Capítulo 30: OCULTAR SU CORAZÓN

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Draco entendió muy rápidamente que morir habría sido la mejor opción.

Los días comenzaban mucho antes del amanecer y terminaban mucho después del atardecer.

Draco oscilaba entre ser el torturado y ser el torturador, aunque la mayor parte del día lo pasaba como el primero.

Siempre le indicaban que fuera al salón de baile, el que estaba junto al estudio de Lucius, donde una multitud de mortífagos discutía las aventuras del día anterior (a quién torturaron y mataron, cuándo, dónde, qué tan fuertes fueron sus gritos, etc.) mientras que otros ya estaban practicando para lo que iban a hacer en sus próximas aventuras.

El primer día, cuando llegó, Bellatrix lo miró hambrienta y emocionada. Ella lo jaló del brazo, como si lo estuviera llevando a una atracción turística, pero lo llevo hacia Amycus y Alecto Carrow, quienes estaban parados frente a dos muggles. Ambos estaban gritando en el suelo mientras Amycus y Alecto giraban sus varitas. La piel de los muggles parecía quemada, aunque no había llamas.

-Uno de mis hechizos favoritos -sonrió Bellatrix.

Draco continuó caminando por el salón junto a Bellatrix. El ruido en la habitación era demasiado abrumador mientras los muggles gritaba y los mortífagos se reían.

-Empezaremos con calma, querido –Bellatrix lo detuvo frente a Yaxley.

Con la mano temblorosa, Draco intentó sacar su varita, pero luego escuchó un agudo y rápido "Obfoco", y Draco sintió una repentina restricción de la respiración, como si una mano estuviera alrededor de su cuello, apretándolo en un agarre doloroso.

No podía respirar, no podía respirar, no podía respirar...
Hasta que finalmente, Yaxley se detuvo.

Draco tosió y las lágrimas llenaron sus ojos.
-¿Por qué... –Draco tosió más– ...me lo lanzaste mí?

-Necesitas saber cómo se sienten para saber cuál es el mejor hechizo que puedes usar con Potter.

Y luego Bellatrix se lo lanzó de nuevo.

Draco se atragantó y se atragantó y se atragantó, hasta que su rostro se puso morado y cayó al suelo. Sólo en ese momento, ella lo soltó. Tuvo arcadas y tosió, mientras la habitación daba vueltas a su alrededor.

Más tarde, esa misma noche, cuando se fue a su habitación, Draco vió los moretones en su cuello. Recordó que la única otra vez que tuvo moretones ahí fue cuando Harry le había dado placenteros chupones.
Ahora, los moretones parecían huellas dactilares.

Pero, aun así, ese hechizo fue el más fácil de la Magia Oscura que siguió aprendiendo durante las siguientes semanas.

No usaron los hechizos letales en él, pero si observó cómo los practicaron con otras personas (todos en personas que se parecían a Harry).

Cuando pasó Junio, Draco ya había pasado por varias torturas.
Una tarde, le habían sacado toda la sangre de su cuerpo, y luego la volvieron a poner, mientras Draco estaba completamente consciente. Él gritó hasta que se le rompieron las cuerdas vocales y lloró hasta quedarse dormido, como todas las noches.

Y eso ni siquiera era lo peor, porque cuando él era torturado, sufría el dolor y podía soportar eso. Pero cuando tuvo que practicar los hechizos en otras personas, la culpa le hizo saber que Harry lo odiaría en cuanto lo viera, y eso era lo que no podría soportar.

Para Draco, era difícil actuar como los demás mortífagos cuando torturaba a alguien. Podía verse el estremecimiento y miedo cuando Draco levantaba su mano temblorosa y apenas susurraba el hechizo.

Todo fue solo un juego - (español) || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora