mi oscuridad.

-Lo intentaré –dijo Harry.

-Y eso es suficiente.

Ambos optaron por perdonarse y seguir adelante con cautela. No lo ignoraron, sino que hablaban de ello cuando era necesario, pero tampoco insistían y ambos se sintieron mejor.

Tal vez podrían entender todo este asunto de las relaciones.

Aún así, el espíritu de Harry se debilitaba visiblemente con cada detención que pasaba con Umbridge, y eso encendía a Draco. Nunca odio a una persona más de lo que odio a Umbridge. Nunca. Su propio padre era horrible, pero al menos le compraba cosas y lo llevaba a eventos divertidos (aunque era su única cualidad redimible). Pero Umbridge era tan horrible que Draco tenía que dejar su varita en su habitación para no maldecirla en medio de la clase.

El miércoles siguiente, Harry recibió una nota durante el almuerzo.

"Si puedes, ven al bosque después de la detención".

Pasadas las diez, Harry llegó a su lugar especial y encontró un fuego, pero no vió a Draco, ante lo cual Harry frunció el ceño.
-Oye, tú –llamó Draco desde su izquierda. Harry se giró y descubrió que estaba acostado en una hamaca sujeta entre dos árboles. Tenía un libro en su mano mientras miraba por encima para encontrarse con los ojos de Harry– ¡Sorpresa!

-Oye, tú –respondió Harry, caminando hacia él. Puso su mano sangrante detrás de su espalda por costumbre.

Draco movió las piernas y se puso de pie.
-Pensé que sería útil por si querías dormir.

Harry miró la hamaca y luego a él, una genuina pero suave sonrisa apareció en los labios de Harry.
-Gracias.

-¿Cómo está tu mano?

Harry frunció el ceño, tratando de reprimir el tentador miedo de que Draco fuera a juzgarlo, herirlo o, peor, irse. Pero entonces Draco metió la mano en la canasta de picnic y sacó algunas vendas y un frasco de crema.
-No se puede arreglar eso con un hechizo. Es magia oscura -dijo Draco- Así que tenemos que usar el método muggle. Hughs me enseñó -Draco tomó su mano y comenzó a limpiarla con una toalla húmeda- Hay chocolate caliente allí -señaló el tocón de un árbol que estaba junto a la hamaca, donde se posaban unas tazas y un plato- y bocadillos.

El corazón de Harry se derritió.
-Que amable.

-¿Cómo estás?

-Agotado. Tres horas de esto...¡ay! –se quejó del dolor.

-Lo siento –Draco apartó la toalla– Nunca antes había cuidado de nadie.

-Está bien. De verdad, gracias –Draco agarró una venda y jugueteó con ella– Draco, puedo hacerlo.

-No. Tú siempre te ocupas de los demás. Deja que alguien más te cuide a ti una vez.

Y Draco hizo lo mejor que pudo, realmente lo hizo. El vendaje estaba torcido y apenas cubría el corte, pero Harry lo mantuvo así de todos modos, porque el esfuerzo fue muy amable.

Todo fue solo un juego - (español) || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora