43. Huyen de ella

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Meses después...

Narra Alexandra

Salí de la clase con la incómoda mirada de las personas sobre mi.
Todavía no asimilaba que había sido capaz de contar la verdad, que por cierto, los chicos se encargaron de encontrar al tipo y ya no lo he vuelto a ver por aquí.

No me han querido contar que mierda le han hecho pero me lo puedo imaginar. Los profesores están buscando al responsable, pero nadie sabe quién fue. Nadie excepto nosotros.

Blaise llegó a mí lado y lo miré alzando una ceja, esperando el porque tanta prisa.

—Adivina algo Lexi

—Iluminame... —pedí con fingida emoción y él rodó los ojos

—Esta noche, fiesta, en nuestra sala común. Ponte tú mejor vestido porque es la despedida del curso —anunció y una sonrisa se instaló en mis labios

—Por fin... Ya hacía falta una fiesta de verdad, no como las de Gryffindor —mi risa causó la suya y comenzamos a caminar hacia la sala común, donde Enzo, Theo y Pansy estaban en los sillones sentados

La tarde pasó demasiado rápido y cuando nos quisimos dar cuenta ya era la hora de prepararnos.
Subimos los cinco a nuestras habitaciones y Pansy fue conmigo a la nuestra, hablando de cómo nos vestiríamos y lo bien que nos lo pasaríamos esta noche.

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Bajé las escaleras decidida mientras la música y el alboroto inundaba mis oídos.
La sala común estaba repleta de personas de todas las casas y la decoración era mucho más exagerada que de costumbre por ser la última.

Caminé hacia la mesa de bebidas y sin más agarre uno de los vasos los cuales no sabía que era su contenido y me lo bebí de un sorbo. Una rubia vestida de verde esmeralda apareció a mi lado y pasó su brazo derecho por mis hombros mientras rellenaba su vaso.

—Ya me estaba preguntando si tendría que ir por ti a la habitación, Lexi —La voz de Daphne se veía levemente afectada por el alcohol, lo que me sorprendió gracias a que la fiesta habia comenzado hará menos de 20 min.

—Pues ya ves, aquí estoy —Mi respuesta no se hizo esperar y cuando su vaso estuvo lleno tiro de mi cuerpo hacia el centro de la sala, donde gente se amontonaba bailando.

De momento no veía a ninguno de mis amigos, a excepción de Daphne que nada más llegar comenzó a contornear sus caderas al ritmo de la música. Pronto seguí sus pasos y ambas nos encontrábamos bailando entre una nube de humo con olor a alcohol.
La gente a nuestro alrededor fumaba y bebía y mi mirada viajaba por cada uno.
Buscando inconscientemente a cierto castaño que nunca falta a una fiesta.

Sin darle más importancia seguí bailando de forma provocadora y en un abrir y cerrar de ojos la rubia ya no estaba a mi lado. Sin ganas de buscar a alguno de mis amigos seguí a lo mío sin importarme mi alrededor.

Después de lo que creo fue una hora, las manos de alguien se posaron en mis caderas, moviendose al compás de las mismas.
No quise girar, tampoco sabía de quién se trataba, pero era la última fiesta, estaba soltera y pretendía dejar que el alcohol decidiera por mi.

Pasaba el tiempo y cada vez notaba más como alguien me miraba fijamente, pero por mucho que mi mirada buscaba la suya, nada. No encontraba a nadie mirando.
Cuando en una de esas levanté la cabeza vi esos ojos color avellana que me hicieron estremecer. A unos metros de nosotros Mattheo hablaba con una chica, más bien ella era la que hablaba, porque él lo único que hacía era mirar en mi dirección seriamente mientras mojaba sus labios en el líquido que contenía su vaso.

Al notar mi mirada la aparto rápidamente y en cuestión de segundos se abalanzó a los labios de la chica pelinegra frente a él. Era un beso caliente, pero de vez en cuando Riddle me buscaba con la mirada sin cortar el beso. Cómo si se asegurara de que lo estaba viendo.

Al ver sus claras intenciones de ponerme celosa me giré vi al lindo chico rubio con el que había estado bailando toda la noche.

Si quiere guerra la va a tener

Coloque una de mis manos en su cuello y sin soltar el vaso de mi otra mano tire de él, juntando sus labios con los míos, haciendo que él me lo siguiera al segundo y sus manos se colocaran en mi cintura.

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Narra Mattheo

Cuando vi a ese imbécil besarla estuve a punto de ir hacia ellos y partirle la cara.
Pero no lo hice, al fin y al cabo ella y yo no somos nada.

Bruscamente me separé de la chica de pelo negro a la que había besado para poner celosa a Alexandra, aunque a lo mejor no me salió como pensé.
Ella me miró con confusión y algo de molestia.

—¿Qué pasa? —Preguntó e intentó engancharse a mí cuello para besarme de nuevo.

Poco me importó cuando la aparté y caminé con molestia hacia la mesa de la bebida con notoria molestia. Al llegar me servi lo primero que vi y comencé a beber sin control, uno tras otro, mezclando bebidas fumando de vez en cuando.

Una mano se posó en mi vaso y me lo apartó de los labios cuando estuve a milímetros de tomar lo que contenía.
La mirada fría de Tom expresaba molestia y su postura me hacía saber que me había estado viendo.

—Superala —Habló tan directamente que me quedé un poco confuso ante sus tajantes palabras

—No leas mis putos pensamientos Tom —recordé sus habilidades con la legeremancia y todo cuadró, por eso sabe que  me pasa

—Solo te digo que la superes, no es muy complicado saber el porqué de tus acciones

—No se de que hablas

—Oh, lo sabes perfectamente. Todavía tienes en la mente a Lexi, venga ya, han pasado meses y ella tiene derecho a hacer su camino —Sus palabras me molestaron de sobremanera y rodé mis ojos notando como el alcohol en sangre comenzaba a pasar factura en mi

—No sabes de lo que hablas —mi frase sonó molesta pero a la vez tonta, gracias a mí poca vocalización por las bebidas

—Creeme que lo se perfectamente. La niña se cree que todos huyen de ella

—Quizas es lo que hacen

—No Mattheo, no huyen de ella, huyen de ti. ¿Cuándo piensas contarle que amenazas a todos los chicos que intentan acercarse a ella? —dirigí mi mirada a él en el mismo momento en que esas palabras salieron de su boca

Bueno, puede que si haya estado amenazando a esos chicos. Pero eso no es culpa mía, si ellos no buscaran llevársela a la cama yo no tendría que amenazar a nadie, y no es porque yo quiera. Solo es que no puedo verla con alguien más, imaginar que otro la toca y la besa hace que mis ganas de matar aparezcan.

—No pienso contárselo, porque no se tiene que enterar —mis palabras fueron más como un aviso, para que mi querido hermano no hablara de más, no tenía ganas de escuchar los gritos de mi pelirroja

—Esto no va a salir bien y lo sabes —se quejó cruzándose de brazos y devolviendome el vaso que hace unos minutos me había quitado

Ambos nos quedamos apoyados en la mesa durante toda la noche, con el tiempo los demás se nos iban uniendo e íbamos criticando a la gente que pasaba. Desde su personalidad (si nos caía mal) hasta su forma de vestir, o caminar...
Que conste que fue idea de Zabini, y para el aburrimiento hay que hacer cualquier cosa...

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora