Capítulo 60: LA FIESTA

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Advertencia: en éste capítulo hay trastorno de estrés postraumático (flashbacks) y anorexia.

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En la segunda semana desde que llegó a Hogwarts, Harry rápidamente se dio cuenta de por qué la biblioteca era una adicción. Porque después de tener aquel ataque de pánico, Hermione lo obligó a quedarse esa noche en su habitación, donde su cerebro podía pensar sin restricciones mientras yacía en su cama. Y dejar que tu mente vuele libremente puede ser algo peligroso cuando eres Harry.

Porque su mente no se silenciaba. No importaba cuánto Harry le suplicara. Era como si su cerebro fuera un tren fuera de control, sus pensamientos eran imparables, incluso cuando se decía: "está bien, es hora de ir a dormir, necesitas dormir". Porque pensaba en la guerra. Y cuando no pensaba en la guerra, pensaba en Draco.

Y extrañar a alguien era agotador.

En la biblioteca, al menos se distraía. Había algo allí que lo hacía pensar científicamente en la pérdida de memoria y lo hacía no pensar en Draco al intentar absorber información. Su motivación estaba allí, porque allí tenía control. 

Sin esos momentos en los que se distraía de Draco en la biblioteca, su cerebro podría volverse loco.

El día que más durmió fue el lunes. Durmió unas cuantas horas antes de que comenzaran las clases.
-Harry, amigo, ¡despierta! Tenemos que ir a Defensa Contra las Artes Oscuras –intentaba despertarlo Ron– McGonagall ya consiguió un profesor.

-¿Eh? –Harry bostezó y se frotó los ojos antes de abrirlos.

Ron estaba de pie a su lado, con un plato de comida en su mano.
-Te perdiste el desayuno. Te traje algo para que comas –Ron levantó levemente el plato– La clase comienza en quince minutos.

-Gracias amigo –dijo Harry.

Ron dejó el plato sobre la mesa de noche y Harry dio solo una mordida a un sándwich, con la esperanza de que, si comía menos, el universo se equilibraría y Draco lo recordaría más rápido.

Se cambió y lavó los dientes rápidamente. Y mientras corría por los pasillos con Ron, recordó su primer, segundo y tercer año, cuando hacia esto mismo con su amigo, entusiasmado por ir a clase. Se aferró a esos recuerdos con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos de tanto apretar sus manos. Porque pensar así era lo único que lo ayudaba a dejar de ver a Hogwarts como un campo de batalla. A dejar de ver cadáveres en el suelo.

Pero esos recuerdos desaparecieron cuando él y Ron llegaron al salón de clases. Draco salía del salón, corriendo, chocando contra sus hombros.
-Oye, tú, ¿estás bien? –Preguntó Harry, aunque Draco siguió corriendo sin prestarle atención.

Fue automático para Harry ir tras él, pero Ron lo agarró de su túnica y le dio una mirada que decía: "disculpa, no puedo dejar que vayas a verlo".

Frunciendo el ceño, Harry entró al salón de clases, donde se dio cuenta de por qué Draco se fue corriendo tan molesto.

La boca de Harry se abrió cuando lo vio: Pumblechook. El abogado que intentó mantener a Draco dentro de Azkaban.

Él se paró al frente de la clase, con una sonrisa en su rostro mientras que sus ojos se conectaban con los de Harry.
-Encantado de verlo de nuevo, Señor Potter.

Los ojos de Harry se entrecerraron. Se podía ver el odio escrito en su rostro mientras las yemas de sus dedos se arrastraron por su bata, hasta que su pulgar adornó el borde de su varita.

-Amigo –llamó Ron, con una expresión de preocupación en su rostro. Era la misma que tenía Hermione, quien estaba sentada en su lugar habitual mientras lo miraba.

Todo fue solo un juego - (español) || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora